Susana
Por un segundo, cuando el Gelado pronunció esas palabras, sentí que no había ningún sonido a nuestro alrededor. Percibir su extraña y compleja mirada sobre mí, me hizo centrarme en el presente y darme cuenta de la brisa que agitaba suavemente mi cabello. Él suyo, por supuesto, estaba rígido por su gel.
“Acaso, ¿no soy tu novio de apoyo?”
“Acaso, ¿no soy tu novio de apoyo?”
“Acaso, ¿no soy tu novio de apoyo?”
¡Oh! ¡Valgan esas verdades! Él lo es, definitivamente, pero que me lo expresara de esa forma, con ese tono, con esa ligera sonrisa y esos ojos de preocupación. Me quedé boquiabierta y sin creerlo.
—Pero qué colaborativo eres, novio querido.
Me reí entre dientes con un poco de incomodidad. Luego de eso, me dejó aún más perpleja. Él tomó un mechón de mi cabello que se había colado en la mitad de mi rostro y lo puso detrás de mi oreja.
¿Amigo, qué te pasa, estás bien? ¿Me estás coqueteando o me parece?
—Me alegro que todo se haya solucionado y no tengas que irte, ¿quieres que te lleve de regreso a casa? Ray también estaba preocupado por ti.
Mi cuerpo estaba inquieto y no tenía una respuesta. Miré al suelo alejándome de su mirada. ¿Cómo podría explicarlo? Acabo de salir de una situación muy estresante, estaba dando todo por perdido y, sin esperarlo, llegó el señor Bruce como un gran héroe y dio la cara por mí. Hace mucho que no sentía esta presión en el pecho, no es molesta, es suave y hace que mis mejillas se sientan calientes, hasta me dan ganas de sonreír. Me sentí protegida.
Quería pedirle a mi novio de apoyo, que me llevara a mi “Dulcería Favorita”, en esta situación, creo que lo hubiera aceptado, pero había que aprovechar las oportunidades, y estando él aquí podía deshacerme de Val de una vez por todas.
—Esta la oportunidad perfecta para presentarte a mi abuela como mi novio, también está Valentín y mi abuelo. ¡Vamos a matar varios pájaros! —le dije al Gelado y tomé su muñeca para empujarlo hacia adelante.
—Siempre voy un paso delante de ti, Susana —no se movió ni por un milímetro—. Le dije a tu abuela que tenemos una relación.
—¿¿QUÉ?? —exclamé—, ¿y qué te dijo? ¿Cómo es que no ha pegado un grito al cielo? ¿está de acuerdo con lo nuestro o no?
—Fue muy ambigua, pero, al menos, no armó un escándalo.
Agudicé mi mirada— ¿Ya dejó su idea de emparejarme con Val? ¿Soy libre al fin? —repliqué. Como no obtuve respuesta, proseguí—Ya no hace falta que me ayudes con este tema, tenías razón, solo me ahogaba en un vaso con agua, no me pueden obligar a estar con alguien que no me gusta. Finiquitemos esto formalmente, quedo muy agradecida contigo, novio de apoyo.
Los ojos del Gelado temblaron por un instante, y el movimiento de disgusto en su frente fue casi imperceptible.
—¿Novio? —una voz detrás de mí me hizo voltear, acaso ¿mis palabras han sido llevadas por el viento? ¿cómo es que han logrado oírme a esa distancia?
Aníbal tenía las maletas de Soraya, una a cada lado, Soraya nos estaba mirando con las manos en su celular. Ambos estaban impactados, pero creo que Aníbal, más que estar conmocionado, estaba furioso. Soraya quería matarme a mí, pero los ojos de Aníbal querían matar a su hermano.
—Grato encuentro —crucé los brazos—. Sabes con quien actuar, mira que llevar solo dos maletas. Creo que presentías que iba a arruinar el viaje.
—Es lo normal —comentó—, siempre arruinas todo.
Me reí con sorna, pero me dolió oír la verdad.
—Al menos, debes estar agradecida. Estábamos en el mismo saco y te libré del control de Ann Mery. Me debes un gran favor.
—…
—¿No vas a decir nada? —repliqué con sorpresa amarga.
—¿De qué estabas hablando con el hermano de mi novio?
Mi mirada se cruzó con la de Aníbal—. No es de tu incumbencia.
—Dijiste algo sobre ser novios.
De soslayo observé el rostro del Gelado, estaba imperturbable e indiferente ahora.
—Bueno como mi abuela ya lo sabe, seguro te lo contará —relajé mis hombros despreocupadamente—. El Gel- Graham y yo hemos iniciado una relación más estrecha.
—Susana —llamó Aníbal— ¿cómo puedes tener una relación con mi hermano? Es mi hermano.
—¿Y qué tiene que sea tu hermano? —rodé los ojos.
—No lo conoces bien.
—Por eso nos estamos conociendo ahora —volteé hacia el Gelado y esbocé una diminuta sonrisa—. Es una persona confiable, con eso basta para iniciar.
—Me gustaría hablar contigo en privado —Aníbal estaba dejando las maletas sobre el suelo para acercarse a mí. El caballero silencioso que estaba a mi lado, por fin se dignó a decir algo y lo primero que dijo fue rudo.
—No te entrometas en esto, Aníbal. Son mis asuntos y no voy a compartirlos contigo. La señorita Susana ya ha sido clara.
Si me llamas “señorita” nadie va a creer que eres mi novio.
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Editado: 16.02.2024