La Heredera

Capítulo 2

Me levanté de mi silla tras acabar de comer, para subir a mi habitación y acabar de colocar mis cosas.

Agatha se había ido un rato a la piscina, a tomar el sol y se había llevado a Rex con ella, así que estaba sola en mi habitación con el gatito durmiendo encima de mi cama al lado de la maleta. La abro y me pongo a organizar las cosas, la ropa en el vestidor, maquillaje en el baño, así sucesivamente con todo lo que llevaba.

Al acabar me tumbé encima de la cama al lado del gatito, mientras lo acariciaba, mire el reloj de la mesita y me dí cuenta de que eran las cinco de la tarde, me acordé de que mi padre me había dicho acabando de comer si podía ir a su despacho en media hora para hablar de una cosa. 

Me levanté de un salto y rápidamente, salí de mi habitación, seguí todo el pasillo recto hasta llegar delante de la puerta del despacho, para mi sorpresa oigo el estruendo de la puerta al abrirse, como no, lo había olvidado por completo.

Al llegar lo veo apoyarse con delicadeza, en el marco de la puerta con los brazos cruzados enfrente de mí, mientras me dice;

—Señorita, hace dos horas que te estoy esperando te iba a llamar pero he pensado que estarías cansada y te habrías dormido —me dice mientras me dedica una divertida carcajada. 

—Lo siento papá, es que me he puesto a deshacer la maleta y cuando he acabado me he dado cuenta de la hora que era —le explico a mi padre riéndome de mis despistes, mientras abre la puerta. Los dos entramos y tomamos asiento.

—Bueno Gara, seré breve, te he llamado para decirte que esta noche Edgar y yo hemos preparado una fiesta esta noche en tu honor, aquí en la villa.

He pensado que podría presentarte a mis socios, inversores y alguna de la gente más importante del lugar...

No hace falta decir que puedes invitar a quien tú quieras, claro, amigos, conocidos...novios? —me dice mi padre mientras me dedica una leve sonrisa.

—Vale papá, me parece bien, pero a lo que los invitados se refiere, recuerda que no es una fiesta de negocios, no te excedas al invitar a tus "socios", "conocidos" e "inversores" recuerda que la fiesta al fin y al cabo es para mí.

¡Ah! y antes de que lo preguntes de nuevo, papá no pienso llevar a ningún novio por el simple hecho de que no tengo.

—¡Caramba!, hija, a veces se me olvida el carácter que tienes. Bien pues ya está todo hablado —me dice mientras sonríe y me guiña un ojo cariñosamente—. Ahora sí te dejo que te vayas tranquila a vestirte.

Se despide de mí con un ligero beso en la frente, salgo del despacho. 

De vuelta a mi habitación voy recordando a cerca de la idea de exhibirme delante de los socios de papá como si fuese una muñeca de porcelana no me hacía especial ilusión, pero ya sabía a lo que me exponía cuando decidí regresar, claro, al fin y al cabo un día seré yo la que ocupé el lugar de mi padre como jefa de la empresa y la galería.

Llegué delante de mi suite al entrar, me dirigí hacía mi vestidor con la intención de ponerme el vestido de Versace rojo, largo con una apertura en la pierna derecha, con el escote en forma de V y las mangas ligeramente caídas lo que le da un toque muy elegante.

Mientras me estoy desvistiendo escucho una leve voz fuera de la habitación a la que no le doy demasiada importancia.

Le bajo la cremallera al vestido y me coloco la parte de arriba, cuando escucho la voz de Darian llamándome, sorprendida, me pregunto qué narices estará haciendo en mi habitación sin avisar pero decido ignorarlo. 

Me giro para subirme la cremallera y a través del espejo veo como la cortina se desliza y de repente aparece un rostro demasiado conocido.

—Joder, "duquesa" ¿estás sorda o qué? llevo...

Sin pensarlo dos veces y sin dejarlo terminar la frase me giré, mientras notaba como los rubores me subían por las mejillas, sorprendida por la intrusión le solté un bofetón en la cara. 

—¡Auch!, ¿¡Pero a ti qué te pasa!? solo venía a avisarte de que tu padre me ha dicho que suba a avisarte de que no tardes mucho en acabar, tenemos que estar todos listos para cuando empiece a llegar la gente dentro de una hora, pero creo que el que ha acabado encontrándote he sido yo, vaya hostia me acabas de soltar.

—Eso te pasa por abrirme la cortina del vestidor sin avisar —digo mientras veo que sus enormes ojos verdes me miran fijamente y esboza una leve sonrisa, cuando me doy cuenta noto que se me ha salido un pecho por la parte de arriba del vestido.

—¡Darian, vete, ahora! —digo con gran enfado mientras me sujeto la parte de arriba con la mano izquierda y con la mano derecha le propino un manotazo en la espalda.

—Vale, vale ya me voy, pero para que lo sepas no es la primera vez que veo una chica semidesnuda delante de mí —dice mientras me guiña un ojo y me dedica una pícara sonrisa.

—Darian, sal de aquí ¡ya! —digo mientras le grito y vuelvo a levantar la mano para volverle a pegar mientras el rubor de mis mejillas cada vez es más intenso. Sale riendo del vestidor y oigo como la puerta de mi suite se cierra tras su paso. 

Consigo acabar de vestirme una vez tengo puestos los tacones negros de YSL que he elegido para la ocasión. 

Me siento en la silla del tocador para maquillarme y colocarme la tiara de diamantes con un semirecogido con dos trenzas que se unen entre sí. 

Finalmente, salgo de mi habitación. De camino voy pensando sobre lo que acaba de pasar, hace varios minutos y en lo idiota que puede llegar a ser Darian, la mayoría de ocasiones en las que estamos juntos.

Bajo la escalera que da directamente al hall principal. Entre los sirvientes y la empresa del catering busco a mi padre o a Agatha pero no los encontré, así que fui hacia la cocina. Apenas entré vi a través del ventanal que da acceso a la parte trasera de la casa a mi padre y el tío Edgard. Estaban fuera, hablando en un tono amenazante a unos hombres con un aspecto un tanto inquietante, a su lado hay unas grandes cajas de madera que mi padre se apresura a abrir, mientras el tío Edgar sujeta a uno de los hombres por el cuello de la camisa.




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