La Heredera

Capítulo 9.

Dastan Atwood

Me encontraba en el gimnasio de mi casa, sin dejar de pensar en lo sucedido aquel sábado, no dejaba de pensar en su cara, sus mofletes rojos a consecuencia de los efectos del alcohol, sus labios carnosos, su pelo suave y su olor a perfume de frutas silvestres.

Casi me beso con ella y no puedo sacármelo de la cabeza.

Recibí una llamada, era Lara y quería verme urgentemente. Llegó a mi casa en media hora con cara de pocos amigos.

— Buenos días Dastan—dijo en tono seco y con una mirada seria

Sólo me llama por mi nombre cuándo está realmente enfadada. Su enfado era más que lógico aunque no entiendo porqué, ya que no llegamos a hacer nada.

— Buenos días —agaché la cabeza con arrepentimiento— oye sobre…

— No digas ni una palabra —suspiró para coger aire— ¿Te piensas que soy idiota? Quise confiar en tí pero después de ver cómo la defendiste a esa asquerosa en el instituto en vez de a tu novia, supe que pasó algo el sábado.

— Yo solo quise separaros antes de que os pelearáis más, y no la llames así, Farah es mi amiga.

— ¡Vaya!, que sorpresa, no sabía que entre amigos os besabais.

— ¿Que dices Lara? ¡No nos besamos, no pasó nada entre nosotros!

— ¿Que qué estoy diciendo? Porfavor, se te pone una cara de tonto cuando la miras. Te conozco muy bien Dastan, llevamos más de cinco años juntos, sé cuándo mientes y cuándo dices la verdad, y sé que me estás mintiendo.

— No te estoy mintiendo, por favor creeme.

¿De verdad me iba a arrepentir si realmente hubiese pasado? Sinceramente no. Esa situación me hizo sentir mariposas en el estómago. Esos nervios que te dan al principio cuándo estás conociendo a alguien y te está empezando a gustar. Estar los dos en el baño, mirándonos a los ojos, solo ella y yo, nadie más. 

— ¿Le has contado a tu amiguita a que se dedican tus padres? ¿O eso no te interesa contárselo?

— Por ahí no vayas Lara... eso no es de su incumbencia y no quiero que eso afecte a nuestra amistad.

— Oh, mira que adorable, intentando proteger a su amiguita. 

Desde que tengo uso de razón mis padres siempre han sido un matrimonio de negocios, siempre viajaban por el mundo durante unos meses y luego volvían. Cuando era pequeño siempre me quedaba con Jack, una especie de guardaespaldas y niñero a la vez, ya que me cuidaba las veinticuatro horas del día. Mis padres siempre que me compraban un teléfono el primer número que agendaban era el de él y me decían que cualquier cosa que pasase o necesitase, lo llamase a él. Aunque mis padres estuvieran en el país. Él ya sabía lo que tenía que hacer. 

Si le contase a Farah a que se dedican mis padres nuestra amistad estaría acabada, y no volvería a hablarme jamás. Es un secreto que voy a llevarme a la tumba y que nadie sabe, excepto Lara, y me arrepiento totalmente de habérselo contado aquél día.

— Creo que es mejor que te vayas, espero que puedas perdonarme por el daño que, según tú, te he hecho pero no puedo seguir así, necesito espacio para mí mismo, aclararme mis ideas y poder ser libre y tú me atas.

— ¿Me estás dejando? —frunció el ceño— ¿Tú a mi? ¡¿Pero quién te crees que eres?!

La dejé chillando mientras le cerraba la puerta en la cara y escuchaba como rompía a llorar, yo simplemente me limité a subir a mi habitación. Cinco años de relación por fin se habían acabado. En estos momentos es cuándo más echo de menos a mis padres, tampoco tengo hermanos así que simplemente me tocaba lidiar con esta situación yo solo.

"Mamá, cuándo puedas llámame, necesito hablar contigo. Te quiero."

Le envié ese mensaje, el cuál tardaría semanas en contestarme, a pesar de ser mi madre que se supone que las madres se preocupan por sus hijos, ella era la excepción.

[...]

— ¡Menuda pelea el lunes entre Farah y Lara! Lo disfruté cómo si fuese un combate de boxeo. —dijo Mike— suerte que vino Dastan porque si no, a saber cómo habría acabado eso.

— ¡Eso eso! ¿Cómo es que fuiste a proteger a Farah en vez de a tu novia tío? —dijo David frunciendo el ceño— ¿Tiene algo que ver con el sábado?

— ¿Tú qué sabes del sábado? ¿Quién te ha contado algo? —me puse rojo como un tomate y grité un poco más de la cuenta, supongo que de los nervios—

— ¿Te recuerdo que Sofía, su mejor amiga, es mi novia? —se echó a reír, en tono de burla— no te voy a mentir amigo, hacéis muy buena pareja, me alegraría mucho de que estuvierais juntos.

— Bueno, Lara y yo lo hemos dejado y ahora quiero estar un tiempo solo, no quiero meterme en una relación otra vez tan rápido, a parte sólo veo a Farah cómo una amiga más.

Los chicos se alegraron mucho de mi decisión con Lara, a ellos no les caía del todo bien y siempre era muy borde con ellos. Siempre que los chicos quedábamos tenía que venir ella también, y al fin y al cabo muchas veces no pintaba nada en nuestros planes. Que sea mi novia, bueno ahora ex-novia, no significa que tengamos que estar e ir a todos los sitios siempre juntos.

Cuando acabó la comida los chicos se quedaron dando una vuelta y yo me fuí a mi casa, quería ponerme el pijama y ver películas hasta quedarme dormido. Pedí pizza para cenar, un refresco y me tumbé en el sofá. Cuando de repente sonó mi móvil. Era mi madre, la cuál tenía guardada como La Jefa.

— Dastan cariño, ¿cómo estás? ¿Todo bien? —tenía la voz nerviosa, se le veía preocupada— Me tienes muy preocupada, espero que no haya pasado nada grave, ¿llamaste a Jack? ¿necesitas dinero?

— Mamá tranquilízate, estoy bien, no necesito dinero y no he llamado a Jack. —suspiré para darle la noticia, era difícil porque mis padres querían mucho a Lara ya que era la típica chica pija y con dinero, y según ellos era a lo que aspiraba para que en un futuro nuestros hijos fuesen a vivir bien— Lara y yo ya no estamos juntos.



#3774 en Novela romántica
#1468 en Otros
#254 en Acción

En el texto hay: mafia, adolescente, amor

Editado: 10.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.