Cuando era pequeña mi padre todas las noches me contaba una historia que yo creía de fantasía...
Hace millones de años, la ciudad Lyuvov era gobernada por una poderosa hechicera llamada Armin. Ella dominaba los cuatro elementos con total destreza, cada día su poder crecía más y su dominio comenzó a extenderse por todo el planeta trayendo paz y armonía entre los seres humanos. Pero tanta bondad no cabía en su corazón, ningún cariño le parecía suficiente, al punto de que todos pensaron que no podía amar.
Cada minuto de su vida era un suplicio tanto para ella, como para los que la rodeaban, no bastaba la sonrisa de su pueblo mientras la reina estuviese amargada. Llegó a un punto irreconocible su descontrol y la furia que albergaba en su piel. Para detenerla los magos más respetados del momento se unieron encerrando su alma dentro de un collar, el cual fue entregado a la familia más poderosa que sería la encargada de custodiarla para que no fuese liberada.
Las reglas fueron muy claras:
Nadie debe usar el collar jamás.