La heredera de Lyuvov (libro 1)

Capítulo 5: “El collar”

Cuando mi madre se pone así es mejor no provocarla, sin embargo, no me olvidaré del video. Veré ese maldito video y descubriré quién secuestró y mató a mi padre. La idea de que mi abuelo fue asesinado tampoco la descarto, aunque su confesión me ha dejado atolondrada en mi familia hay cosas ocultas que voy a revelar.

—Estoy aquí para dar lectura al testamento del señor Dyado Zavet —intervino el abogado apenado—, yo me encargaré de los preparativos del funeral y el entierro. Ustedes solo deben decidir si desean asistir.

Casi me olvido de que estaba sentado y escuchando todo este drama familiar. El pobre hombre se convirtió en una bolita en su asiento, usa un traje azul muy fino, evidentemente carísimo y de diseño. Es un hombre de mediana estatura, calvo, de ojos marrones, de piel muy blanca.

—Yo asistiré —afirmó mi madre con seguridad—. A pesar de lo que acabo de descubrir él siempre fue bueno conmigo y mis hijas, sea por la razón que fuere. La última despedida es sagrada, así que asistiré.

—Yo también iré, mi padre no lo merece, pero iré contigo cuñada —mi tía miró con dolor a mi madre, después de todo eran amigas.

Ambas se dirigieron a mí, esperando respuesta, pero no estoy en condiciones de darla. No sé si debo ir o no, si podré perdonar a mi abuelo algún día o superar el hecho de que me mintió por mucho tiempo.

—Lea el testamento —dije refiriéndome al abogado y evitando el asunto.

—Eh, claro, señorita. Bueno comienzo —se aclaró la garganta y comenzó a leer el folleto—. Mis bienes están divididos en cuatro grupos, cada uno será entregado a un miembro de mi familia en el siguiente orden: mi hija recibirá la cuenta del banco, ella hará con ese dinero lo que estime conveniente. Mi nuera será la dueña absoluta de todas mis acciones en la compañía Lyuvov, un total del 70 %, ya que el resto está a nombre de Kolie desde antes. La pequeña Kely hereda mis casas tanto la de verano como la de ciudad. Para Kolie he dejado lo más preciado que tengo, algo que yo heredé de su abuela y ahora le cedo a ella, mi caja fuerte con todo lo que contiene. Solo tengo una petición a mi nieta mayor: no debe usar lo que está dentro de la cajita negra, solo cuidarlo.

—Bueno, al final cumplió su promesa —murmuró mi tía.

—¿Qué hay en la caja fuerte? ¿Qué debo cuidar y no usar? —pregunté intrigada.

Esa caja me ha dado una buena noche. Recordé como amanecí en la sala esa mañana, pero no lograba recordar cómo llegué allí desde la habitación de mi abuelo. Tampoco tengo idea de cuál es la clave.

—No lo sé hija, pero supongo que debes ir a su casa y averiguarlo.

—Ahora no tengo deseos. Abogado, ¿le dejó la clave?

—Lo siento, aquí no dice nada sobre la clave.

—Espléndido, pues no puedo abrir mi herencia —solté una irónica carcajada—. Me iré a ver a Kely un rato, necesito desconectar de todas estas noticias.

Fui a la habitación de mi hermanita, ella está acostada en la cama escuchando música con los audífonos, me acosté a su lado y esperé que me atendiera.

—El abuelo murió, ¿ahora qué pasará? —preguntó sin levantar la vista de su teléfono.

—Debemos continuar viviendo nosotras.

—¿Qué decía la carta que dejo a todos tan mal?

—Cuando seas grande entenderás, ahora no es momento de leer esa carta.

—Kol, casi tengo 10 años, soy superadulta.

—¡Jajaja! —Comencé a reir—. ¿Superadulta?

—Saqué el máximo en todas mis calificaciones, logré hacer una composición de veinte oraciones y puedo hacer cálculos con números de seis cifras. Puedo leer una carta, ¿no me crees?

—Mi vida, more mío, sé que puedes leer la carta, pero el contenido de esta no es adecuado para ti. Mira, cuando cumplas la mayoría de edad te prometo que te la mostraré, ¿quieres?

—Para eso falta mucho aún —se cruzó de brazos e hizo un puchero.

—No se ponga así mi superadulta y vamos a tomar helado a la cocina.

—¡Helado! ¡Sí! —gritó emocionada y salió corriendo, tuve que apresurarme para alcanzarla.

En el descanso de la escalera me interceptó mi tía

—Kolie, necesito hablar contigo —me llamó, sobaba sus manos con temor.

—Claro, dime.

—Sé que es duro y puede que estés molesta conmigo...

—Tía —la interrumpí y la abracé—. Sabes, pocas veces perdono las mentiras, pero por esta vez te perdono. Tú estabas contra la pared, no querías perder a tus sobrinas y no podías hacer nada para recuperar a tu hermano. No es que comparta tu actitud, yo arriesgaría todo con tal de luchar por la verdad, pero entiendo que hay situaciones que se escapan de nuestras manos. Te perdono de verdad.

—Gracias corazón —me apretó contra ella con fuerza—. Me recuerdas tanto a tu padre. Él...

—Casi no lo recuerdo bien, si no fuese por las fotos hubiese olvidado su rostro —nos separamos y la miré, sus ojos centellan tristeza mezclada con añoranza.

—Cariño, eres idéntica en personalidad. Sociable, divertida, cariñosa, ¿sabes? Recordé algo, mi hermano también amaba escribir, creo que comenzó una novela.

—¿De verdad? ¿Dónde está?

—Debes preguntarle a tu madre, seguro que sabe. Ahora debo irme, me prepararé para el funeral.

—Claro, nos vemos luego.

—¿Irás?

—No lo sé.

—Tómate tu tiempo —se marchó con su esposo y yo retomé el camino a la cocina.

Kely devora una gran jarra de helado de chocolate sentada en la mesa.

—Mami, ¿sabías que papá estaba escribiendo una novela? —indagué sentándome junto a la niña.

—Me dijo algo de eso una vez, pero jamás la leí ni vi donde la tenía.

—Vaya, que mal, me hubiese encantado leerla y pues, terminarla por él.

—Puedes buscarla si deseas, su despacho está como él lo dejó.

—No me gusta entrar ahí, sabes que por algún motivo me da escalofríos.

—Yo tampoco entro —bebió un sorbo de café—, podemos decirle a Mel que cuando vaya a limpiar saque algunas cosas.

—No, creo que mejor entraré yo cuando tenga valor.



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En el texto hay: magia poderes y secretos

Editado: 27.12.2021

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