Capítulo 10: “Terremoto”

Kely me observa mientras yo busco una explicación lógica que darle. No hay nada que pueda decirle a una niña de casi diez años que excuse lo que ha visto y escuchado.

—¿Quieres el libro o no? —reitera su pregunta despreocupada.

—Eh... Lo quiero... Pero Kely, debes prometerme...

—No contarle a nadie, lo sé, es un secreto. También tengo secretos sabes. —me alerta removiéndose entre las sábanas.

—¡¿Cómo?! —exclamo, «¿mi hermana tiene secretos? Eso no puede ser, tengo que saber, ya que puede estar en peligro»— ¿Qué secretos son esos?

—Son secretos y no estoy en peligro, tranquila.

—¿Mamá, sabe tus secretos?

—No, te dije que son secretos —se baja de la cama y corre a su mochila, extrae un cuaderno con tapa dura de cuero marrón oscuro y me lo entrega— Toma, me lo tienes que devolver.

—Claro, aunque aún me preocupa eso de los secretos.

—Ay, Kolie —se quejó cruzando los brazos.

—Bien, no me digas y guarda tu secreto, yo lo descubriré. Eres mi hermana y debo protegerte.

—Relájate y vete a leer un rato. —Me empuja fuera de su habitación y cierra la puerta.

Siento a mamá llegar y bajo las escaleras rápidamente para indagar en cómo Kely tiene secretos que no conocemos siendo una niña. Justo en el salón me encuentro a Joseph cargado de bolsas, coloco el libro de mi padre sobre la mesita al lado de la esclera.

—Kol, cariño, ¿cómo estás?

—No me llames cariño.

—Perdona —me dedica una sonrisa pícara que me hace enojar y le quito unas cuantas bolsas para llevarlas a la cocina, él me sigue— Kolie...

—Gracias por ayudar —lo interrumpo y salgo en busca de mi madre por si también necesita ayuda. La encuentro cerrando su auto con una sola bolsa en la mano. —Hoy no es día de compras —le digo mientras me acerco.

—Mel me llamó, está enferma y decidí adelantar las cosas para cuando regrese no encuentre la casa hecha un desastre y nosotras no tengamos que preocuparnos luego.

—¿Por qué viniste con él?

—Me lo acabo de encontrar, estaba justo frente a la puerta cuando llegué.

Joseph sale de la casa y se une a nosotras.

—Vine a darles mi pésame. Lo siento por lo de Dyado.

—Ya lo diste, te puedes ir.

—¡Kolie! —exclama mi madre con gesto de desaprobación— ¿Josh quieres cenar con nosotras?

—¿Josh? —espeté indignada.

—Gracias, señora Gya, tengo otros compromisos —responde él educadamente—. Kol, no sé cuantas veces debo pedirte perdón.

—No recuerdo cuándo me pediste perdón.

—Desde que llegué intento hablar contigo, pero solo me ignoras.

—Mira, mi vida es un caos ahora —noto como mi madre se aleja de nuestra discusión, pero que ni piense que se escapara de mí cuando termine de habar con este idiota—. Tú eres el mínimo de mis problemas, ahora si me disculpas tengo cosas que hacer. —Me agarra del brazo fuertemente, al punto de que me hace soltar una mueca de dolor.

—Bonito collar.

—Suéltame, me haces daño.

—Lo último que quiero es hacerte daño, pero no me dejas opción. ¿Tienes idea del caos que estás formando?

—No, y no me importa —intento soltarme, pero me aprieta aún más— Suéltame, Joseph —forcejeo sin resultados. Siento algo caliente recorrer mi cuerpo, mi interior está en llamas y estas se reflejan en mis manos, él abre los ojos y me suelta, las chispas se calman.

—¿Te dio sus poderes? —interroga estupefacto.

—¿Cómo hice esto? ¡¿Puedo lanzar fuego?! —exclamo emocionada.

—Esto está fuera de control. ¡Quítatelo! —me exige.

—No haré eso, es mío y lo puedo usar. Es más ya lo uso y ahora que he visto lo que puedo hacer no me lo pienso quitar de nuevo.

—Ya sabia que lo nuestro no funcionaba y es por esto —dice enojado— Porque tú eres igual que ella, te aseguro que si no te controlas vas a terminar del mismo modo.

Se alejó de mí dando grandes pasos, pero como estoy tan emocionada por el descubrimiento lo ignoro. En la cocina esta mi madre ordenando las compras.

—¿Necesitas ayuda?

—No, cariño, estoy bien. ¿Kely aún duerme?

—Creo que no, pero sobre ella quiero hablarte. —digo con más seriedad de la que quería transmitir y la alerto de que algo va mal.

—¿Qué pasó? —siento el miedo tras sus palabras e intento calmarla.

—No es nada grave, solo que deberíamos estar más atentas.

—Kolie habla de una vez, ¿qué ocurre con tu hermana?

—Nada mamá, ella está bien, solo quiero...

—Espera aquí —sale casi corriendo y sube las escaleras, ya puedo imaginar que va a ver a Kely así que la sigo a paso lento. El grito de mi madre hace que me asuste y corro a su encuentro.

—¿Qué? ¿Qué pasa, mamá? ¿Por qué gritaste? —reviso con la mirada la habitación y no veo a Kely— ¿Está en el baño? ¿Kely? —grito llamándola y mi madre sostiene mi bazo mostrándome una nota que tiene en la mano.

"Dame el collar si quieres ver a tu hermanita con vida." Recortes de periódico forman el mensaje. Para mí está claro quien ha hecho esto, lo único que deseo es arrancarle la cabeza a ese idiota de Joseph.

En ese momento sentí mis pies vibrar, un fuerte terremoto estaba azotando mi casa, mis emociones encontradas causaron el desastre natural. Vi a mi madre aferrarse al teléfono y balbucearle algo a mi tía mientras tira de mi mano para salir de la casa y refugiarnos. Mientras las fuertes ondas arremetían contra mi casa destruyendo parte de la cocina y la sala. Intenté calmarme para no seguir destruyendo mi hogar, pero solo pensar hasta que punto es capaz él de hacerme daño mi enojo crece aún más.

La policía y los bomberos nos evacuaron. Mi madre aprovechó e hizo la denuncia de la desaparición de mi hermana. Yo estoy inmóvil, sumergida en mis pensamientos, intentando controlar mi enojo y transformar toda la energía que me invade en constantes suspiros. Una enfermera me hace preguntas que no logró escuchar. Hasta que por fin la ola de ondas bajo mis pies se detiene. Una suave brisa acaricia mi rostro devolviéndome a la realidad. Mi casa se ha derrumbado casi por completo, los bomberos y el equipo de rescate intentan recuperar algunas cosas. Entonces recuerdo que deje el libro de mi padre sobre la mesita al lado de la escalera. Ignorando los gritos y advertencias de la enfermera, mi madre y algunos presentes, me adentré en las ruinas para recuperar el libro.