El mensaje de la espada es bastante claro, soy la heredera de Lyuvov. El collar no llegó a mis manos por azar, el destino estaba escrito mucho antes de que yo existiera. Observo mi nueva posesión, ligera como una pluma; el metal de la hoja es fino y afilado, podría cortar cualquier cosa con ella.
Muevo la espada con destreza y agilidad como si la hubiese tenido toda la vida en mis manos. Me asombra poder hacerlo, ya que nunca antes he tenido algo así. Hago un giro de muñeca y de la punta sale un rayo azul que impacta contra una pared rajando esta por la mitad. Detrás hay tierra, debo recordar que la biblioteca está en el sótano del colegio, rodeada evidentemente por uno de los elementos que se supone que puedo dominar y aún no aprendo a hacerlo.
Me asusta pensar cuan destructiva puedo ser, un simple giro y si alguien hubiese estado frente a esa pared le habría arrebatado la vida. Estos pensamientos negativos los descarto rápidamente porque pueden hacerme un daño emocional irremediable, perder el control de mi mente sería el fin.
Debo ser fuerte, no solo por mí sino por todas esas personas que esperan tener una reina con cualidades para regresar el esplendor que Armin logró antes de convertirse en una persona de corazón roto sin emociones. No domino del todo los poderes que corren por mis venas y ahora tengo un arma extremadamente peligrosa y poderosa. ¿Hasta dónde llegaré? ¿Podré hacer realmente lo que esperan de mí? ¿Seré verdaderamente la salvación de este mundo?
Miro a Fabio que está quieto, no mueve ni un músculo. Me pregunto qué estará pensando.
—¿En qué piensas? —pregunto.
—Cada vez eres más poderosa, cada vez es más difícil verte sin temor —dice sin preámbulos.
—No es mi culpa que me elijan para todo esto. Yo no lo pedí, sin embargo, voy a asumir todas mis responsabilidades sin rechistar. Amo la magia, adoro el mundo Armin y sobre todo... Quiero ser feliz.
—Muy bien Kolie, yo te ayudaré. Como mi futura reina te presento mi lealtad —hace una reverencia y los guardias presentes lo siguen.
—¿En serio? —lo interrogo asombrada. Ha dado un cambio que no veía venir.
—Sí. He estudiado mucho todos los artefactos de la escuela. Esa espada perteneció al primer rey de Lyuvov como ya sabes, y dijo que solo podría empuñarla la verdadera heredera de nuestra ciudad. Por lo que leí ni la mismísima Armin pudo hacerlo, mucho menos Joseph. Ahora estoy seguro de que, pese a mis pensamientos y dudas, tú, Kolie Zavet, eres la indicada. Como ciudadano de este lugar me comprometo contigo a restablecer la alegría que hemos perdido.
—¿Estás hablando en serio? —mis ojos se aguaron de emoción.
—Jamás he hablado más en serio, su alteza.
—Basta, no me digas así, me recuerdas al baboso de Víctor —ruedo los ojos y él se acerca.
—Kolie, creo que te juzgue mal y me disculpo por eso.
—Estás disculpado. Ahora, creo que debo arreglar la pared. Tiene tierra alrededor, solo debo concentrarme, creo que puedo lograrlo.
—Estoy seguro de que podrás —me animó y dio un paso atrás para darme espacio.
Coloqué la espada en el suelo, afinque mis pies para mantener el equilibrio y conectar con el elemento tierra, cerré los ojos e intente concentrarme en lo que quiero. Centré mis energías en mis pies y maños para arreglar el daño. Sentí los pequeños granos de roca moverse y alinearse para cubrir la grieta, las moléculas de tierra se arremolinaron en el lugar para formar una nueva capa de concreto. Unos segundo después el daño estaba totalmente reparado.
—¡Felicidades! —gritaron Fabio y los guardias al unísono.
—¡Lo logré! Una mano de pintura y listo. ¡Aquí no ha pasado nada! —exclamé alegre.
—Debemos irnos Kolie, los demás nos esperan. Hoy será el día en que Dard verá el fin.
—Sí —afirmé, recogí la espada y seguí a Fabio fuera de la biblioteca.
Ya todos han entrado a la nave. Por dentro es muy rústica y oscura, hay cables por todos lados, los asientos están alineados a los costados del vehículo y al frente solo hay dos, supongo que el del piloto y copiloto. Mi padre y Joseph los ocupan. Me siento en la fila derecha detrás de mi padre, a mi lado Fabio, al frente Víctor y las chicas.
—La espada te aceptó —dijo Joseph con un tono seco.
—Sí, sin querer lance un rayo —reí con nerviosismo— ¿Adivinen? Arregle la pared que rompió el rayo controlando la tierra.
—Y sin ayuda —intervino Fabio.
—Que bueno, Kolie —dijo Andrea.
—Al parecer tienes todo bajo control y eso que no has dado clases —mencionó Marie.
—Hija, estoy orgulloso de ti —mi padre me regalo una mirada tierna.
—Bueno, no sé que decir —comenzó Víctor— Veo que eres muy capaz.
—Fabio, el mapa —pidió Joseph y el aludido le extendió el teléfono para que lo conectara en una pantalla grande que hay sobre nuestras cabezas en el techo de la nave.
Respiré profundamente, y comenzamos a movernos. Me preocupa Kate, debe estar aterrorizada. Espero que noble hagan daño. Si le inyectaron lo mismo que a la profesora Gluf debe estar paralizada, sin poder islas sus poderes. Pese a nuestras diferencias quiero a mi amiga, justo ahora nuestra relación se estaba restableciendo. ¿Por qué la eligió a ella? ¿Cómo supo que nos arreglamos?
—Kolie —Fabio me saca de mis pensamientos.
—¿Si?
—Domina la tierra, eso es evidente. ¿Qué hay de los otros elementos?
—No lo sé, siempre se descontrolan y todo depende de mis emociones.
—Creo que necesitas relajarte. Aprovecha ahora, inténtalo.
—¿Qué hago?
—Cierra los ojos, piensa en el fuego el agua, el aire y la tierra. Piensa en las veces que has sentido ese poder recorrerte.
Hice lo que me pidió; recordé el secuestro de Kely y el terremoto en la casa. La brisa que me calmó cuando estaba furiosa. El teléfono que se derritió en mi mano cuando hablé con mi padre pensando que era Dard. El agua del río que terminó empapándome y en ese recuerdo, el polvo que me dio la vecina, ese que era para dormir. ¿Será que Dard tiene conocimientos de alquimia? Como ese polvo, la sustancia que le suministraron a Gluf es un químico, posee ingredientes que paralizan el cuerpo y duerme la magia. Abro los ojos de golpe.