La heredera de Lyuvov (libro 1)

Capítulo 33: “La ley”

Claus Flimerg, el viejo amigo de mi abuela. Increíble. Aún no puedo entender el por qué de todo lo que hizo.

¿Por qué la mató a ella? ¿Por qué pensó que ella robó el collar cuando evidentemente fue Armin quien armó la escena?

Salgo de la sala donde tienen a mi madre, bastante atolondrada me encuentro luego de descubrir el nombre de mi "abuelo materno". Escucho por casualidad un cuchicheo entre las enfermeras.

—¡Hoy ha sido un día terrible! —exclama la más bajita de pelo rubio claro.

—Sin contar lo que le han hecho al pobre Fabio. ¡Esa Armin! Será reina y todo, pero es una loca —dijo indignada la más alta que tiene el cabello en dos tonalidades, rojo y negro en las puntas.

—¿Y qué me dices de la otra?

—¿Kolie? Esa yo no sé que pinta aquí. Fíjate en ella, tan esbelta y fina, una torpe. El otro día vi como se enfrentó a Fabio cuando entrenaba a unos niños.

—¡No me digas! La cogieron con el pobre muchacho, tan bueno y poderoso que es —la rubia abrió la boca asombrada.

No aguanto más la conversación sin base, ni sentido, que tienen estas dos. Me aclaro la garganta anunciando mi presencia, las mujeres palidecieron al punto que pensé que les iba a dar un ataque aquí mismo.

—Lo sentimos —dicen nerviosas al unísono.

—¿No tienen nada que hacer? —interrogué con voz autoritaria y firme.

En momentos como este agradezco la actitud de mi abuelo. Sé cómo tratar a las personas para que me respeten y más cuando tengo razón. Mi tiempo en la compañía Lyuvov me ayudó a entrenarme como líder. Ahora que pienso en ello, ¿tal vez mi abuelo se imaginaba algo de esto? Por eso intercedió en mi vida de la forma en que lo hizo. Si me hubiese dedicado solamente a la escritura probablemente ahora sería una chica soñadora y sin aspiraciones. Con la cabeza navegando entre tanta magia.

—Kol, hija, ¿sobre qué querías hablar? —pregunta mi padre llegando a la enfermería.

—¿Dónde dejaste a Kely? ¿Con quién?

—En tu habitación con Kate, Marie, Andrea y Armin, no soy un irresponsable. Ellas han demostrado que son de confianza, ¿no?

—No lo sé, yo ya no confió en nadie. Pero con ellas estará bien, si le hacen algo ya saben que les arrancaré la cabeza sin pensarlo.

Cuando se trata de la seguridad de Kely me transformo, y como siempre digo cosas impulsivas.

—Aparta la violencia de tu vida —me abraza y besa mi frente— ¿Sobre qué querías hablar? Pobre de tu madre, por suerte llegaste a tiempo, antes de que es maldito Dard le hiciera más daño.

—Yo —respiro profundamente para armarme de valor—, yo fui quien dejó a mamá en ese estado —confieso.

—¿Cómo? ¿Por qué le harías eso a tu madre? Tal vez... —hizo una pequeña pausa—, ¿Armin te obligó?

—No, fue mamá quien me obligó.

—¡Tu madre no atentaría contra su propia vida! ¡Gya fue hechizada! Estoy seguro.

—No, papá. Mamá es... ella es... —las palabras se quedan atoradas en mi garganta. No puedo pronunciar ni una sílaba.

—Korlec —Joseph llega—, no vamos a hacer las cosas difíciles. Sabemos que amas a Gya, y ella cometió un grave error. Eso no la convierte en una mala persona, pero es demasiado vulnerable y no podemos permitir que Dard se vuelva a acercar a ella. Le pedí a dos estudiantes que la vigilen, también le puse un hechizo paralizante como a Fabio.

—¡¿Paralizaste a mi esposa?! —rugió mi padre molesto.

—Papá —intenté calmarlo.

—Explíquenme el pecado mortal que cometió Gya. Cuéntenme el terrible error que cometió, justifiquen el hecho de que la paralicen y casi la maten por hipotermia —mi padre agarra a Joseph por el cuello, siento que va a matarlo si no hago algo de inmediato.

—Mamá es hija de Dard —grito, de nuevo por impulso y sin medir las consecuencias.

—¿Cómo dices? —mi padre suelta a Joseph y me mira perdido.

—Ella nos traicionó, siempre lo ha estado ayudando. Fue ella quien se disfrazó de Kate y a quien rescatamos ayer.

—No me lo creo. ¿Tienes pruebas de eso? Hija, es tu madre.

—Mi propia madre fue quien me confirmó todas mis sospechas. Acabo de hablar con ella. Ya conozco la identidad de Dard.

—No, no, tiene que haber un error.

—No lo hay.

—La conozco desde que es una niña. Gya creció huérfana.

—Eso nos hicieron creer.

—No —niega con la cabeza y pasa sus manos, desesperado, por su pelo.

—Papá, escucha, la traje de esa forma porque ella seguía empecinada en apoyar a Dard. En crear un nuevo mundo sin magia.

—¿Por qué? ¿Por qué a nosotros?

—El padre de mamá, conocía a mi abuela Aurora de aquí, de la academia Kusmet.

—Claus Flimerg —alza la voz Joseph—, el verdadero guardián del collar. Kolie al ser su nieta, también hereda la habilidad de guardiana.

—Ese tal Flimerg, ¿qué problema tenía con mi madre? ¿Cómo adquirió el rostro de mi padre?

—Bueno, Korlec, siempre has tenido la habilidad de redactar conjuros nuevos y poderosos. Gya lo consiguió para él sin que lo notaras.

—Es decir, que desde pequeños me traiciona. ¡¿Tiene una doble vida?!

—Papá, por favor, cálmate.

—Iré a hablar con ella ahora —grita él y Joseph lo sostiene.

—Está paralizada. Ahora es mi turno de admitir mi culpabilidad en todo esto.

—¡¿Tú?! —exclamamos mi padre y yo al mismo tiempo.

—Yo fui quien encontró el cuerpo casi sin vida de Claus, fui yo quien lo salvó de morir por la grave quemadura que hizo en su cuello y parte de su rostro el collar.

—Josh, tú no tenías idea de que él se convertiría...

—No, Kolie. Tengo culpa sí, le salvé la vida, le di una oportunidad para que cumpliera su objetivo en esta vida aún sabiendo que sería dañino para otras personas.

—Tú no tenías idea de que se convertiría en Dard.

—No, eso no lo sabía. Lo que si sabía es que intentaría matar a Aurora y no lo evite, pensando que por primera vez el espejo se equivocaba.

—Explícate, no entiendo —le informo y los tres nos sentamos en los bancos de la enfermería.



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En el texto hay: magia poderes y secretos

Editado: 27.12.2021

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