La heredera de Lyuvov (libro 1)

Capítulo Especial 1

Domingo, 14 de febrero de 2010.


La pequeña Kolie jugaba en el jardín con su madre que ya tenía aproximadamente veintiséis semanas de embarazo. El padre leía un libro de cubierta marrón a unos metros de ellas.

—¡Hola! —gritó alegremente Ryalin moviendo su brazo de un lado a otro desde la entrada del jardín trasero de la vivienda.

—Hola. ¿Cómo estás, hermanita? —la saluda Korlec acercándose a ella para darle un beso en la mejilla.

—Muy bien. ¡Feliz día del amor! —exclama y saca de su bolso una cajita rectangular bien forrada con papel regalo azul.

—¿Qué es? —preguntó mientras la abría—. Wao, es evidente que eres mi hermana y sabes lo que me gusta, ya casi se me acababa el mío. Gracias por este perfume. También tengo algo para ti —sacó de su bolsillo una llave—. Es la llave de tu nuevo departamento. ¡Sorpresa! Ahora eres libre de hacer lo que te plazca.

—Te amo, hermano.  —Saltó sobre su cuello para abrazarlo con fuerza.

—¿Sabes? Este 14 de febrero es especial. No puedo pedir más, tengo a la mejor familia del mundo —sonrió y observó a su esposa e hija que reían a carcajadas organizando los juguetes.

—Pronto tendremos otra pequeña corriendo por el jardín —sonrió Ryalin.

—Kely.

—¿Quién?

—Ese será el nombre de mi otra pequeña... Kely Zavet.

—Kely... combina con Kolie, me gusta —su sonrisa se ensanchó imaginándose a sus dos sobrinitas junto a ella.

La vida la había privado de poder ser madre, pero su hermano le dio la oportunidad de ser tía. Sus sobrinas eran para ella sus hijas y así debía ser.

—Iré por unas cervezas y refresco para la niña, regreso rápido de la tienda —anunció Korlec.

—¡Claro! Yo mientras tanto me sumaré a la diversión y le daré mis regalos a esas dos bellas mujeres de allá —señaló hacia Gya y Kolie.

Caminó hasta ellas, las saludó, entregándole a cada una un presente y mostrando orgullosa la llave de su nuevo departamento. Al rato agarró una pelota y la lanzó al aire, las otras dos se levantaron del césped y jugaron las tres mostrando todo el esplendor de la familia feliz que eran.

Korlec salió en su auto hacia la tienda, pero fue interceptado, dos furgonetas negras le impidieron el paso. De ellas salieron en fila alrededor de diez hombres armados y encapuchados que lo sacaron del vehículo amenazándolo con disparar. No pudo realizar la compra ni regresar a casa.

Dyado se dirigía a casa de su hijo a celebrar el día de San Valentín cuando recibió una llamada de un número desconocido. Él odia ese tipo de llamadas, la mayoría son solo spam promocional.

—¿Quién habla? —respondió cortante.

—Señor Dyado, si desea volver a ver a su hijo con vida deberá entregarme un millón de dólares en efectivo.

—¿Quién rayos habla?

—Tiene seis horas o lo lamentará. Debe dejar el dinero en la caja 026 del subterráneo.

—Maldito loco, deja de molestar —colgó.

Al entrar en la casa vio a su hija, su nuera y su nieta jugando en el jardín con una pelota. Las tres se veían espléndidas disfrutando del momento. Ryalin al verlo salió corriendo para saludarlo, mientras tanto Gya fue a lavarle las manos a la pequeña Kolie que se había manchado de barro.

—¡Felicidades papá! —dijo abrazándolo y besando su frente—. Tu regalo esta en mi bolso ahora lo traigo.

—¡Felicidades querida! —miró para cerciorarse de que su nuera no regresaba y la tomo del brazo acercándola para hablarle al oído—. ¿Dónde está tu hermano?

—Fue a comprar cervezas, ¿por qué?

—Habla bajo. Recibí la llamada de un loco pidiéndome dinero.

—¿Dinero?

—Dijo que tenía a mi hijo, pero es mentira. Relajémonos hasta que él regrese.

—Papá, debemos llamarlo para comprobar que todo está bien, ¿y si fuese verdad?

—Claro que no. Hoy es un día festivo, fue un loco el que llamó, tranquila.

Las seis horas pasaron y Korlec no daba señales, Dyado tampoco se inmutó en buscarlo. Ryalin disimulaba bastante mal su nerviosismo, y Gya lo asoció a su desesperación por no estar junto a su esposo ese día. Y ya que pensaba en esposos se preguntó a donde había ido el de ella que llevaba casi seis horas desaparecido.

—¿A dónde dices que fue Korlec, Rya? —interrogó apoyándose con cuidado en una silla del comedor.

—Ya te dije, el negocio primero. A esa gente siempre se le ocurren reuniones de último minuto —mintió hábilmente, pero en su mente resonaba la preocupación.

Dyado fue a buscar más hielo para su wisky y Ryalin lo siguió para hablar sin que su cuñada lo notase.

—Papá, Korlec no ha regresado y su teléfono está apagado, ¿qué ocurre?

—No lo sé, pero ¿sabes cuánto es un millón de dólares?

—Nada que se pueda comparar con la vida y seguridad de mi hermano.

—¿Y si dijo lo de las cervezas para ver a otra mujer y está disfrutando el día del amor?

—Sabes perfectamente que mi hermano ama a su esposa, jamás la traicionaría.

—No voy a dejar ese dineral en un cajón para que venga un desquiciado a robármelo.

—Solo te advierto, si algo le ocurre, nunca te perdonaré.

—Escúchame bien Ryalin, tu hermano está perfectamente y si algo le ocurre tú no vas a decir nada porque Gya se llevará a las niñas y no volveremos a verlas nunca. ¿Eso quieres? Cierra la boca y cubre a tu hermano que debe andar con otra mujer.

Dyado zanjó el asunto y siguió actuando como si nada ocurriese. Al finalizar la velada y Kolie quedarse dormida, Gya continuó insistiendo.

—¿No les parece que la reunión se ha extendido demasiado? —preguntó Gya mirando el reloj nerviosa.

—Querida, cálmate, en tu estado es mejor que descanses —le contestó Dyado acompañándola a su habitación—. Duerme, ya verás que pronto llega. Es solo trabajo, ya sabes que nuestra compañía está empezando luego de la abrupta caída que sufrió cuando mi padre murió y no debemos perder los avances.



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En el texto hay: magia poderes y secretos

Editado: 27.12.2021

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