Una semana después de que Armin asumiera el trono.
Una chica de unos veintiocho años está sentada en un tronco pequeño dibujando en la cima de una colina el paisaje que se extiende frente sus ojos. Su pelo negro azabache le cae en ondas hasta el suelo, usa un reluciente vestido verde esmeralda lleno de hermosos vuelos y lazos. Sus ojos son de un color púrpura muy oscuro con algunos puntitos brillantes en su interior, similares a un cielo nocturno estrellado, y sus labios rojo sangre.
—¡Armin! —grita emocionado un joven de cabello plateado corriendo hacia ella— Te he traído una carta del Sir. Maxvill.
—Tírala por ahí —responde la aludida de forma despectiva—. Sabes que odio que me interrumpan cuando pinto, esto me relaja y me estresan las insolencias. Que no vuelva a ocurrir, Ather.
—Perdona hermana —el chico baja la cabeza.
—¿Qué te hiciste en el pelo? —chillo la joven al ver el extravagante color.
—Practicaba un hechizo y mi cabello se volvió de esta forma. —Ather se encogio de hombros con una sonrisa radiante.
—Encima, descuidado —soltó el pincel enojada y se levantó acomodándose el vestido— Veamos a Fredrick para que te arregle.
—Me gusta este nuevo estilo, nadie tiene el pelo así en todo Lyuvov. —reclama.
—Soy tu hermana mayor, reina de este lugar y no me gusta que tengas el pelo plateado. ¿No se entiende?
—¿Siempre debo hacer lo que tu quieres?
—Por su puesto —Armin agarró a Ather por la oreja y lo arrastró colina abajo.
—Mi bella Armin, ¿cuánto tiempo? ¿Este joven la está molestando? ¿Recibió mi carta? —un galante caballero de armadura reluciente llegó junto al dúo de hermanos. Sus ojos son azules, su cabello castaño claro lacio y tiene una ligera barba de tres días asomándose por su rostro.
—Estaba a punto de entregársela Sir. Maxvill —Ather agitó la carta en el aire— Pero ya ve cómo es mi querida hermana, no le gusta mi cabello y no ha podido leerla.
—¿Sir. Maxvill que desea? —interrogó Armin con tono prepotente.
—Ansiaba verla mi bella princesa. —Respondió haciéndole una reverencia.
—Soy reina, no te confundas. Yo no tengo ni el menor interés en verlo, así que puede marcharse por donde llegó. ¡Camina Ather! —exigió— Hay que arreglar ese desastre antes de que alguien lo vea y diga que la reina de Lyuvov tiene un hermano loco.
Armin dejo a su hermano junto al hechicero real para que le modificara el cabello a un color normal. Caminó por un extenso pasillo hasta su habitación, justo en la puerta la espera Sir. Maxvill.
—No quise ofenderla mi reina, solo que aún no me acostumbro a que tan joven heredase el trono.
—Mi padre y mi madre murieron, le recuerdo. Mi único hermano tiene apenas 19 años, es un pequeño malcriado, así que dígame —paseó su dedo indice por el cuello del caballero— ¿Quién podría ser la reina si no soy yo?
—Na.. Nadie. —tartamudeo, su rostro se puso rojo y sus ojos divagaban fuera de órbita al tener a la bella Armin frente a él.
—¿Qué quieres? Te dije que no deseo verte.
—A... Armin yo... te amo.
—Insolente, ¿cómo osas mentirle a tu reina?
—No, jamas le mentiría, yo traigo una prueba de mi amor —rebusco dentro de su armadura y saco un anillo en forma de espiral— ¿Lo acepta? —Armin tomo el anillo entre sus manos, le dio varias ojeadas y sonrió.
—¿Dices que tu amor esta representado por este anillo?
—Sí.
—¿Quieres estar toda la vida junto a quien posea este anillo?
—Sin dudas —sonrió esperanzado.
—Muy bien, toda buena reina debe cumplir los deseos de sus súbditos.
“Si tu amor con un anillo has de demostrar, quédate junto a la joya por toda la eternidad. Nadie podrá liberar esta alma jamás, y quien ose el legado robar estará condenado solo a matar.”
Dijo este conjuro y el hombre quedó encerrado dentro del anillo instantáneamente.
—Que tonto —susurró al anillo— Es la primera vez que me sale un hechizo tan poderoso, al parecer los elementos no son mi único legado.
—Listo, hermana, mi cabello ya tiene su color natural —el chico llegó acomodándose el pelo.
—Perfecto. Ather, ve a darle una compensación a la familia Maxvill por perder a su hijo en una misión oficial ordenada por la reina.
—¡¿Qué?! ¿De qué hablas? Él estaba aquí hace unos minutos.
—Aprende que las ordenes de la reina no se cuestionan.
—¿Por qué rayos eres tan mala? En serio, ¿me gustaría saber si por una vez en tu vida le has dado una oportunidad al amor?
—Lo intento, pero ese hombre solo me quiere por mi posición.
—No, hermana, quiero que leas esta carta y me digas que solo te quería por tu posición —le extendió el sobre y ella lo rechazó con la mano, aunque es difícil de creer y él quisiera obviarlo, sabía que su hermana había desaparecido al caballero porque intentó acercase demasiado—. Solo ves lo malo de los que te rodean, solo te importan las apariencias. Ves a tu pueblo feliz, pero eso no te complace porque tu alma es más oscura que el mismísimo infierno.
—No te atrevas... —de las manos de Armin salieron dos bolas de fuego y el piso comenzó a vibrar.
—¡Mátame! Mata al único idiota que luego de todos tus maltratos sigue a tu lado. Destrúyeme, déjame salir de tu vida y renacer junto a una familia que me ame de verdad.
—¿Eso quieres? —el fuego se apagó y el suelo se quedó estable.
—No, te estoy mintiendo. ¿Sabes lo que quiero? Quiero estar a tu lado hasta mi último minuto en esta vida, en la siguiente, y en muchas más. ¡Quiero ser tu hermano por toda la eternidad! Pero eso para ti no es nada.
—Muy bien, toda buena reina debe cumplir los deseos de sus súbditos. Reúne a los magos más poderosos de toda la ciudad.
—¿Para qué?
—Seré tu hermana por toda la eternidad, solo debes conseguir que me encierren dentro de un objeto.