La Heredera del Ciclo

La Heredera del CicloCapítulo 1: La Niña Sin Nombre

Nadie la vio llegar.

No cruzó portales. No descendió del cielo. No emergió de las raíces del bosque. Simplemente… apareció. Sentada en el centro del Santuario de los Ecos, con los ojos abiertos y la luna invertida brillando en su frente.

Tenía unos diez años. Piel dorada por el sol. Cabello oscuro, ondulado, con hilos plateados que no pertenecían a su edad. No hablaba. No lloraba. Solo observaba.

Lyra fue la primera en encontrarla.

—¿Quién eres? —preguntó, arrodillándose frente a ella.

La niña no respondió. Pero el Santuario sí.

Las paredes líquidas comenzaron a vibrar. Las lunas compartidas se detuvieron. Y los ecos… susurraron.

"Ella no es llegada. Es regreso."

Kael apareció detrás de Lyra, con el vínculo temblando en su pecho.

—¿La llamaste tú?

Lyra negó. —No. Pero creo que nos estaba esperando.

---

Eira fue la primera en intentar comunicarse.

La niña no hablaba, pero cuando Eira soñó cerca de ella, vio algo que no era suyo: un eclipse invertido, flotando sobre un campo de estrellas rotas. Y en el centro, la niña… llorando sin lágrimas.

—Está conectada a los ecos —dijo Eira al despertar—. Pero no como nosotros. Ella no los escucha. Los crea.

Thalen confirmó la anomalía. El viento alrededor de la niña no obedecía las corrientes mágicas. Se movía en espiral, como si girara en torno a un centro invisible.

Solan intentó encender una llama cerca de ella. La llama se volvió azul. Luego negra. Luego desapareció.

—No absorbe magia —dijo—. La transforma.

Neris, en silencio, extendió una sombra hacia la niña. La sombra se detuvo. Se dobló. Y comenzó a escribir sobre el suelo:

"No tengo nombre. Pero tengo ciclo."

---

Esa noche, el Santuario cambió.

Las lunas compartidas comenzaron a girar en sentido contrario. Las puertas entre planos se cerraron solas. Y los recuerdos almacenados en las paredes líquidas comenzaron a borrarse.

Lyra convocó al Consejo.

—No es una amenaza —dijo—. Es una señal. El ciclo no terminó. Solo cambió de forma.

Kael se acercó a la niña. Su vínculo vibraba con fuerza. —¿Qué eres?

La niña lo miró por primera vez. Sus ojos eran oscuros, pero dentro de ellos… giraban constelaciones.

—Soy lo que viene después del final.

---

Lyra se sentó junto a ella. —¿Quieres que te nombremos?

La niña negó con la cabeza. —No aún. Los nombres atan. Yo aún soy movimiento.

Kael sonrió. —Entonces serás eso. Movimiento.

Eira la llamó Eco. Solan, Luz. Neris, Ciclo. Thalen, simplemente, Ella.

Pero Lyra la llamó Herencia.

Y el Santuario… aceptó.

---

Esa noche, mientras todos dormían, la niña caminó sola por el Santuario. Tocó cada pared. Cada luna. Cada rincón.

Y en cada uno, dejó una marca.

No de poder.

De posibilidad.

Porque el ciclo no había terminado.

Apenas comenzaba.

---



#1347 en Fantasía
#209 en Magia

En el texto hay: magia arcana

Editado: 30.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.