La Heredera del Ciclo Capítulo 2: El Santuario Invertido

El Santuario de los Ecos comenzó a girar.

No físicamente. Espiritualmente.

Las lunas compartidas, antes sincronizadas, comenzaron a moverse en direcciones opuestas. Las paredes líquidas mostraban recuerdos que no pertenecían a nadie. Y en el centro, la niña sin nombre caminaba descalza, dejando huellas que brillaban… y luego desaparecían.

Kael lo notó primero.

—Los planos están temblando —dijo, mientras su vínculo vibraba con una frecuencia desconocida—. No por magia. Por ella.

Lyra observó en silencio. La niña no hablaba. Pero el Santuario sí.

"El ciclo se está reescribiendo."

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Thalen intentó cruzar el portal hacia el plano de los vientos. Al llegar, el aire estaba detenido. Suspendido. Como si el tiempo hubiera olvidado moverse.

Eira soñó con el plano de los reflejos. Pero esta vez, su reflejo no era ella. Era la niña. Mayor. Con ojos sin pupilas.

Solan encendió una llama en el plano de los errantes. La llama se convirtió en agua. Luego en sombra. Luego en silencio.

Neris extendió una sombra hacia el plano de los olvidados. La sombra se quebró. Y de ella emergió una voz:

"Ella no pertenece. Pero tampoco invade. Ella… invierte."

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Los aprendices comenzaron a tener visiones.

No sueños.

Fragmentos.

- Neris vio a Lyra enfrentando a Kael en un Santuario roto.
- Solan vio a sí mismo guiando a una niña que no lo reconocía.
- Eira vio el Jardín de los Sueños marchito, con flores que lloraban.
- Thalen vio los Puentes del Aire colapsar, como si el cielo se negara a sostenerlos.

Lyra soñó con el eclipse invertido… multiplicándose.

Kael soñó con la niña… llamándolo “padre”.

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Las paredes líquidas comenzaron a borrar recuerdos.

No los antiguos.

Los recientes.

Lyra intentó recordar el día en que la niña apareció. No pudo.

Kael intentó recordar su última conversación con Lyra. Estaba fragmentada.

Los aprendices comenzaron a olvidar sus propios nombres.

El Santuario estaba invirtiendo el ciclo.

No destruyéndolo.

Reescribiéndolo.

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Lyra reunió al Consejo.

—El Santuario está reaccionando a ella. No como amenaza. Como origen.

Kael se acercó. —¿Y si el legado no puede sostenerla?

Lyra lo miró. —Entonces debemos elegir. No entre protegerla o sellarla. Sino entre comprenderla… o temerla.

Los líderes guardaron silencio.

La niña apareció en el centro.

—No vine a romper. Vine a recordar lo que fue antes del eclipse.

Lyra se arrodilló. —¿Y qué fue?

La niña sonrió. —Una elección que nadie hizo.

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Esa noche, el Santuario giró por completo.

Las lunas compartidas se alinearon… en forma invertida.

Los planos se estabilizaron… pero mostraban rutas nuevas.

Y en el cielo, una nueva luna apareció.

No creciente.

No llena.

Una luna invertida.

La niña la miró.

Y por primera vez… sonrió.

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