La Heredera del Ciclo

La Heredera del Ciclo Capítulo 9: El Plano de las Decisiones

El Santuario sin forma comenzó a latir.

No como corazón.

Como red.

Cada emoción tejía una ruta. Cada pensamiento abría un plano. Cada silencio creaba una bifurcación. Y en el cielo, la luna sin forma giraba lentamente, mostrando fragmentos de realidades que aún no habían sido vividas.

Aelira lo sintió primero.

—El ciclo ya no es uno —dijo—. Es todos.

Kael la observó. Su vínculo, aunque liberado, comenzaba a reconstruirse. No por necesidad. Por resonancia.

—¿Y si cada decisión crea un mundo? —preguntó.

Aelira lo miró. —Entonces debemos aprender a caminar… sin miedo a multiplicarnos.

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Los aprendices se reunieron en el centro del Santuario. La luna sin forma descendió, tocando el suelo con luz líquida. Al contacto, el espacio se abrió. No como portal. Como espejo.

Cada uno vio una versión de sí mismo.

- Neris vio una sombra que nunca fue abrazada.
- Solan vio un fuego que solo destruyó.
- Eira vio un sueño que se convirtió en prisión.
- Thalen vio un vuelo que nunca regresó.
- Kael vio un vínculo que se volvió cadena.

Aelira caminó hacia el espejo.

—No debemos elegir entre versiones —dijo—. Debemos aprender de ellas.

Y cruzó.

*

El plano de las decisiones no tenía suelo.

Tenía rutas flotantes.

Cada paso creaba una bifurcación. Cada palabra, una realidad. Cada emoción, una consecuencia.

Los aprendices comenzaron a caminar.

- Neris eligió perdonar a su sombra. La ruta se volvió luz.
- Solan eligió apagar su fuego. La ruta se volvió canto.
- Eira eligió despertar. La ruta se volvió jardín.
- Thalen eligió detenerse. La ruta se volvió puente.

Kael dudó.

No por miedo.

Por memoria.

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Cada vez que un aprendiz tomaba una decisión, Aelira se fragmentaba.

No en dolor.

En entrega.

- Una parte de ella vivía en la luz de Neris.
- Otra, en el canto de Solan.
- Otra, en el jardín de Eira.
- Otra, en el puente de Thalen.

Kael lo notó.

—Estás convirtiéndote en decisión —dijo.

Aelira lo miró. —No vine a ser guía. Vine a ser posibilidad.

Kael tembló. —¿Y si desapareces por completo?

Aelira sonrió. —Entonces seré parte de todo.

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Kael caminó solo por una ruta que no se había formado. Al avanzar, el espacio se volvió líquido. Y en él… vio algo.

No una versión.

Una memoria.

Lyra.

Sentada bajo una luna sin forma. Su marca brillaba. Su voz era viento.

—¿Aún me llevas dentro? —preguntó.

Kael asintió. —Pero no sé si debo reconstruir el vínculo.

Lyra lo miró. —¿Por qué lo soltaste?

Kael respondió: —Para que pudieras expandirte.

Lyra sonrió. —Entonces no lo soltaste. Lo convertiste en legado.

Kael lloró. —¿Y si quiero volver a sentirte?

Lyra tocó su pecho. —Entonces elige. No por mí. Por ti.

Kael despertó.

Y eligió.

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Kael caminó hacia el centro del plano.

Aelira lo esperaba.

—¿Has decidido? —preguntó.

Kael asintió. —No reconstruiré el vínculo. Lo compartiré.

Aelira extendió la mano. —Entonces serás parte del ciclo.

Kael tocó su palma.

Y el vínculo se dispersó.

- Una parte fue a Neris.
- Otra, a Solan.
- Otra, a Eira.
- Otra, a Thalen.
- Otra… a Aelira.

El plano vibró.

Las rutas se estabilizaron.

La luna sin forma brilló.

Y en su centro… apareció una palabra.

“Legado.”

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El Santuario sin forma se convirtió en red emocional.

Los aprendices se convirtieron en arquitectos de realidades.

Aelira, cada vez más fragmentada, se volvió parte de cada decisión.

Kael, al soltar y compartir, se convirtió en memoria viva.

Lyra, desde todos los planos, susurraba en cada elección.

La luna sin forma giró una vez más.

Y mostró un plano que aún no existía.

Porque el ciclo… aún tiene caminos por descubrir.

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En el texto hay: magia arcana

Editado: 19.10.2025

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