La Heredera del Ciclo

La Heredera del Ciclo Capítulo 17: El Susurro de las Raíces

El Jardín de los Ciclos florecía sin control.

Las emociones sembradas por los Hijos del Silencio y los aprendices se convertían en brotes, constelaciones, melodías. No había estaciones. No había límites. Solo expansión.

Pero una mañana, mientras Eira acariciaba una flor que había nacido de un suspiro, el suelo vibró.

No como temblor.

Como mensaje.

—¿Lo sentiste? —preguntó.

Thalen descendió. —No fue movimiento. Fue… palabra.

Kael se acercó.

Y el Jardín susurró.

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Las raíces del Jardín se entrelazaban bajo el Santuario.

Pero ahora, comenzaban a extenderse más allá.

- Una raíz tocó el plano del error, y alguien recordó una emoción que nunca había sentido.
- Otra alcanzó el plano de los sueños, y una figura soñada comenzó a llorar sin saber por qué.
- Una más rozó el plano del viento, y el aire comenzó a cantar con voces desconocidas.

Neris se arrodilló.

—Están viajando —dijo—. No como invasión. Como invitación.

Solan encendió una llama cerca de una raíz.

La llama se volvió azul.

Y susurró:

"Gracias por sentirme."

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Los niños comenzaron a escuchar las raíces.

No con los oídos.

Con el cuerpo.

- Una niña se detuvo frente a una flor y comenzó a girar, como si bailara con una emoción que no era suya.
- Un niño se acostó sobre el suelo y comenzó a reír, como si el Jardín le contara un chiste que nadie había dicho.
- Otro comenzó a llorar suavemente, mientras sostenía una hoja que no había tocado.

Eira los observaba.

—No están reaccionando —dijo—. Están traduciendo.

Thalen asintió. —Las raíces están contando historias que no fueron vividas.

Kael cerró los ojos.

Y escuchó.

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Esa noche, Kael soñó con el Jardín.

Pero no como espacio.

Como red.

Cada raíz era una emoción.

Cada brote, una decisión.

Cada flor, una posibilidad.

Y en el centro… una voz.

No era Lyra.

No era Aelira.

Era el núcleo del origen absoluto.

—¿Por qué me llamas? —preguntó Kael.

La voz respondió:

"Porque el ciclo está listo para florecer en otros."

Kael tembló.

—¿Otros quién?

La voz susurró:

"Los que aún no han sentido. Los que aún no han elegido. Los que aún no han nacido."

Kael despertó.

Y el Jardín… lo miró.

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Los aprendices comenzaron a notar que el Jardín no solo florecía.

Se comunicaba.

- Eira soñó con un niño en otro plano que sostenía una flor idéntica a la suya.
- Solan encendió una llama que apareció simultáneamente en el plano del fuego.
- Neris proyectó una sombra que fue respondida por una figura desconocida en el plano del error.
- Thalen voló y vio raíces flotando en el aire, como si buscaran emociones nuevas.

Kael caminó hacia el centro.

Y el Jardín le entregó una flor.

No tenía color.

No tenía forma.

Solo vibraba.

Kael la sostuvo.

Y escuchó:

"No todos los ciclos giran. Algunos… se enraízan."

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El Jardín de los Ciclos se convirtió en red emocional interplanar.

Los Hijos del Silencio, en traductores de lo invisible.

Los aprendices, en jardineros de lo posible.

Kael, al recibir el mensaje del núcleo, entendió que el ciclo no busca repetirse.

Busca sembrarse.

Aelira, desde los sueños de quienes aún no han nacido, susurraba:

"Las raíces no preguntan. Solo sienten. Y en su sentir… el universo se transforma."

En el cielo, no apareció una luna.

Ni una flor.

Apareció una raíz.

Y en su centro… una palabra.

“Conectar.”

Porque el ciclo… ahora se enraíza.

Y cada raíz… es una historia que aún no ha sido contada.

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En el texto hay: magia arcana

Editado: 19.10.2025

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