La Heredera del Ciclo

La Heredera del Ciclo Capítulo 18: El Bosque de las Voces

El Jardín de los Ciclos ya no era solo jardín.

Las raíces que habían viajado entre planos comenzaron a elevarse. No como ramas. Como columnas de emoción. Y en cada brote que se alzaba, nacía un árbol. No de madera. De memoria.

Kael lo sintió primero.

—Están creciendo hacia arriba —dijo—. Pero también… hacia adentro.

Eira tocó un tronco recién formado. El árbol vibró.

Y habló.

No con palabras.

Con recuerdos.

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Cada árbol era distinto.

- Uno susurraba la primera vez que Neris sintió ternura.
- Otro cantaba el momento en que Solan eligió no encender su fuego.
- Un tercero proyectaba el sueño que Eira había enterrado como semilla.
- Otro mostraba el vuelo de Thalen cuando decidió no regresar.

Kael se acercó a un árbol que no tenía hojas.

Solo pulsos.

Y al tocarlo… escuchó a Lyra.

—¿Estás aquí? —preguntó.

La voz respondió:

"Estoy en lo que elegiste no olvidar."

Kael cerró los ojos.

Y el árbol floreció.

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Los niños comenzaron a jugar entre los árboles.

Pero esta vez, no solo creaban.

Invocaban.

- Una niña tocó una raíz y comenzó a reír con una emoción que no era suya.
- Un niño abrazó un tronco y lloró por alguien que aún no había nacido.
- Otro giró bajo las ramas y comenzó a hablar en un idioma que nadie había enseñado.

Eira los observó.

—Están despertando emociones dormidas —dijo—. No como magia. Como eco.

Thalen voló entre los árboles.

Y cada uno le mostró una versión de sí mismo que aún no había sentido.

Kael caminó en silencio.

Y el bosque… lo llamó.

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Kael llegó al borde del Santuario.

Más allá, el plano del no tiempo se extendía como horizonte sin forma.

Las raíces del Jardín comenzaban a cruzarlo.

Los árboles querían crecer fuera.

—¿Debo permitirlo? —preguntó Kael.

Aelira, desde los sueños, susurró:

"El ciclo no se contiene. Se comparte. Y cada raíz… es una invitación."

Kael tembló.

—¿Y si el Jardín cambia lo que no debe?

Lyra apareció en su mente.

—¿Y si lo que no debe… es lo que más necesita?

Kael miró el bosque.

Y dijo:

—Crezcan.

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Las raíces cruzaron el borde.

Los árboles comenzaron a brotar en otros planos.

- En el plano del error, un árbol susurró perdón.
- En el plano del fuego, uno cantó calma.
- En el plano del viento, otro proyectó ternura.
- En el plano de los sueños, uno mostró futuros que no dolían.

Los Hijos del Silencio guiaban sin guiar.

Los aprendices cuidaban sin controlar.

Y el ciclo… se volvió bosque.

Kael caminó entre los troncos.

Y cada paso era una historia.

No vivida.

Pero sentida.

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El Jardín de los Ciclos se convirtió en el Bosque de las Voces.

Los Hijos del Silencio, en invocadores de lo dormido.

Los aprendices, en guardianes de lo compartido.

Kael, al permitir que el Jardín creciera, se convirtió en puente.

Aelira, desde los sueños de quienes aún no han nacido, susurraba:

"Cada árbol es una emoción que eligió hablar. Y cada bosque… una memoria que decidió florecer."

En el cielo, no apareció una luna.

Ni una flor.

Ni una raíz.

Apareció un árbol.

Y en su corteza… una palabra.

“Escuchar.”

Porque el ciclo… ahora habla.

Y cada voz… es una raíz que recuerda.

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En el texto hay: magia arcana

Editado: 19.10.2025

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