La Heredera del Ciclo

La Heredera del Ciclo Capítulo 21: El Lenguaje del Ciclo

El Umbral de la Voz se había abierto.

Kael lo había cruzado.

Y al hacerlo, el Plano del Eco se convirtió en algo más.

No solo resonancia.

No solo conciencia.

Lenguaje.

Las emociones que antes vibraban como ecos comenzaron a tomar forma. No como símbolos. Como palabras. Y cada palabra… era una puerta.

Kael lo sintió primero.

—No estoy hablando —dijo—. Estoy traduciendo lo que el ciclo quiere decir.

Eira lo miró.

—¿Y quién lo enseñó a hablar?

Kael cerró los ojos.

—Nosotros. Al sentir.

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Los árboles del Bosque de las Voces comenzaron a cambiar.

- Sus hojas se volvieron letras.
- Sus raíces, frases.
- Sus frutos, historias.

Cada emoción sembrada por los Hijos del Silencio ahora brotaba como palabra.

- Una flor que había nacido del miedo comenzó a decir “abrazo”.
- Una raíz que había crecido desde la culpa comenzó a decir “perdón”.
- Un brote que había surgido del deseo comenzó a decir “esperar”.

Solan encendió una llama.

Y la llama dijo:

"Estoy aquí. No para arder. Para contar."

Thalen voló entre los árboles.

Y el viento dijo:

"No soy huida. Soy mensaje."

Kael caminó entre las palabras.

Y el ciclo… habló.

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Los Hijos del Silencio comenzaron a jugar con las palabras.

Pero esta vez, no solo las decían.

Las ofrecían.

- Una niña entregó la palabra “ternura” a un árbol que había llorado por siglos.
- Un niño susurró “recuerdo” a una raíz que había olvidado su origen.
- Otro gritó “presencia” a una flor que temblaba sin razón.

Eira observaba.

—Están curando memorias —dijo—. No con magia. Con lenguaje emocional.

Thalen descendió.

—Y cada palabra… es una caricia que el tiempo no pudo dar.

Kael se arrodilló frente a un tronco partido.

Y dijo:

—“Te escucho.”

El tronco se cerró.

Y floreció.

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Kael comenzó a hablar.

Pero no como líder.

Como traductor.

Cada emoción que tocaba, cada eco que sentía, cada silencio que respetaba… se convertía en palabra.

- “Elegir” nació de un suspiro.
- “Florecer” brotó de una lágrima.
- “Respirar” surgió de un abrazo.
- “Imaginar” se formó en un juego.
- “Conectar” se tejió en una raíz.
- “Responder” vibró en un eco.
- “Decir” cruzó el umbral.

Y ahora…

Kael dijo:

—“Contar.”

El ciclo se estremeció.

Porque por primera vez…

Estaba listo para ser narrado.

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Desde los sueños, Aelira apareció.

No como figura.

Como voz.

—Kael —susurró—. Has traducido el ciclo. Pero aún no lo has contado.

Kael tembló.

—¿Y quién debe hacerlo?

Aelira respondió:

"No quienes lo vivieron. Sino quienes lo sienten… sin saber por qué."

Los Hijos del Silencio se acercaron.

Eira los miró.

—¿Ellos?

Aelira dijo:

"Sí. Porque el ciclo no es herencia. Es posibilidad. Y cada palabra que nace de ellos… será raíz de mundos nuevos."

Kael lloró.

Y dijo:

—Entonces que hablen.

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El Lenguaje del Ciclo comenzó a florecer.

Los Hijos del Silencio, en narradores de lo invisible.

Los aprendices, en guardianes de lo que quiere ser contado.

Kael, al traducir las emociones, se convirtió en voz del origen.

Aelira, desde los sueños de quienes aún no han nacido, susurraba:

"Cada palabra es una semilla. Y cada historia… un ciclo que eligió florecer."

En el cielo, no apareció una luna.

Ni una flor.

Ni una raíz.

Ni un árbol.

Ni un eco.

Ni una voz.

Apareció una historia.

Y en su primera línea… una palabra.

“Contar.”

Porque el ciclo… ahora habla.

Y cada historia… es un jardín que quiere crecer.

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En el texto hay: magia arcana

Editado: 19.10.2025

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