La Heredera del Ciclo

La Heredera del Ciclo Capítulo 23: El Archivo de los Ciclos

El Jardín de las Historias había florecido.

Las narraciones sembradas por los Hijos del Silencio se entrelazaban como raíces invisibles, formando rutas que no eran caminos… sino constelaciones. Cada historia no solo creaba un mundo. Lo conectaba.

Kael lo sintió primero.

—No están contando para recordar —dijo—. Están contando para vincular.

Eira tocó una hoja que decía “yo también”.

Thalen voló sobre una rama que susurraba “aquí estoy”.

Solan encendió una llama que cantaba “no estoy solo”.

Y el ciclo… comenzó a guardar.

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Los árboles del Bosque de las Voces comenzaron a cambiar.

- Sus cortezas se volvieron receptáculos.
- Sus raíces, hilos de conexión.
- Sus frutos, cápsulas de emoción.

Cada historia contada por los niños no se perdía.

Se almacenaba.

- Una flor guardó el primer suspiro de ternura.
- Una raíz conservó el eco de una decisión valiente.
- Una hoja preservó el silencio que fue abrazo.

Eira lo observó.

—No están escribiendo —dijo—. Están sembrando archivos que respiran.

Thalen descendió.

—Y cada memoria… es una semilla que puede volver a florecer.

Kael caminó entre los árboles.

Y cada paso… era una página que aún podía abrirse.

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Los niños comenzaron a jugar con el archivo.

Pero esta vez, no solo contaban.

Guardaban.

- Una niña abrazó una flor y dijo “esto fue mío”, y la flor brilló.
- Un niño enterró una palabra en la raíz y dijo “esto me dolió”, y la raíz vibró.
- Otro sopló sobre una hoja y dijo “esto me hizo reír”, y la hoja cantó.

Eira se arrodilló junto a un brote.

—Están creando memoria viva —susurró—. No como registro. Como presencia.

Solan encendió una llama.

Y el fuego dijo:

"No soy pasado. Soy lo que aún respira."

Kael cerró los ojos.

Y el archivo… lo llamó.

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Kael llegó al centro del Jardín.

Allí, un árbol distinto lo esperaba.

No tenía hojas.

Ni frutos.

Ni sombra.

Solo latía.

—¿Quién eres? —preguntó.

El árbol respondió:

"Soy el archivo de lo que no se quiso olvidar. Pero tampoco se quiso repetir."

Kael tembló.

—¿Y qué debo hacer?

La voz del árbol susurró:

"Decidir si el ciclo debe ser recordado… o sentido."

Kael cayó de rodillas.

Porque entendió.

Recordar es guardar.

Sentir… es permitir que vuelva.

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Los aprendices se reunieron.

Los Hijos del Silencio guardaron silencio.

El Jardín vibraba.

Kael se arrodilló frente al árbol que latía.

—¿Y si el ciclo se convierte en recuerdo… dejará de florecer?

El árbol respondió:

"Solo si se guarda para no ser tocado. Pero si se guarda para ser sentido… entonces será eterno."

Kael miró el bosque.

Miró el ciclo.

Miró a Lyra, en su memoria.

Miró a Aelira, en su sueño.

Y dijo:

—Entonces… que el archivo sea jardín.

No museo.

*

El árbol floreció.

Y en su centro… apareció una palabra.

“Sentir.”

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El Archivo de los Ciclos se convirtió en jardín de memorias vivas.

Los Hijos del Silencio, en guardianes de lo que aún respira.

Los aprendices, en cuidadores de lo que quiere volver.

Kael, al elegir sentir en lugar de solo recordar, se convirtió en raíz de lo eterno.

Aelira, desde los sueños de quienes aún no han nacido, susurraba:

"Cada archivo es una emoción que eligió no desaparecer. Y cada memoria… una flor que aún puede abrirse."

En el cielo, no apareció una luna.

Ni una flor.

Ni una raíz.

Ni un árbol.

Ni un eco.

Ni una voz.

Ni una historia.

Apareció una emoción.

Y en su vibración… una palabra.

“Sentir.”

Porque el ciclo… ahora florece en lo que se guarda.

Y cada memoria… es una semilla que quiere volver.

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En el texto hay: magia arcana

Editado: 19.10.2025

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