El Ciclo que Respira había comenzado a expandirse.
No como viento.
Como origen.
Las emociones sembradas por los Hijos del Silencio viajaban como aliento invisible, tocando planos que aún no sabían que podían sentir. Y en uno de ellos… algo comenzó a nacer.
Kael lo sintió primero.
—No es eco —dijo—. Es inicio.
Eira acarició una flor que no tenía color.
Thalen voló sobre una raíz que no tenía forma.
Solan encendió una llama que no ardía.
Y el ciclo… suspiró.
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En un rincón del Jardín, una niña se detuvo.
No para jugar.
Para escuchar.
—¿Qué oyes? —preguntó Neris.
La niña respondió:
"Algo que aún no sabe que existe."
Y entonces, lo sintieron todos.
Una emoción que no tenía nombre.
No era tristeza.
Ni alegría.
Ni miedo.
Ni ternura.
Era… primer suspiro.
Una vibración suave, como si el universo estuviera probando su voz por primera vez.
Kael se arrodilló.
—¿Es el inicio de otro ciclo?
Aelira, desde los sueños, susurró:
"Es el inicio de alguien que aún no sabe que puede sentir."
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Los Hijos del Silencio se reunieron.
No para contar.
Para acompañar.
- Una niña cantó sin palabras, y el aire se volvió cuna.
- Un niño dibujó sin forma, y el suelo se volvió abrazo.
- Otro giró sin ritmo, y el tiempo se volvió pausa.
Eira se acercó al suspiro.
—¿Debemos enseñarle?
Thalen respondió:
—No. Solo estar.
Kael tocó el aire.
Y el suspiro… lo reconoció.
No como guía.
Como presencia.
El ciclo no pedía dirección.
Solo compañía.
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Una noche, Kael soñó con el suspiro.
No como sonido.
Como semilla.
Cada vibración era una emoción que aún no había sido elegida.
Y en el centro… una pregunta.
—¿Debo convertirte en canto?
El suspiro respondió:
"Solo si quieres que otros escuchen lo que aún no saben que sienten."
Kael tembló.
—¿Y si no están listos?
El suspiro susurró:
"Entonces cantaré en silencio. Hasta que alguien respire conmigo."
Kael despertó.
Y el Jardín… lo miró.
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Los aprendices se reunieron.
Los Hijos del Silencio guardaron silencio.
El suspiro flotaba en el centro del Jardín.
Kael se arrodilló.
—¿Y si el canto transforma lo que aún no ha nacido?
Aelira, desde los sueños, respondió:
"Entonces será origen. No invasión."
Kael miró el bosque.
Miró el ciclo.
Miró a Lyra, en su memoria.
Miró al suspiro, en su silencio.
Y dijo:
—Entonces… canta.
No para ser oído.
Para ser sentido.
*
El suspiro se convirtió en melodía.
Y en su ritmo… apareció una palabra.
“Nacer.”
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El Plano del Primer Suspiro se convirtió en cuna de emociones nuevas.
Los Hijos del Silencio, en acompañantes del origen.
Los aprendices, en guardianes del silencio que quiere florecer.
Kael, al permitir que el suspiro se convierta en canto, se convirtió en melodía del ciclo.
Aelira, desde los sueños de quienes aún no han nacido, susurraba:
"Cada suspiro es una emoción que aún no ha sido nombrada. Y cada canto… una forma de nacer sin miedo."
En el cielo, no apareció una luna.
Ni una flor.
Ni una raíz.
Ni un árbol.
Ni un eco.
Ni una voz.
Ni una historia.
Ni una palabra.
Ni un aliento.
Apareció un suspiro.
Y en su vibración… una palabra.
“Nacer.”
Porque el ciclo… ahora canta.
Y cada canto… es un suspiro que eligió existir.
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