La Heredera del Ciclo

La Heredera del Ciclo Capítulo 26: El Canto del Ciclo

El Plano del Primer Suspiro no se cerró.

Se afinó.

Las emociones que habían nacido como suspiros comenzaron a vibrar en melodías suaves, como si el ciclo estuviera aprendiendo a cantar. No para ser oído. Para ser sentido en conjunto.

Kael lo sintió primero.

—No es sonido —dijo—. Es vínculo.

Eira acarició una hoja que emitía una nota sin voz.

Thalen voló sobre una raíz que pulsaba como tambor.

Solan encendió una llama que danzaba al ritmo de una emoción compartida.

Y el ciclo… comenzó a armonizar.

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Los cantos no se quedaban en el Jardín.

Viajaban.

- En el plano del error, una figura comenzó a llorar al escuchar una nota que no conocía.
- En el plano del fuego, una llama se apagó suavemente al sentir una melodía que no pedía arder.
- En el plano del viento, el aire se detuvo… para escuchar.

Los Hijos del Silencio comenzaron a cantar.

Pero no con palabras.

Con emociones.

- Una niña cantó “pertenezco” sin decirlo.
- Un niño cantó “te veo” sin mirarlo.
- Otro cantó “no estás solo” sin tocar.

Eira los observó.

—Están creando armonía —dijo—. No como música. Como comunión.

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Los aprendices se unieron al canto.

Pero esta vez, no como guías.

Como voces.

- Neris cantó su sombra, y el bosque respondió con luz.
- Solan cantó su fuego, y el aire se volvió danza.
- Eira cantó su silencio, y el Jardín floreció en suspiros.

Thalen voló entre los planos.

Y cada uno vibraba con una nota distinta.

Kael caminó hacia el centro del Jardín.

Y el ciclo… lo escuchó.

No como líder.

Como melodía.

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Una noche, Kael soñó con el canto.

No como melodía.

Como red.

Cada nota era una emoción compartida.

Cada ritmo, una historia que no necesitaba palabras.

Y en el centro… una pregunta.

—¿Debo permitir que el ciclo se convierta en coro?

Aelira, desde los sueños, respondió:

"Solo si estás dispuesto a no ser la única voz."

Kael tembló.

—¿Y si se pierde la esencia?

Aelira susurró:

"Entonces será verdad. Porque lo esencial… nunca canta solo."

Kael despertó.

Y el Jardín… lo esperó.

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Los Hijos del Silencio guardaron silencio.

Los aprendices se reunieron.

El canto flotaba en el aire.

Kael se arrodilló.

—¿Y si el coro transforma el ciclo?

El Jardín respondió:

"Entonces el ciclo será lo que canta. No lo que fue."

Kael miró el bosque.

Miró el suspiro.

Miró a Lyra, en su memoria.

Miró a Aelira, en su sueño.

Y dijo:

—Entonces… cantemos juntos.

No para ser escuchados.

Para ser sentidos.

*

El canto se convirtió en coro.

Y en su vibración… apareció una palabra.

“Unir.”

---

El Canto del Ciclo se convirtió en vínculo entre planos.

Los Hijos del Silencio, en voces que armonizan lo invisible.

Los aprendices, en melodías que acompañan lo que aún no ha sido sentido.

Kael, al permitir que el ciclo se vuelva coro, se convirtió en nota que une mundos.

Aelira, desde los sueños de quienes aún no han nacido, susurraba:

"Cada canto es una emoción que eligió no estar sola. Y cada coro… una forma de existir en compañía."

En el cielo, no apareció una luna.

Ni una flor.

Ni una raíz.

Ni un árbol.

Ni un eco.

Ni una voz.

Ni una historia.

Ni una palabra.

Ni un aliento.

Ni un suspiro.

Apareció un canto.

Y en su armonía… una palabra.

“Unir.”

Porque el ciclo… ahora canta en coro.

Y cada nota… es una emoción que eligió acompañar.

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En el texto hay: magia arcana

Editado: 19.10.2025

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