La Heredera del Fuego

004. Dorian y Elian

-Yo digo que Leo está loco. Completamente, oficialmente, clínicamente loco -dijo Elian, colgado boca abajo desde el marco de la ventana, con las piernas enganchadas y los brazos colgando como si fuera un murciélago.

-Yo digo que vio a una ardilla muy peluda y se enamoró -añadió Dorian, con un pan entre los dientes mientras trataba de equilibrar una botella de agua sobre la cabeza.

-O se está autoexiliando por algún motivo raro. ¿Quién se queda más de veinte días en el bosque sin Wi-Fi? -remató Elian, soltándose de la ventana con un giro y cayendo de pie, aunque un poco torcido.

-Capaz encontró a su alma gemela entre los árboles -dijo Dorian, quitándose el pan de la boca y poniéndose una mano en el pecho con voz soñadora-. Una ninfa misteriosa con cabellos de fuego y patas de ciervo.

-O una influencer caída del cielo -añadió su hermano. Los dos estallaron en carcajadas, chocando los hombros como si se entendieran sin palabras.

Su madre los ignoró con la maestría de quien ha criado gemelos por dieciséis años. Estaba sentada en la terraza, envuelta en una manta tejida de tonos grises y azules, con una taza de té caliente entre las manos. Desde allí se veía todo el valle y, mas allá, la linea oscura del bosque. El cielo empezaba a teñirse de naranja y violeta.

La casa era amplia moderna, con grandes ventanales y paredes de madera clara. Todo estaba ordenado, pero de forma fría: había libros antiguos en las repisas, una daga ceremonial enmarcada sobre la pared del salon y plantas y macetas que parecían cuidarse solas. Era una mezcla entre lo nuevo y lo ancestral, como si en ese hogar convivieran dos mundos.

-¿Mamá? -pregunto con media galleta en la boca- ¿Lo estás ignorando porque sabes que es mentira o porque es verdad y no quieres aceptarlo?

-Lo ignoro porque no necesito escuchar tonterías antes de la cena -respondió ella, sin apartar la vista del horizonte y arqueando una ceja con un gesto ensayado.

-¡Pero es que en serio! -insistió Dorian, dejandose caer en la silla frente a ella-. ¿Y si sí encontró una mujer? ¿Y si es una fugitiva? ¿Una princesa hechizada? ¿O una alienígena con amnesia?

-Una princesa, sí claro -ironizo Elian-. ¿Y tú qué harías si cae una princesa del cielo?

-La invito a cenar, le doy mi Instagram y le pido que me ayude con álgebra.

Su madre dio un sorbo de te antes de hablar.

-Leo no se inventaría algo así. Estaba preocupado, no delirante. Y si dice que encontró una mujer caída del cielo, probablemente lo hizo.

Los gemelos se miraron, procesando esas palabras. Ninguno se rio.

-¿Entonces por qué no fuiste junto con nosotros a buscarla? -pregunto Elian.

-Porque el bosque está en calma -dijoella, bajando la taza lentamente-. Y cuando está así, no hay peligro. Solo espera... como si supiera algo que nosotros no.

Los dos intercambiaron una mirada distinta, mas seria.

-¿Crees que lo hace por algo importante? -preguntó Dorian, apoyando los codos en la mesa-. ¿Por qué cuidarla? ¿Qué hay en esa mujer?

La madre observo los árboles lejanos, como si pudiera ver a través de ellos.

-Porque si esa chica llegó con fuego y silencio... entonces no es cualquier chica. Y Leo no es de los que se quedan por capricho. Está ahí porque lo cree importante.

-¿Vamos de nuevo mañana? -preguntó Elian.

-Sí -dijo ella, con un tono que no dejaba espacio a dudas-. Llévenle comida, mantas...y tráiganme mi bendita tranquilidad, si pueden.

---

La noche había caído como un telón espeso. En medio del claro, la cabaña parecía flotar en la penumbra. El aire estaba frio, y el fuego en la chimenea proyectaba sombras que se movían en las paredes.

Aerlyss dormía en la cama improvisada hecha con pieles y mantas, su respiracion algo agitada. Un brillo de sudor le perlaba la frente. Leo estaba sentado en el suelo, apoyado contra la pared, con la daga descansando entre las rodillas. No habia cerrado los ojos en toda la noche. Su atención estaba fija en la puerta, como si esperara escuchar algo.

Aerlyss empezó a soñar.

Había fuego.

Primero sintió calor. Luego, fuego. No lo veia fuera de su cuerpo... sino dentro. Era como si ardiera desde adentro hasta afuera. Estaba en una sala enorme, columnas altas, cristales rotos. Había gente corriendo, gritos por todas partes. Una mujer la abrazaba fuerte, cubriéndola con su cuerpo. Un hombre de cabello plateado le gritaba desde una plataforma:

-¡Aerlyss! ¡Corre!

Las llamas lo devoraban todo.

-¡Aerlyss! -la voz volvió a sonar, insistente.

Despertó jadeando. El rostro de Leo estaba inclinado sobre ella, su mano firme en su hombro.

-Tranquila. Estás bien. Aquí estas segura.

Ella temblaba. Las lágrimas le recorrían por las mejillas.

-Vi... vi un lugar en llamas. -dijo con voz rota-. Un hombre me gritaba. Había una mujer... sentí que me conocía. Me gritaban ese nombre... Aerlyss. Es mi nombre.



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En el texto hay: princesa, fuego, boyslove

Editado: 07.10.2025

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