Rescate (Parte 1)

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El sol aún no se alzaba sobre el Reino del Sol cuando Leo se presentó ante las puertas del palacio.

Vestía ropas sencillas, pero su porte era imponente. Aunque su cuerpo aún dolía, se movía con decisión. En su cuello, colgado de una cinta negra, llevaba el collar dorado del Sol, el mismo que le había sido arrancado a Aerlyss por la falsa nana. Lo había recuperado días antes, escondido en los pliegues del vendaje que aún cubría sus heridas. Una enfermera de confianza lo había hallado mientras lo curaban, y su madre supo de inmediato que ese objeto ardía de magia viva.

Los guardias lo reconocieron de inmediato. El fuego en su mirada era más convincente que cualquier orden.

-Quiero ver al Rey -dijo Leo, con voz grave.

En minutos, la sala del trono se abrió. Era un espacio solemne y silencioso, lleno de fantasmas que nadie veía.

El Rey, más envejecido que la última vez que Leo lo había visto, lo observó desde lo alto. Tenía la corona torcida, las manos hundidas entre los pliegues de su capa y la mirada cansada.

-Leo D'Argent... pensé que no sobrevivirías.

-Y yo pensé que tú sabías proteger lo que amas -dijo Leo, sin inclinarse. Sus ojos eran carbones encendidos.

-¿A qué has venido?

-A buscarla. A mi princesa. A mi fuego. Dónde está. Qué le dijiste.

-Ella se fue... con su nana. Nadie me dijo que había desaparecido hasta días después.

Leo apretó los puños.

-¿Quieres decir que no fue una orden tuya?

El Rey negó lentamente.

Un silencio cargado cayó entre ambos, hasta que el monarca bajó la mirada, como si una cicatriz vieja se abriera de nuevo.

-Kassandra -murmuró. Y de pronto, lo recordó todo.

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Muchos años atrás...

> "Kiara era fuego y ternura. Amé a esa mujer como a nadie. Pero era la heredera del Reino del Fuego. Nuestro amor era imposible."

> "Tenía una hermana, Kassandra. Una sombra disfrazada de sonrisa. Siempre quiso lo que Kiara tenía: su poder, su lugar... y luego, mi amor."

> "Kiara y yo tuvimos una hija en secreto. Y sabiendo el peligro que se avecinaba, ella desapareció. Una noche, dejó a la bebé en las puertas del palacio y se desvaneció en la oscuridad. Yo crié a esa bebé, la cuidé y la convertí en la niña de mis ojos."

> "Pasaron diez años. Entonces, en una noche de luna... Kiara volvió. O eso creí. Me sedujo, me embrujó. Pero al amanecer... no era ella."

> "Kassandra se había disfrazado de su hermana. Robó su olor, su magia... y se metió en mi cama."

> "Un año después regresó, con un niño en brazos. Dijo que era mío. Me pidió amor. Me pidió todo. Y cuando la rechacé... enloqueció. Dejé al niño con una nodriza en tierras lejanas, al país que habla otra lengua. Fue la última vez que la vi."

> "Y ahora... ha regresado."

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El Rey volvió al presente con un suspiro quebrado.

-Fue ella, Leo. Kassandra. Lo sé en mi alma.

Leo asintió. En su pecho, el collar palpitó.

-Entonces vamos a buscarla.

-¿Qué propones?

-Una alianza. Tú eres su padre. Yo... soy su guardián. Vamos a traerla de vuelta. Pero necesito permiso para liderar la búsqueda.

Un largo silencio. Y luego, el Rey asintió.

-No solo tienes mi permiso. Tienes mis recursos. Mi confianza. Y mi bendición. Tráela de vuelta, Leo.

Leo bajó la cabeza por primera vez.

-Lo haré -juró Leo-. O moriré en el intento.

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🌪 En el patio principal...

-¿Y qué parte de "no más misiones suicidas" no entendiste? ¿Tú estás loco? -rugió su madre, con el cabello suelto y la magia vibrando en sus manos como relámpagos.

-Madre...

-¡Estuviste en coma! ¡Casi mueres! ¡Tus costillas aún crujen cuando respiras!

-Y sin embargo, sigo respirando por ella.

-No puedes seguirla hasta el fin del mundo...

-No. Pero puedo seguirla hasta el fin de mí mismo.

La mujer apretó los labios. Luego, alzando las manos, conjuró un hechizo.

El collar que colgaba en el pecho de Leo comenzó a brillar, fundido ahora con una runa solar.

-Lo he vinculado a su esencia. Si aún vive... si su fuego no se ha apagado... esto te guiará.

Leo la abrazó. Lento. Profundo. Como si se despidiera del vientre que lo trajo al mundo.

-Entonces créeme, madre... volveré con ella o como ceniza libre.

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Y como si el drama no fuese suficiente... apareció Azel.

Con su capa azul como la noche y una sonrisa descarada, se acercó al grupo sin prisa.