La Heredera del Fuego

Rescate (Parte 2)

El umbral de las cenizas

La oscuridad temblaba en el sueño de Kiara.

Veía el fuego danzando suavemente, envolviendo a una bebé. Pequeña, blanca como la leche, con mechones castaños que ya parecían brillar. Dormía con una mano alzada, como si saludara al mundo incluso desde el sueño. Era Aerlyss. Su Aerlyss. Sus ojitos se entreabrían y una chispa de oro se revelaba en ellos. Kiara sintió el pecho inundarse de ternura y dolor. Aquella bebé la había perdido hace 17 años. Y ahora...

En un instante, la bebé cambió. Creció como si el tiempo se derritiera. Frente a ella, una joven de cabello largo y alborotado, alas de fuego y ojos miel. El fuego brotaba de sus manos. Se encontraba en lo alto de una torre. Confundida. Atemorizada.

Kiara, camuflada entre los cielos, voló con todas sus fuerzas. Su corazón ardía, no de poder, sino de un amor que dolía. Extendiendo los brazos, atrapó a su hija en pleno vuelo, antes de que la tormenta mágica se desatara.

-Mi niña... mi llama viva... -susurró contra su cabello.

Aerlyss no respondía. Estaba ida, inconsciente por la liberación repentina de su poder. Kiara acarició su rostro con devoción. Al bajar la vista, lo vio. El collar. La piedra del Sol que el Rey había dado a su hija cuando era apenas una niña.

-No... no ese collar... Kassandra podría encontrarte.

Se lo quitó con rapidez y lo ocultó en el pliegue interior de la túnica de su hija. Luego, cerró los ojos, invocó las llamas y la envolvió en un círculo ardiente protector.

-Vuelve al bosque. Al lugar que fue testigo de mi amor. Allí estarás a salvo.

Con un grito de poder y un lamento de madre, envió a Aerlyss lejos, en una llamarada que cruzó los cielos.

Pero la paz no duró.

Kassandra emergió entre la niebla negra, con la sonrisa torcida como una cuchilla.

-Hermana... siempre tan dramática.

El cielo se rompía a su alrededor cuando las dos se enfrentaron. Fuego puro contra magia corrupta. El duelo fue épico, ancestral, pero Kassandra había venido preparada. Mostró un espejo encantado donde la imagen del Rey aparecía, dormido y rodeado de brujas negras.

-Un paso más, y lo destruyo.

Kiara, vencida por la amenaza, cayó. Fue encadenada. Y desde entonces, no había visto a su hija... hasta ahora.

Despertó con un sobresalto. El sueño le había arrancado el alma. Gateó por la celda, hasta un diminuto agujero en la pared.

Y allí estaba Aerlyss.

Tirada en el piso, encogida, la piel sucia y sin brillo. Sus alas se habían vuelto una sombra de lo que fueron. Su cabello, antes fuego castaño, estaba áspero y reseco. Pero Kiara sintió un hilo de calor. Estaba viva.

-Aguanta, mi fuego... aguanta un poco más.

🛰️ En el desierto ardiente del mundo exterior...

Leo y Azel cabalgaban bajo un cielo que no sabía distinguir entre el día o el fuego.

Las tierras que pisaban parecían heridas antiguas. Ceniza por doquier. Rocas que ardían sin quemarse. Criaturas de fuego que emergían desde grietas como latidos de la tierra. El escuadrón real peleaba junto a ellos, pero era Leo quien guiaba, con el collar palpitando a intervalos.

Cada vez brillaba menos.

Leo estaba serio, mudo, con el ceño fruncido y los nudillos blancos de tensión.

Azel suspiró.

-Sabes... esto sería más llevadero si dejaras de parecer una estatua funeraria.

Leo no respondió.

-Vamos, ¿ni un chiste? ¡Estoy cabalgando al fin del mundo contigo! Por lo menos dime si tus hermanos siempre fueron tan insoportablemente guapos.

Leo arqueó una ceja.

-¿Estás intentando hablar de Elian?

-Intentando, no. Lográndolo.

Leo bufó.

-Solo una pregunta, Bruma azul: ¿cuáles son tus intenciones con mi hermano?

Azel se irguió con fingida indignación.

-¡Oh, las peores! Risas robadas, miradas cómplices, tal vez una canción a medianoche. ¡Y si sobrevivo, quizá le robe un beso!

Leo rodó los ojos.

-Si lo lastimas, te hago tragar tu espada con funda y todo.

-Ay, tan romántico.

Por un momento, ambos rieron. En medio del infierno, había un segundo de humanidad. Pero pronto, el aire cambió. El cielo ennegreció y una nube de fuego les cortó el paso. Criaturas ardientes emergieron de las dunas. Leo bajó la lanza. Azel desenvainó su espada.

-Hora de ganarse el rescate -murmuró el príncipe.

💫 En lo alto de una torre negra

Kassandra estaba sentada frente a un altar de obsidiana.

Su rostro seguía siendo hermoso, pero las grietas de la edad comenzaban a asomar tras los hechizos. Había envuelto la habitación en símbolos antiguos. En el centro, una copa de sangre y una pluma chamuscada. El cuerpo de Aerlyss, debilitado, sería pronto su nuevo recipiente.



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En el texto hay: princesa, fuego, boyslove

Editado: 07.10.2025

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