La noche aún estaba envuelta en silencio cuando Kael arrancó y aparcó el coche en un tramo de carretera abandonado. Elara se sentó a su lado, abrazada a sus rodillas, viendo cómo su pueblo desaparecía en el retrovisor. No tenía nada: ni bolsos, ni ropa, ni fotografías de su pasado. Solo la marca de la quemadura en su hombro y un desconocido a su lado que decía ser su guardián.
Y, sin embargo, algo en su interior le susurraba: este era exactamente el lugar donde debía estar.
Condujeron a través de bosques más antiguos que los mapas, pasando por carreteras que no existían en el GPS, hasta que incluso las estrellas empezaron a resultarles desconocidas. Los árboles se hicieron más altos, más salvajes. La luz de la luna se agudizó. El mundo se retorcía sutilmente a su alrededor, como si la realidad se rebobinara.
Elara rompió el silencio. "¿Adónde vamos?"
Kael no apartó la vista de la carretera. A Eldoria. Una ciudad que no existe en ningún mapa humano. Está oculta entre los velos de los reinos, donde nuestra especie vive en secreto.
"Nuestra especie", repitió ella. "¿Entonces es real? ¿Todo? ¿Licántropos, vampiros, reinos ocultos?"
"Más real que cualquier cosa que hayas conocido", dijo él. "Y más peligroso".
Elara apoyó la frente contra la ventana. Sus pensamientos se llenaban de recuerdos: la sonrisa de Garrett, la indiferencia de la Sra. Harrow, el gris infinito de su vida. Debería haber tenido miedo. Pero no lo tenía. Se sentía... despierta.
"Nunca pertenezco allí", susurró.
Kael glanced at her. “That’s because you were never meant to stay there.”
After hours, the car stopped on the edge of a cliff. Below it stretched a vast chasm filled with silver mist. A broken bridge extended halfway out, crumbled into nothing.
“We walk from here,” Kael said.
Elara followed him out. “Across that?”
He smirked. “Not exactly.”
Kael removed a silver medallion from around his neck and held it up. The air shimmered, rippled—and then the mists parted, revealing a hidden stone pathway suspended above the abyss.
Elara gasped. “Is it… safe?”
“Only if you’re meant to walk it.”
She hesitated. “What happens if I’m not?”
“You fall.”
She stared at the steps. Then at him.
“Do you trust me?” he asked.
Her heart thundered, but she nodded. “Yes.”
They stepped onto the path.
El viento las azotaba, aullando por el cañón. Elara sintió que la piedra se movía bajo sus pies, no por el peso, sino por el recuerdo. Cada paso que daba venía acompañado de un susurro, el fantasma de una vida que no había vivido. Una cuna. Un fuego. La voz de una mujer cantando una canción de cuna en una lengua que no conocía.
A mitad de camino, tropezó.
Kael la agarró de la mano. «El puente te pone a prueba. Quiere saber si tu alma pertenece a Eldoria».
«¿De verdad?»
Kael la miró con ojos inescrutables. «Estamos a punto de descubrirlo».
El último paso fue el más difícil.
En cuanto Elara tocó la última piedra, una luz irrumpió en el acantilado: un enorme arco tallado en obsidiana y hueso emergió de la pared de la montaña, con runas brillando en su superficie.
Kael dio un paso adelante y apoyó la palma de la mano sobre él. Kael Thorne. Guardián Juramentado de Sangre de la Casa Piedra Lunar. La traigo a casa.
Las runas brillaron.
La marca de Elara ardió en respuesta.
La puerta se abrió con un crujido.
Y más allá, se reveló una ciudad crepuscular.
Eldoria.
Torres flotantes. Árboles que brillaban con bioluminiscencia. Caminos entretejidos con luz de luna y cristal. Criaturas con alas, cuernos, capas, algunas humanas, otras no. Y en el centro de todo, un enorme palacio que latía como un corazón vivo.
Elara se quedó sin aliento. "Esto es..."
"Tu herencia", dijo Kael. "Si sobrevives".
Se giró hacia él. "¿Qué quieres decir?"
"Has entrado en su mundo", dijo. "Verán tu marca. Recordarán la profecía. Algunos querrán seguirte".
"¿Y el resto?"
"Te querrán muerto".