La herencia del silencio

Capítulo 7

El jardín de las espirales.

El cofre bajo el roble contenía más que recuerdos: un mapa estelar fechado en 1946, donde la constelación de Orión estaba desplazada, y un anillo de oro con una esmeralda tallada en forma de espiral. Clara lo deslizó en su dedo, y una corriente de memorias ajenas la invadió: James arrodillado en este mismo jardín, ofreciéndole el anillo a Eleanor bajo una lluvia de pétalos de cerezo. "Serás mi eternidad", le susurraba. Pero ella lo rechazó, llorando: "No puedo robarte el destino que mereces".

El viento arrastró el mapa hacia la casa, donde una nueva puerta brillaba en la pared este: un arco de madera tallada con símbolos de constelaciones. Clara la abrió, encontrando un jardín secreto que no existía en su tiempo. Flores bioluminiscentes se enroscaban en estatuas de bronce, y en el centro, un reloj solar marcaba 4:44 en todos los husos horarios.

Entre las flores, una figura la esperaba: Eleanor a los 30 años, vestida con un traje de los años 40, regando crisantemos azules.

—Sabía que vendrías —dijo sin volverse—. El jardín solo florece para quienes están atrapados entre tiempos.

—¿Cómo es esto posible? ¿Estás… viva?

—Vivo en los pliegues. Como tú ahora —Eleanor señaló sus manos translúcidas—. Cada carta que escribiste te ató más a este limbo. James intentó advertirte.

Clara notó que su cuerpo palpitaba con la misma luz tenue que las flores.

—¿Por qué me ocultaste la verdad? Él era mi…

—Tu destino. Y el mío. Pero el tiempo es un círculo, Clara. James me eligió a mí primero, creyendo que eras un sueño. Hasta que tú empezaste a escribirle —Eleanor arrancó una flor, que se desintegró en polvo dorado—. Por eso creé el escritorio: para que él pudiera encontrarte sin destruirnos a todos.

Un trueno sin sonido sacudió el jardín. Las flores murieron en cadena, y el reloj solar sangró aceite negro. Eleanor gritó:

—¡Ya viene! ¡La espiral se cierra!

—¿Qué viene?

—El guardián. La entidad que mantiene el equilibrio. Tú y James lo han desafiado demasiado.

Las estatuas de bronce cobraron vida, girando sobre sí mismas hasta formar un vortex en el centro del jardín. De él emergió una figura alta, su cuerpo compuesto de relojes rotos y cartas carbonizadas. Su voz era el crujir de engranajes:

"Clara Velmont. Has alterado 112 eventos temporales. La sentencia es la desvinculación".

Eleanor empujó a Clara hacia la casa.

—¡Corre al estudio! ¡El espejo roto es la clave!

El guardián lanzó un haz de luz púrpura que volatilizó el brazo izquierdo de Eleanor. Clara huyó, saltando sobre raíces que surgían del suelo para atraparla. En el estudio, el espejo roto reflejaba una versión de sí misma con el vestido rasgado y el cabello blanco.

—¿Qué debo hacer? —gritó, tocando el cristal.

Su reflejo escribió en el vapor: "Rompe el ciclo. Destruye el ancla".

En el cajón secreto del escritorio (ahora visible bajo una luz ultravioleta), Clara encontró el «ancla»: un mecanismo de engranajes con el nombre James Alden grabado. Cada pieza era un evento de su vida: Nacimiento: 1912. Guerra: 1944. Muerte: 1946.

El guardián irrumpió en la habitación, su cuerpo desgarrando las paredes.

—¡Tienes hasta el último latido del reloj para decidir! —rugió, mientras el péndulo se aceleraba hacia el colapso.

Clara insertó el anillo de esmeralda en el mecanismo. Una proyección holográfica mostró dos líneas temporales:

James sobrevive (1946): Clara nunca nace. Eleanor muere joven, y la casa se convierte en un sanatorio.

Clara vive (2023): James muere en el naufragio, pero su legado inspira una fundación médica que salva miles.

El guardián se alzó sobre ella, listo para golpear.

—¡Elije!

—¡Yo elijo ninguna! —Clara giró el anillo, activando una tercera opción oculta: «La Espiral Eterna».

El jardín secreto se fusionó con el estudio, y el guardián se desintegró en arena de reloj. Clara cayendo en un vacío atemporal, donde James la esperaba con el anillo de esmeralda brillando.

—Este siempre fue tuyo —dijo, deslizándolo en su dedo—. Eleanor solo lo guardó.

—¿Qué hemos hecho?

—Creado un nuevo pliegue. Un lugar donde el tiempo no avanza ni retrocede —James señaló el vacío, donde fragmentos de sus vidas flotaban como estrellas—. Aquí, podemos ser libres.

Pero la paz duró poco. Las cartas del escritorio comenzaron a incendiarse, y el diario de Eleanor apareció escrito con una advertencia sangrienta:

"La Espiral exige un sacrificio. Uno de ustedes debe quedarse aquí para siempre".

Fuera, en el límite del vacío, el Eternity naufragaba en bucle. James tomó la mano de Clara.

—Yo llevo décadas muerto, Clara. Tú tienes un futuro que escribir.

—No sin ti.

—Entonces, cambiemos las reglas —James sacó la brújula, que ahora apuntaba al corazón de Clara—. Busca la carta número 77. Es la llave.

En la casa real, Clara despertó con el anillo en su mano. El estudio estaba intacto, pero todas las cartas se habían reescrito: ahora narraban la historia de un médico que sobrevivió al naufragio gracias al amor de una mujer del futuro.

En el espejo, su reflejo tenía canas y arrugas, aunque ella seguía joven. Una cicatriz en forma de espiral latía en su pecho.

La última carta en el cajón decía:

"Querida Clara,

La Espiral nos permitió un día más. Busca la botella en el acantilado al amanecer.

Con todo mi tiempo,

James".

Al llegar al acantilado, encontró cientos de botellas con mensajes de James en diferentes fechas: 1947, 1966, 2001. En una de 1999, una foto mostraba a James anciano, abrazando a una niña que era idéntica a Clara a los cinco años.

El mar devolvía lo que el tiempo había robado.



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En el texto hay: misterio, viajeeneltiempo, aventura

Editado: 28.02.2025

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