El jardín de los relojes dormidos.
El jardín cuántico era un tapiz de paradojas: árboles cuyas raíces crecían hacia el cielo, estanques que reflejaban futuros no vividos, y flores que cantaban canciones en lenguas muertas. Clara pisó la hierba plateada, sintiendo cómo el tiempo se deslizaba sobre su piel como seda tibia. James la esperaba bajo un arco de relojes detenidos a las 4:44, su rostro iluminado por la luz de un sol que no proyectaba sombras.
—Tardaste 32 años en llegar —dijo, mostrando una mesa con té y pasteles que olían a infancia—. Para mí, al menos.
—¿Cuánto ha pasado realmente? —Clara tocó su pelo, ahora blanco como la niebla del jardín.
—El tiempo aquí es un abanico, no una línea. Puedes elegir cualquier pliegue —James señaló senderos que se bifurcaban hacia paisajes imposibles: un mar de tinta, un bosque de espejos, una ciudad de engranajes—. Pero primero, debes sanar.
Le colocó una flor azul en la muñeca. Las arrugas de Clara retrocedieron, pero su reflejo en el té seguía siendo el de una anciana.
—¿Por qué no recupero mi juventud?
—Porque eres más que carne ahora. Eres un concepto —James la guio hacia un cenador de cristal—. El amor, para ser precisos.
Dentro, hologramas de sus vidas se entrelazaban:
Clara bebé siendo rescatada del incendio por un James de 77 años.
James joven escribiendo cartas en una buhardilla mientras Clara dormía en 2023.
Eleanor enterrando el anillo bajo el roble, llorando por caminos no tomados.
—El jardín nos eligió como sus guardianes —James abrió un libro cuyas páginas eran fotos en movimiento—. Podemos tejer nuevos tiempos, pero hay reglas.
—¿Como cuáles?
—Nunca interferir en nuestros propios pasados. Nunca visitar el día de la muerte del otro. Y sobre todo… —tomó su mano, mostrando cómo sus venas brillaban con luz estelar— …nunca enamorarnos de nuevo.
Clara retiró su mano.
—¿Y si lo hacemos?
—El jardín se desvanecerá, y con él, todas las realidades que salvamos.
La primera prueba llegó con la luna de cristal. Una esfera flotante que mostraba a Samuel anciano, luchando por cerrar una grieta en el faro. Clara corrió hacia ella, pero James la detuvo:
—Es un eco. Si lo ayudas, desatarás una cadena de eventos que nos destruirá.
—¡No puedo dejarlo morir!
—No es nuestro Samuel. Es de un hilo donde tú nunca exististe —James la obligó a mirar: la grieta se selló sola, y el Samuel de esa realidad sonrió al cielo antes de desintegrarse—. Así es el jardín. No podemos salvarlos a todos.
Noches después, Clara descubrió una habitación prohibida: el Vientre de las Pérdidas. Dentro, flotaban esferas con momentos robados:
Eleanor joven quemando la primera carta de James.
El guardián naciendo de las lágrimas de Clara.
El faro siendo construido sobre una tumba masiva.
Una esfera la llamó: mostraba a su James original (el del naufragio de 1946) vivo en una realidad donde ella nunca nació. Él escribía cartas a una Clara fantasma, envejeciendo solo en una casa victoriana intacta.
—¿Por qué me ocultaste esto? —confrontó a James al regresar.
—Porque ese soy yo… y no —su voz se quebró—. Es el James que no tuvo el valor de amar a través del tiempo.
La tensión se quebró cuando el jardín comenzó a temblar. Las flores gritaron en coro, y los senderos se retorcieron como serpientes heridas. En el centro, un reloj gigante emergió del suelo, sus agujas girando hacia atrás.
—¡Alguien está alterando el núcleo! —James corrió hacia el reloj, Clara tras él.
En el corazón del mecanismo, Eleanor (joven y vestida con un traje de los años 40) extraía engranajes con un destornillador de ébano.
—¡Madre! —gritó James, usando un término que Clara nunca había escuchado.
—No soy tu madre, sino su sombra —Eleanor lanzó un engranaje que se transformó en un halcón de bronce—. El jardín debe caer. El amor es un error que corregiré.
La batalla fue un ballet de caos:
Eleanor invocó guardianes de eras pasadas.
James tejió escudos con canciones de cuna.
Clara desató memorias felices como armas.
Hasta que Clara comprendió la verdad:
—¡No es Eleanor! ¡Es el guardián disfrazado!
Al pronunciarlo, la criatura reveló su forma verdadera: un titán de relojes rotos y cartas ensangrentadas. Con un rugido, destruyó el reloj central, desatando un tsunami temporal.
James tomó la mano de Clara.
—Hay una forma de reiniciar el jardín, pero debes fusionarte con el núcleo. Serás… más que humana.
—¿Y tú?
—Me quedaré aquí, sosteniendo las grietas.
Clara lo besó, sabiendo que sería el último.
—Encuéntrame en el próximo ciclo.
Al fusionarse con el núcleo, Clara se convirtió en luz pura. Sus pensamientos se ramificaron en mil realidades:
Una línea donde James era el guardián.
Otra donde el faro nunca existió.
Una tercera donde ella y James envejecían juntos.
Con un esfuerzo titánico, eligió reiniciar todo.
El jardín explotó en semillas de tiempo.
Clara despertó en el faro de 2023, con 34 años y sin recuerdos. Samuel (ahora un joven de 25) le entregó una carta fechada en 1946:
"Querida guardiana:
El amor no es un error. Cuida de las semillas.
J."
En el jardín exterior, un retoño de roble crecía rápido, sus hojas brillando con letras doradas: Tempus mutat, amor manet.
Editado: 28.02.2025