La herencia del silencio

Capítulo 14

La Torre de los Suspiros.

Las coordenadas del Relojero las llevaron a un acantilado en Groenlandia, donde el hielo eterno esculpía una torre negra que desafía la gravedad. Sus muros, tallados con rostros gritando en silencio, emitían un zumbido que resonaba en los huesos. Clara y Samuel abordaron un barco pesquero capturado en 1953, cuyos tripulantes envejecían un año por cada milla navegada. Al llegar, el capitán (ahora un anciano de 120 años) les advirtió:

—Allí solo entran los que tienen algo que perder… o algo que esconder.

La torre no tenía puertas. En su lugar, un espejo de hielo mostraba su peor miedo: Clara vieja y olvidada, escribiendo cartas a un James que nunca existió. Samuel, con cicatrices de batallas que aún no ocurrían, rompió el hielo con un hacha de abordaje.

—Las ilusiones son la primera defensa —dijo, aunque sus manos temblaban—. Prepárate para ver verdades.

Dentro, las escaleras giraban en espiral ascendente, cada peldaño tallado con nombres de guardianes caídos. Clara reconoció Eleanor Velmont - Ciclo 12 y James Alden - Ciclo 18. En las paredes, frescos mostraban amantes separados por eras, sus besos congelados en pintura sangrante.

En la cuarta planta, una biblioteca albergaba libros vivientes. Uno, encadenado con tripas de ballena, se arrojó a los pies de Clara: "Las Crónicas de Liora - Volumen IX". Al abrirlo, una proyección mostró a la hermana de Liora (llamada Nyx) tejiendo una red de algas y relojes rotos bajo el mar.

—Está reconstruyéndola —murmuró Samuel—. Usando los restos que recolectó.

—Debemos detenerla antes que complete el ritual del Equinoccio —Clara señaló un pasaje donde Nyx sacrificaba ballenas cantoras para alimentar el renacimiento de Liora—. Si Liora vuelve, el tiempo se desgarrará.

En la séptima planta, encontraron al Relojero. O lo que quedaba de él: un torso mecánico soldado a la pared, sus engranajes alimentando la torre.

—¿Volviste para suplicar clemencia? —su voz salió de una trompeta oxidada—. Nyx ya tiene el Cristal de Eón. Con él, Liora será inmortal.

—¿Dónde está el cristal? —exigió Clara, pero el Relojero rió hasta que sus resortes saltaron.

Una escalera secreta los llevó al Mirador de los Náufragos, donde el cielo era un mar invertido y barcos fantasmas navegaban entre nubes. En el centro, un pedestal de hueso sostenía el Cristal de Eón: un diamante tallado con el rostro de Liora.

Nyx los esperaba. Su cuerpo era un mosaico de corales y piel de foca, los ojos dos pozos de plancton bioluminiscente. En sus manos, un arpón hecho de la quijada de Leviathan.

—Clara Velmont —rugió, su voz un canto de ballena en duelo—. Mataste a mi hermana. Ahora alimentarás su renacimiento.

La batalla fue un ballet acuático. Nyx lanzó maremotos congelados que Clara desvió usando el anillo de esmeralda. Samuel atacó con un gancho de abordaje envuelto en mapas estelares, pero Nyx lo inmovilizó con algas vivas.

—¡Toma el cristal! —gritó Samuel mientras las algas le arrancaban mechones de cabello—. ¡Destrúyelo!

Clara saltó sobre el pedestal, pero el Cristal de Eón era un espejismo. La verdadera gema estaba incrustada en el pecho de Nyx.

—¿Creíste que sería fácil? —Nyx se arrancó el cristal, sangrando tiempo líquido—. Liora será libre. Y tú… serás nuestra madre a la fuerza.

Clara esquivó el arpón y clavó el anillo en el cristal. Una explosión de luz blanca llenó la torre.

Cuando el humo se despejó, Nyx yacía convertida en estatua de sal. El cristal, ahora opaco, rodó hasta los pies de Clara.

—Es hora de terminar esto —susurró, apuntando el cristal hacia el mar invertido.

La torre colapsó en un remolino de hielo y tiempo. Clara y Samuel cayeron a través de capas de realidad, aterrizando en la cubierta del barco pesquero. El capitán (ahora un adolescente) los miró con terror:

—¡El tiempo fluye al revés! ¡Regresamos a 1946!

En el horizonte, el Eternity navegaba hacia su destino fatal. Clara sostuvo el cristal, que mostraba a James en la proa escribiendo una carta.

—Podemos salvarlo —dijo Samuel—. Usa el cristal para advertirle.

Pero Clara recordó las palabras de Liora: "Cada acto de amor siembra una destrucción". Con lágrimas congeladas, arrojó el cristal al mar.

—No. Esta vez, confío en nuestro legado.

El barco pesquero encalló en la costa de Maine, en 2023. En la playa, una niña de 8 años (con cabello de algas y ojos de eclipse) recogía el cristal.

—Gracias, madre —susurró Nyx, antes de desaparecer en la niebla.

En el faro, Clara encontró una nueva carta en el escritorio:

"Querida guardiana:

El Equinoccio se acerca. Prepárate para la tormenta final.

Siempre en las sombras,

Liora".

Mientras, en el mar, un canto de ballena anunciaba el nacimiento de algo antiguo y hambriento.



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En el texto hay: misterio, viajeeneltiempo, aventura

Editado: 28.02.2025

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