El Barco de los Olvidos.
Construir el barco requirió huesos de recuerdos. Clara, Kai y Liora de Luz se adentraron en el Archivo de los Besos Perdidos, un laberinto de estantes infinitos donde flotaban esferas de cristal conteniendo momentos robados. Cada esfera latía con luz propia:
Esfera #12: Clara y James bailando bajo la lluvia en 1946, su risa encapsulada en burbujas de champán que estallaban en armonías menores.
Esfera #7: Samuel enseñando a una Liora de cinco años a atarse los zapatos, sus dedos temblorosos creando nudos que se deshacían en polvo de estrellas.
Esfera #0: El primer ciclo, donde Elvira y James se besaban bajo un cielo sin estrellas, sus sombras fundiéndose en un solo monstruo de ojos de cuarzo.
Liora de Luz señaló las esferas necesarias con manos que dejaban estelas de pétalos lumínicos:
—Estas serán las velas —dijo, tomando el recuerdo del baile bajo la lluvia, donde las gotas se congelaban en diamantes al tocar el suelo—. Y estas… —tocó la esfera de Samuel, haciendo brillar las cicatrices de Clara—, el casco que nos protegerá de los susurros.
Kai se resistió, sus dedos cerrándose sobre la esfera de Samuel como si pudiera sentir el calor residual de su hermano:
—No podemos usar sus momentos. Son todo lo que les queda de humanidad…
—No —interrumpió Clara, rompiendo la esfera con un crujido de vidrio roto y suspiros escapando—. Son todo lo que nos queda para salvarlos.
El barco emergió de las lágrimas de las esferas destrozadas: un velero fantasma con velas de risas cristalizadas y un mástil tejido con cabellos del diario de Liora-1498. En la proa, tallaron el nombre: "El Perdón que Nunca Llegó", cuyas letras sangraban savia de roble al tocarlas.
El Viaje a Través del Mar de Ausencias comenzó.
El Mar del Origen no era agua, sino voces comprimidas en oleajes de nostalgia:
Susurros de Claras que eligieron la indiferencia en otros ciclos.
Gemidos de James atrapados en bucles de muerte solitaria.
Risas de Lioras que jugaban en jardines sin relojes, ignorantes de su destino.
Kai, como capitán, perdió fragmentos de sí con cada ola que golpeaba el casco:
Olvidó su cumpleaños (7 de marzo, con torta de manzana quemada).
Luego el rostro de su madre (una sonrisa torcida y lunares en forma de constelación).
Cuando una tormenta de segundos congelados azotó el barco, sacrificó el recuerdo de su primer encuentro con Clara: una biblioteca en llamas, ella sosteniendo el reloj de bolsillo como un corazón robado.
—¿Qué más queda? —preguntó Clara, sosteniendo la mano de Kai, ahora translúcida como vidrio esmerilado.
—Solo esto —Kai mostró una foto descolorida de Samuel y él pescando en un lago que el tiempo había borrado. En la imagen, Samuel sostenía una carpa dorada que brillaba con el mismo líquido del Reloj Primordial—. Y tu nombre… que se desliza entre mis dedos.
Tres criaturas emergieron de la niebla temporal:
El Guardián de los Primeros Pasos: Un gigante de relojes de cuco cuyo pecho abierto mostraba esferas de "primeras veces". Escupía versos de las cartas de James: "El tiempo perdona, pero las cicatrices… esas son bibliotecas".
La Tejedora de Ausencias: Con rostro de Elvira joven y cabellos de hilos de tiempo, hilaba redes con momentos borrados. Ofrecía: "Dame el sabor de su primer beso, y les mostraré un atajo".
El Niño del Tic-Tac: Un Eco con voz de Liora y ojos de agujeros negros. Susurraba: "Un pedazo de alma por un viento favorable".
Clara rechazó los tratos, pero Liora interactuó con el Niño. Al inclinarse, dejó caer un latido de su pecho luminoso en su mano huesuda:
—Toma esto —dijo, mientras grietas de luz se propagaban por su cuerpo—. Y déjanos pasar.
El Niño mordió el latido, riendo con ecos de mil Lioras llorando. El barco avanzó, pero Liora comenzó a desvanecerse, sus contornos difuminándose en partículas de nostalgia.
El Origen era un vacío con un solo objeto: el Escritorio Victoriano Primigenio, tallado con nombres de todos los ciclos fallidos. Elvira, ahora una silueta de tinta y relojería, grababa runas con un cincel hecho del fémur de Cronos. Al verlos, alzó un contrato escrito en pergamino de piel de Eco:
"Yo, Elvira Voss, reescribo el Primer Latido. James vivirá. Clara nacerá en su lugar. Firmado con sangre de Eternidad".
Kai, casi invisible, saltó del barco con la foto de Samuel. Sus pies dejaron huellas de luz efímera:
—Tú guardaste sus recuerdos —dijo a Clara, mientras la foto comenzaba a brillar—. Yo guardaré esta mentira.
Al estrellar la imagen contra el escritorio, liberó una supernova de instantes robados:
Samuel enseñándole a Clara a montar en bicicleta.
James escribiendo la carta bajo la luz de una vela que nunca se consumía.
Liora-1498 riendo mientras el meteorito la consumía.
Las runas del contrato se reescribieron solas, quemando el nombre de Elvira:
"Clara vivirá. Elvira Voss será olvidada. Firmado con el último aliento de un Guardián sin nombre".
El barco se desintegró en pétalos de tiempo. Clara saltó hacia el escritorio, mientras Kai, ya sin forma, dejaba un último susurro:
—Di mi nombre al final… el que olvidé entre las olas.
Liora de Luz, reducida a una luciérnaga titilante, guio a Clara hacia la grieta final. Detrás, el Origen comenzó a latir con un ritmo nuevo, y en algún lugar entre el ayer y el nunca, un bebé lloró por primera vez… con ojos que brillaban como relojes florecidos.
Editado: 11.03.2025