"La Hija de Cupido"

• Capítulo 4 •

- te lo preguntaré por ultima vez Melissa, que está sucediendo? - pregunto con la voz destilando enojo puro por cuarta vez desde que habíamos subido al coche.

- ya habrá tiempo para explicaciones - vuelve a decir ella con el mismo tono y rostro impasible observando la carretera mientras nos dirigíamos a casa.

- ¡Diablos! ¡Deja de decir eso idiota! ¡¿que no ves lo que acaba de suceder?! - grité con la voz perturbada, ya sabia yo porque tenia ese mal presentimiento.

- lo vi - dijo tranquila, mientras giraba el auto en dirección a mi casa.

- me dirás? - pregunté por última vez.

- no puedo - respondió serena.

- no puedes o no quieres? - pregunté con veneno puro en mi voz.

- no puedo Ale, te estoy protegiendo - soltó suspirando por primera vez con la voz temblorosa.

Me quedé observando por unos momentos su aspecto, labios tiritando pero no de frío exactamente, agarraba con fuerza el volante con sus pequeñas manos haciendo que sus nudillos se vuelvan blancos,pero temblando notablemente.

- baja ahora - solté de manera brusca con los dientes apretados.

- que? - preguntó nuevamente mientras paraba el auto frente a mi casa.

- olvidalo - dije frustrada saliendo del auto medio corriendo hacia mi casa.

- espera Ale - dijo ella, mas yo, ya había abierto la puerta principal, encontrando a Nana mirando concentrada la televisión. Obviamente quedó sobresaltada al verme llegar tan de repente y sin Mel.

- querida, no te esperaba tan temprano,paso algo? Donde está Mel? - preguntó visiblemente preocupada.

Cuando decidí responder sus preguntas,Mel entro dando un portazo y provocando un susto y un respingo por parte de Nana.

- podrían decirme ustedes dos que sucede? - preguntó con un tono preocupado y la desaprobación asomando por sus ojos.

Yo tan solo me limite a correr despavorida hacia mi habitación, ignorando las llamadas de Mel y el tono preocupado con el cual Nana me llamaba.

Entre en mi habitación,cerrando con llave para evitar que Mel o Nana pudieran entrar. Al cabo de unos minutos, unos fuertes golpes me sacaron de mi ensoñación,ya que me había quedado estática observando la puerta con la mirada perdida en ella.

- Ale, abre por favor - dijo ella tocando fuerte con las palmas de su mano la puerta de madera pintada en blanco de mi habitación.

Tan solo me limite a dejar abiertas las puertas de mi balcón,para que la brisa fresca de la noche sople un poco la calidez sofocante de mi habitación.

Me despoje de mi vestido y mis sandalias, quedando solo en ropa interior dispuesta a dormir ya que los golpes junto con la voz de Mel habían cesado luego de varios minutos.

Me acomode en mi cama, tapando mi cuerpo semi desnudo con las colchas azules de mi cama,pensando en todo lo ocurrido en la ultima hora y quedando así en menos de nada, rendida en los brazos de Morfeo,y por sobre todo pensando en esos ojos oliva y miel cambiando a carmesí.

...

Me encontraba en un lugar extraño, parecido a un antiguo templo,rodeado de nubes y lo que parecían niños alados revoloteando por todas partes, cada uno se encontraba realizando algo distinto,uno pintando,otro cantando y otro ejecutando un arpa y otro una guitarra. Se encontraban alrededor de 15 pequeñas figuras aladas, sonriendo cada uno en su actividad. Decidí sentarme a observar lo que hacían, así que tome asiento, en los escalones de aquel templo,manteniendo fija la mirada en ellos, hasta que como un fuerte golpe en la cabeza,volvieron todos los recuerdos.

• La fiesta.

• El joven guapo y trajeado.

• Mel apareciendo y separándome de él.

• Ella haciendo una especie de hechizo para pararlo.

• El amenazando a Mel.

• Yo enojada con Mel.

Todos mis recuerdos de la noche anterior giraban en torno a estos dos,debía averiguar que sucedía,pero mientras mas y mas pensaba me iba encontrando en un callejón sin salida. Escondí mi rostro entre mis manos y suspiré, tenia tantas preguntas y ninguna repuesta.

- si me lo permites, yo podría responderlas - dijo una voz profunda, logrando sobresaltarme y dar un respingo, gire para arriba mi rostro, dejando de ocultarlo de entre mis manos, y observando al hombre que me hablaba con sorpresa.

Él era el hombre al que tantos adoraban y rezaban en busca del amor, su rostro se había hecho famoso por unir a tantas parejas felices en el mundo, no era en absoluto como lo pintaban o retrataban siendo una criatura o un bebé alado con flechas y arco,al contrario de eso,era un hombre alto, fuerte y musculoso, con enormes alas de color blanco perdiéndose tras su enorme espalda junto con su arco y flechas,tenía unos rizos dorados hermosos y unos ojos celestes cual cielo en primavera, tenia una especie de vestido blanco caído, que solían vestir los dioses en las películas o era lo que yo veía. Solo lo había reconocido por esas flechas, las alas y los rizos tan característicos, en especial por los dos primeros,no es algo que se ve todos los días en cualquier hombre, diría yo.

No pensé un segundo en ocultar mi sorpresa al verlo ahí parado tan normal, me quede embelesada y con la boca medio abierta observando a este personaje sin dar crédito a mi vista digo...¡Cielos! Era Eros o mas bien Cupido el que se encontraba frente a mi. Luego de que sentí que podía volver a articular alguna palabra,trague saliva y hablé.

- yo...no entiendo - dije como toda una idiota, al momento de decir esto quise darme una buena bofetada por lo estúpida que había sonado.

- dijiste que tenias muchas preguntas y ninguna repuesta, yo podría responder a ellas - dijo mientras se sentaba a lado mio con una sonrisa sobre uno de los escalones, y observaba revolotear a los angelitos de aquí para allá con paz.

Aunque estoy segura de que no lo había dicho en voz alta, y no descartaría la posibilidad de que él lea mentes.




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