"La Hija de Cupido"

• Capítulo 7 •

La lluvia caía fuertemente, causando un estruendoso ruido en el techo de la mansión gótica en la que me encontraba, observaba la ventana gigante que daba al jardín de rosales, donde el fuerte viento amenazaba con llevar todas y cada una de las rosas del oscuro jardín.

Los truenos se hacían presentes y yo sentía más y más miedo cada vez, desde niña siempre el peor miedo que tenía eran hacia las tormentas, Nana siempre decía que no había nada que temer, pero yo me negaba a creer eso. Hasta ahora. Ahora mas que nunca. Solía tener un amigo imaginario que se llamaba "Wiggles" era un perrito adorable de color blanco que solo yo podía ver, venía a jugar conmigo cuando Nana y Nano dormían, y cada vez que había tormentas como esta se quedaba conmigo más que nunca. En este momento echaba de menos aquella inocencia. Había pasado tanto tiempo sin pensar en Wiggles. Me abrace a mi misma en busca de calor, mientras la noche parecía volverse más y más oscura.

- Alexandra? - preguntó una voz, sobresaltandome por completo.

Pero tan solo era la persona a la cual quería acudir desde hacia ya un buen rato, mas no lo hacía por vergüenza: Leonardo.

- Leonardo, me pegaste un susto de muerte - le reprendí observando su pijama, que consistía en una camisilla blanca y un pantalón holgado de color gris se veía muy sexi y guapo desarreglado.

- venía a ver que tal estabas - ignorando mi intento de represión.

- pues...mal, tengo miedo - suspiré temblando, mientras escuchaba como los truenos caían a lo lejos.

- lo sé, pues bien yo...- la duda se reflejaba en su mirada - ya me voy y te dejo descansar Alex - mientras giraba dispuesto a irse.

- Leo? - pregunté con voz tímida.

- hm? - observando mi rostro con las cejas alzadas.

- te quedas a dormir conmigo? - pregunté con las mejillas en un pronunciado rojo.

- esto es una especie de cliché muy interesante - soltó divertido, mientras mis mejillas aumentaban más y más su rojo tan notorio.

- ya, vete, no perdía nada con intentarlo - respondí dirigiéndome a la cama con la poca dignidad que me quedaba.

- Alex - pronunció con voz suave.

- que? - resoplé acomodando mi cuerpo bajo las sábanas.

- vamos, ven a dormir conmigo en mi habitación - respondió en un intento de ser amable, un intento que había provocado que mi pobre corazón se acelere a más no poder. Lo observé mientras intentaba ocultar mi sonrisa tras la sábana que me cubría. De donde había salido esa sonrisa? Ni idea.

- no hace falta Leo - respondí intentando sonar segura.

- por qué diablos siempre haces las cosas tan difíciles? - preguntó irritado mientras se acercaba a pasos gigantes hacia la cama, quitaba la sábana que cubría mi cuerpo y me tomaba nuevamente al estilo princesa, caminando con seguridad hacia la salida de aquella habitación.

- se te esta haciendo costumbre hacer esto - solté riendo observando su expresión malhumorada mientras caminaba.

- el que? - preguntó tajante.

- cargarme de esta manera - respondí sonriendo victoriosa, mientras él aceleraba el paso a paso vampírico por los pasillos, no había tenido tiempo de prestar atención a los pasillos, pero ya lo haría luego, lo único que sabia es que era un lugar muy lujoso y con mucho negro.

- cargare tu estúpido trasero por toda la eternidad, así que te aguantas - soltó con el ceño fruncido, irritado, es que cualquier cosa lo irritaba,no era mi culpa ser tan insoportable.

Habíamos llegado a su habitación y el me había puesto de pie, yo observaba el lugar curiosa, había varios estantes adosados a las paredes de color negro,con varios libros en ellos. Una cama tipo matrimonial con sábanas negras, y dos mesitas a los costados del mismo color, un puerta que daba a otra habitación,que imaginaba era para entrar al baño y otra puerta que daba para no sé donde,un balcón enorme con ventanas también enormes y con cortinas blancas, eso era lo único con color en toda la habitación, eso y una pequeña foto que se encontraba sobre una de las mesitas.

Mientras yo seguía observando todo desde la puerta de la habitación de Leo, él ya se encontraba recostado bajo las sábanas,con los brazos bajo la cabeza, haciendo mas grandes los músculos de estos.

- vas a venir? - preguntó observado mi actitud curiosa.

- la caballerosidad no es una de tus virtudes, no Leonardo? - pregunté irónicamente.

- es bueno que ya lo vayas sabiendo - respondió el muy idiota con una sonrisa cínica en el rostro.

Caminé hacia la cama, aún con su camisa puesta, y es que el muy imbécil no me había dejado traer nada de casa, me senté del lado contrario en donde él se encontraba, justamente a lado de la mesita donde se encontraba la fotografía.

Mi corazón debió detenerse y él debió oírlo, ya que se sentó en la cama, a lado mio, observando el pequeño retrato que se encontraba en mis manos. Era una foto mía junto con Wiggles, mi perrito imaginario.

- que es esto? - pregunté con las manos temblando y el corazón acelerado.

- que no es obvio? - preguntó sonriendo con nostalgia pero al mismo tiempo con ironía en la voz.

- dejate de bromas Leonardo - escupí lo mas seria posible.

- de acuerdo - respondió mientras su rostro pasaba a la total seriedad y tomaba con delicadeza la foto que se encontraba en mis manos, tocando con las yemas de su dedo a la pequeña yo, que allí se encontraba - es una foto tuya de cuando tenías 5 años - susurró con nostalgia en la voz.

- pero, como? Por que? - sintiendo mi corazón estrujarse.

- siempre he estado contigo Alexandra - soltó suspirando pesadamente - aunque tú nunca lo haz sabido - terminó observando mi expresión confundida.

- pero que significa esto? Digo, allí estoy con Wiggles, como pudieron sacar la foto tan de cerca? Nadie aparte de mi sabía de la existencia de Wiggles, él no dejaba que nadie lo viera excepto yo - intentaba aclarar mis ideas difícilmente, sentía que la cabeza estallaría en cualquier momento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.