"La Hija de Cupido"

• Capítulo 8 •

Giré lentamente conteniendo el aire en mis pulmones que en realidad no usaba ni necesitaba. Allí se encontraba ella con el ceño fruncido y la boca en una mueca graciosa.

Me observaba escudriñando mi rostro, y pude observar justo en ese momento, un pequeño lunar en forma de alas, justo por sobre su clavícula, y todo fue gracias a mi visión de vampiro, Liam, no lo había visto. Y eso solo podía significar una cosa. Ella era la hija de Eros. La que había venido, era ella. Y como lo sabia, pues, esa era otra larga historia.

Ella seguía observando mi rostro curiosa y atine a responderle,para no ser un perfecto maleducado. Punto en contra para mi, desde cuando me importaba la jodida educación?

- emm hola - respondí intentando sonreír pero fallando estrepitosamente.

- te ves gracioso cuando intentas hacer eso - sonrió, tenía una sonrisa sincera y muy dulce.

Liam río a mi lado, ella por supuesto no lo podía ver, el muy imbécil se había cubierto con una especie de hechizo de invisibilidad que solo lo alcanzaba a él.

- gracias? - respondí sin saber realmente que decirle.

- quieres tomar el té conmigo? - preguntó sonriendo como el gato de Alicia en el País de las Maravillas.

- emh, yo...tal vez envíe a mi perrito dentro de un rato, que te parece? Él te hará compañía - dije poniéndome a su altura de cuclillas frente a ella, no había tratado con niños en mucho tiempo.

- ¡si! - chilló abrazando mi cuerpo fuertemente, logrando que aspire su suave olor, la envolvi con mis brazos, aferrandome a su pequeño cuerpocomoalgodelícado- gracias pero...como te llamas? - preguntó de pronto arqueando una de sus delicadas cejas.

- Leo - respondí mientras sonreía de manera sincera, algo que no hacía desde hace mucho,había olvidado lo bien que se sentía hacerlo.

- gracias Leo - respondió volviendo a estrecharme en sus cortos y blancos brazos - iré a preparar todo, tu perrito tiene nombre Leo? - preguntó nuevamente,¡Diablos! si que hacia muchas preguntas.

- no, puedes ponerle tú un nombre - dije sonriendo ante su inteligencia, se ve que no se le escapaba nada.

- ¡Si! - chilló,mientras aplaudía y daba saltitos - le pondré...- fingió pensar un rato,con el ceño fruncido y los dedos en la barbilla como rascándosela - ¡Wiggles! - respondió de pronto.

- Wiggles? - pregunté sonriendo ella asintió sonriendo - es un nombre hermoso, y dime, cual es tu nombre pequeña? - pregunté tratando de parar de sonreir como idiota.

- Alexandra - respondió alegre - iré a preparar todo, esperare a Wiggles, Leo, no te olvides - exclamó con un dedo acusatorio.

- lo prometo - sonreí de nuevo, era fácil sonreir con sus ocurrencias.

Alexandra, era en definitiva un nombre hermoso, digno de toda una descendiente de Eros. Una reina. Toda ella.

Y con eso se fue corriendo de vuelta a su jardín, giré quedándome con la mirada tierna de Liam, empalagandome por completo.

- no tienes en definitiva un perrito, que planeas? - preguntó observando a Alex entre los arbustos con una sonrisa en el rostro.

- ya veras - respondí,mientras procedía a cambiar de forma.

Ser hijo de Hades, tenia sus ventajas,una de ellas era cambiar de forma a cualquier animal o persona. Al instante quede en la forma de un pequeño cachorro color blanco, observé a Liam que se había quedado con la boca abierta, mientras yo comenzaba a correr y ladrar hacía la pequeña niña, que había comenzado a dar saltos y chillidos llenos de felicidad, esperándome con sus brazos abiertos.

Yo simplemente me había quedado pasmada luego de toda esa historia-confesión, Leo había estado presente durante casi toda mi vida, y yo nunca me había dado cuenta.

Él fue Wiggles, mi perrito y mi mejor amigo, el que dormía a mi lado cuando había tormentas que me asustaban, y el que pasaba horas y horas jugando conmigo. Siempre había sido él. Leo. Mi Mate. Era por eso que sabía tanto de mi. Siempre me había cuidado aunque yo nunca lo supe.

- Alex? - preguntó él,observando mis ojos preocupado.

- porque no me habías dicho todo esto? - pregunte observando sus hermosos ojos color olivo y miel.

- no ha habido tanto tiempo que digamos - respondió él encongiendose de hombros.

- yo...

- tu que Alex? - me preguntó acomodando un mechón de pelo tras mi oreja.

- tengo miedo - cerrando los ojos y suspirando pesadamente.

- de que? - preguntó nuevamente, ahora quien era el preguntón?

- de todo esto, de tú y yo, y esto raro que esta sucediendo, de ir tan lento o tan rápido, de amar, porque realmente no se lo que es, creo que no influye en nada que mi padre sea el Dios del Amor despúes de todo - solté de manera rápida, en un gesto nervioso, hablaba sin pensar cuando me encontraba nerviosa.

- Alex, mirame - ordenó con voz tierna.

Obedeciendo abrí los ojos, observando su sonrisa tierna y sus ojos que habían cambiado a un color miel por completo.

- yo... también tengo miedo - respondió sonriendo aún mas grande, en definitiva estaba loco, aunque su sonrisa era bastante contagiosa pero sobre todo hermosa - pero no te preocupes, solo somos tú y yo, y esto estaba destinado a pasar, nosotros estábamos destinados a pasar,aunque parezca todo muy rápido, recuerda que, lo nuestro va más allá del amor,tu alma y mi alma se reconocen y siempre lo harán, además ya lo han hecho desde hace mucho tiempo - terminó sonriendo y acariciando con delicadeza mi mejilla.

Y cada palabra había llegado directo a mi corazón, la manera en que dijo todo eso, el miedo y devoción con el que pronunciaba las frases, y supe en ese momento que ambos estábamos en la misma situación. Y ambos nos necesitábamos de una extraña,loca y demente manera. A quien pretendía engañar? La historia que me había contado había conmovido lo más profundo de mi corazón. Sabiendo que todos estos años había cuidado de mi como una especie de gótico Ángel guardián.




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