"La Hija de Cupido"

• Capítulo 10 •

 

Me encontraba sentada en la silla del comedor-cocina de Leo, ya no aguantaba el hambre que poco a poco me iba carcomiendo, si,lo sé, muy poético, frente a mi, se encontraba un plato lleno de ravioles de pollo y verduras,mientras que yo, gustosa iba devorando aquel manjar, había que aceptar la realidad de que Gretel era un cocinera fantastica.

Perséfone, se había retirado hace algunas horas, luego de haber hablado con Leo para que recapacite con respecto a "nuestra" asistencia a la dichosa fiesta. Él de mala manera había dicho que se lo pensaría, era jueves, y la fiesta sería el sábado por la noche, aún tenía unos días a su favor para pensar.

Luego del notición que soltaron sobre que Liam era el hermano de Leo, quede en un estado de shock, del cual me llevó varios segundos salir. Y creo que al fin de cuentas, había quedado con mas dudas que respuestas.

Eran las 20:00 de la noche, y la casa se encontraba muy silenciosa, luego de que Perséfone se retirará, Leo había llamado a todos los que vivían y trabajaban en la casa, los cuales eran aproximadamente un total de 30 a 35 vampiros. Y si siempre había cuestionado mi salud mental, ahora lo hacía más que antes, ya que era la única humana, en un lugar atestado de vampiros chupasangre.

Leo se había ido a no se donde luego de haberme presentado a casi todo el personal, y me pidió que salga a recorrer el jardín de Rosales para "despejar" mi mente,lo que él no sabia era que estando sola se me dificultaba más "despejar" mi maniática mente.

Luego de estar por un par de horas en el jardín decidí entrar a comer algo, ya mi estómago clamaba por comida y nada más.

Luego de terminar la deliciosa cena que había preparado Gretel me dispuse a subir a mi habitación para ducharme y tal vez descansar un poco, subí lentamente las escaleras,con paso caracol observando cada detalle en tonos oscuros que se podían observar. Ya iba memorizando un poco hacia donde tenía que ir para llegar a mi habitación,luego de un par de minutos y de perderme unas cuantas veces llegue frente a mi puerta que estaba custodiada por dos guardaespaldas, que era? La primera dama o algo así?

- con permiso, pero deseo pasar - pedí mirando a ambos que se encontraban con expresiones neutras. Vestían totalmente de negro, y lo único de color eran sus pieles blancas,sus ojos rojos Rubí y sus cabellos de diferente color cada uno.

- señorita, el Señor Leonardo nos dio ordenes de que no ingrese a su habitación hasta que él lo permita - explicó uno mirando y meditando mi reacción.

¡Puto,Puto,Puto Vampiro! ¡Maldito Leonardo!

- pero, por que? - pregunté con ojos de perrito, intentando que me dejaran entrar.

- tampoco tenemos permitido decir nada al respecto - respondió el otro con voz neutra.

- tu eres Jack, no? - pregunté señalando hacia uno pelinegro.

- así es señorita - respondió asintiendo con la cabeza de forma muy formal.

- y tu, Travis no es así? - pregunté observando al peli rubio.

- exacto - respondió sonriendo amable. Creo que este me caía mejor.

- pues bien, Jack y Travis, o me dejan pasar o les pateare el culo a ambos - explique sonriente, aunque detrás de esa sonrisa se encontrara una amenaza no tan cierta pero latente.

Ambos se miraron entre sí, y comenzaron a partirse de risa. Y yo que pensé que no poseían sentido del humor. Luego de varios minutos riéndose de mi pobre amenaza, me observaron con sonrisas en sus blancos rostros.

- esa fue la mejor amenaza que he escuchado en mis últimos 100 años - bromeó Travis observando mi cara de enfado.

- opino lo mismo - respondió burlón Jack, sin quitar esa sonrisa idiota de su rostro.

- ¡váyanse a la mierda! - exclame mientras me dirigía hacia la habitación de Leo.

Invadiría su habitación ya que no me dejo pasar en la mía. Menos mal que ya había memorizado los largos pasillos. Caminé unos cuantos minutos, hasta que encontré su habitación al final de uno de los pasillos. Tomé la perilla de la puerta entre mis manos, y lo mas lento posible la giré, intentando hacer el menor ruido posible, adentro toda la habitación se encontraba a oscuras, salvo por su balcón que se encontraba abierto y dejaba que la luz de la luna se colara por ahí.

Cerré la puerta tras de mi, y prendí las luces, para iluminar un poco el lugar. Y como lo pensé, se veía un poco menos tenebrosa la habitación con la luz prendida. Decidí darme una ducha y poco a poco me fui desprendiendo de la camisa que Leo me había dado, quedando solo en bragas y sin sostén, opté por hurgar en la otra puerta a parte de la del baño,y descubrí que era su vestidor, la habitación era mediana y se encontraba atestada de camisetas,camisas,jeans, ropa interior y zapatos, las paredes estaban totalmente cubiertas por espejos. Observé mi reflejo en el espejo-pared y mis curvas no se veían para nada mal, tampoco mis senos, aunque estaba sucia, y necesitaba con urgencia un buen baño.

Salí del vestidor de Leo, dirigiéndome hacia el baño, al entrar prendí la luz, encontrándome con un baño sumamente moderno. Una tina gigante, lavado de manos, unas cortinas y la ducha al otro lado de estas. Todo en un color azul. Me encantaba. Cerré la puerta tras de mi, y opté por sumergirme en la tina. Deje que el agua suba bastante,casi hasta llenarla, y luego sin previo aviso,quite mis bragas, y me sumergí por completo.

Se sentía tan bien el agua llevando la tensión de estos últimos días. Tomé el jabón entre mis manos, y comencé a frotarlo contra todo mi cuerpo, mientras la espuma se esparcía en el agua, la suciedad y mugre de mi cuerpo, salían de a poco.

Luego de varios minutos de relajación total,opté por salir de la tina, dejé que el agua fuera directo al drenaje, y di media vuelta saliendo del cuarto de baño. Ya afuera totalmente desnuda, me dirigí hacia el vestidor de Leonardo,en busca de algo que ponerme, observé mi reflejo en el espejo, ahora me encontraba sumamente blanca y con gotas de agua cayendo por todo mi cuerpo.




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