Narra Leonardo.
Era sábado, exactamente las 12 del medio día, me encontraba sentado en la punta de una mesa gigante, con una bola de malnacidos vampiros hipócritas, y no es que yo no sea uno de ellos, la cuestión es que al menos yo lo aceptaba. La mesa era de caoba, y era bastante larga, se encontraban 6 vampiros a mi costado y a mi otro costado también 6, "Los Poderosos" como les gustaba ser llamados. Y en el otro extremo de la mesa se encontraba mi padre. El Rey del Inframundo. Hades.
Se mantenía callado y observando como iba impartiendo ordenes rápidamente sin compasión, ya que era eso lo que había aprendido de él. Echaba de menos mi hogar,o más bien a quien se encontraba en él, Alexandra. No la había visto desde hace poco más de un día y ya extrañaba su carácter impredecible y rebelde.
- y bien, Señor Pierce, sería tan amable de comentarnos, que haremos? - preguntó Harry, uno de los más antiguos miembros de los poderosos.
Se refería a las guerras constantes ocasionadas por las Hadas. Asquerosas Hadas. Tendían a atacar a los vampiros, hipnotizarlos y en caso de que sean mujeres violarlas y matarlas sin piedad. Era un comportamiento extraño viniendo de ellas, ya que siempre habían sido la raza mas tranquila, pero últimamente causaban constantes guerras.
- matarlas sin piedad - respondí seguro de mis palabras, no necesitaba más problemas como estos.
- no sería mas conveniente apresarlas e interrogarlas señor?, todos aquí sabemos que no es un comportamiento normal en ellas, y pensábamos que tal vez alguien este detrás de todo esto - explicó James, uno de los miembros más nuevos de poco más de 500 años de antigüedad, se destacaba en especial por sus predicciones o visiones presentes o futuras.
- es un buen punto, dejaré eso a cargo de ustedes, espero que estén a la altura del trabajo, no acepto incompetentes y lo saben - declare observando sus ojos rojos. La misión principal de los poderosos era guardar la paz, y encargarse de todo el infamundo, siendo liderados por mi y por Hades. No tenían permitido desobedecer y en caso de que lo hicieran el castigo era la muerte.
- si señor - respondieron todos al unísono. Ayer había tenido una reunión con los licantropos, y también con los brujos, no había parado de trabajar desde que había llegado aquí. Deseaba irme de una vez por todas.
- Hijo - soltó mi padre mirando directamente mis ojos - hoy es la fiesta que se ha organizado en honor a la hija de Cupido - explicó girando uno de los anillos que tenia puesto.
- estoy al tanto - respondí seco, seguía molesto por esa dichosa fiesta.
- todo el inframundo estará presente, creo que esta de más decirte que no acepto caprichos de parte tuya - me desafió con sus ojos de color naranja bailoteando como dos llamas a punto de extinguir algo.
- cuidarla no es un capricho - respondí, no quería traerla, era bastante peligroso, no quería correr el riesgo de que le suceda algo. Suena muy cursi, lo sé, simplemente asqueroso, pero a quien engañaba? Me preocupaba por ella, más de lo que me gustaba admitir.
- te importa demasiado, eh Hijo? - preguntó con una sonrisa extraña, normalmente no sonreía nunca.
- si - respondí cortante, no deseaba sonar débil frente a todos los que se encontraban de espectadores.
- bien, nos veremos en la noche Leonardo, y no acepto discusiones - sentenció observando la mirada asesina que le lanzaba.
- Padre...
- Largo - soltó señalando la puerta de salida.
Echando humo por las orejas, salí de allí, pensando en que haría, realmente no deseaba asistir, aunque lo haría de todos modos, asistiría con Alexandra y luego nos largariamos lo antes posible, si, eso haría, luego la llevaría en la cabaña del bosque, y pasaríamos allí la noche, y al amanecer iríamos a casa de nuevo, si, sonaba como un plan perfecto, un plan perfecto para mi Alex. ¡Diablos! Sonaba como un idiota enamorado, controlate Leonardo, no caigas, no caigas.
Sin darme cuenta, ya había llegado al automóvil que me esperaba fuera de la mansión de mi padre para llevarme de vuelta a casa. Subí en la parte trasera mientras el conductor aceleraba, desabotone mi camisa blanca, y arranqué la corbata, volvía a estar tranquilo,iría donde ella.
- a donde vamos Señor? - preguntó Thomas, mi chofer personal y también un buen amigo, mientras me observaba por el espejo retrovisor.
- a casa Thomas, a casa - respondí mientras cruzabamos el sendero en medio del tenebroso bosque de vuelta a casa.
Narra Alexandra.
- ¡Boom!¡Paguen sus apuestas maricas! - mostrando mis cartas a mis oponentes que me observaban con enfado, había ganado luego de una tarde bastante intensiva de juego, había que aceptar que ambos sabían jugar muy bien. Quien diría que los vampiros jugaban bien a las cartas?
Jack y Travis hurgaron dentro de sus bolsillos y carteras en busca del dinero prometido, mientras me observaban con sus ojos rojos llenos de enojo y diversión.
- sostengo mi firme teoría de que haz hecho trampa - sentenció Travis con la diversión en su tono de voz - nadie me había ganado en 200 años y viene una chiquilla a vencerme, fue trampa o un pacto con Satanás - se burló colocando el dinero en la mesa donde nos encontrábamos jugando.
- creo que fue lo segundo, es buena, pero nosotros siempre fuimos increíbles Trav - negó Jack con la cabeza sonriendo mientras colocaba el dinero por encima del de Travis.
- fue un gusto haberles ganado chicos, espero que se repita la ocasión - contando el dinero,mientras les guiñaba un ojo a ambos.
No había vuelto a saber nada de Leonardo, ya lo echaba de menos en realidad, en verdad fue cierto lo que había dicho antes de salir sobre lo de "un par de días". Desde anteayer no sabía nada sobre él y no lo veía, Travis y Jack, tampoco eran de mucha ayuda ya que no decían básicamente nada con respecto a eso.
Me levanté velozmente,mientras decidía dirigirme a mi habitación, iba subiendo las escaleras con paso perezoso,hasta que un olor inundó mis fosas nasales.
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Editado: 15.04.2019