"La Hija de Cupido"

• Capítulo 15 •

- eres un grano en el trasero Alexandra - escupió tirando una palomita de maíz justo en dirección a mi nariz.

Estábamos sentados en el sofá de la espaciosa sala de Leo, aún en su cabaña. Veíamos una película de romance erótica, y a medida que avanzaba la película íbamos debatiendo sobre ella.

- no hagas eso, sabes que la comida no es gratis no es así? - rodando los ojos, cada vez que comentábamos algo sobre alguna película u otros temas atinaba mi nariz con palomitas, tenía una puntería alucinante.

- es tan fácil hacerte irritar - se burló.

- eso es muy típico - opine observando la pantalla de la televisión.

Leo desvío la vista buscando la fuente de mi comentario.

- el que?

- como la besa, que no ves? Es muy...típico - explicando con un ademán de manos.

- no entiendo por que?

- pues en las películas eróticas la protagonista normalmente siempre suele ser besada salvajemente por el hombre.

- eso no es salvajismo Alexandra.

- y entonces que es?

- pasión - explicó, como si fuera lo más obvio del mundo.

Lo observé confundida y por supuesto se dio cuenta de esa mirada, así que, decidió continuar.

- se besan así porque se desean, hay pasión, o química, a ella no le molesta que él la bese de esa manera - observando la televisión.

- pues, si tu lo dices - respondí restandole importancia al asunto.

- es raro que no me discutas, que opinas tú? - preguntó alzando una ceja inquisitivo.

- como sabrías tú que a ella no le molesta? Ese es mi punto.

- opinas que tal vez a ella le moleste?

- exacto.

- apostaría a que lo apartaría si fuera así - opinó Leonardo mirando la pantalla de la televisión.

- podría tener miedo - susurre.

- de que?

- la reacción de él, o de que se moleste o piense que no lo ame por decirle eso.

- tienes un concepto un tanto errado del amor, Alexandra - sonrió con amargura - si él en verdad la ama,no se molestaría por cosas insignificantes, respetará su decisión a pesar de tener una gigante erección entre las piernas - comentó riendo.

Se veía tan joven,hermoso y despreocupado cuando reía.

- ese es un buen punto - reí al verlo a él tan feliz y tranquilo - no sabía que eras una especie de doctor del amor o algo así - me burle pero sin mala intención.

- muchas cosas se aprenden a lo largo de los años, a pesar de que no sean de mis propias experiencias - explicó volviendo a mirar la televisión. Yo también lo hice.

Se encontraba en un momento bastante candente. El hombre arrodillado frente a la mujer con las piernas le practicaba sexo oral, mientras esta gritaba su nombre en medio de jadeos y gemidos, tirando de su cabello e impulsando su cabeza contra su intimidad. Mi cuerpo ardió en llamas completamente observando tal imagen. Observé de reojo a Leonardo que se encontraba con el rostro impasible, sin mostrar ningún rastro de padecer también lo que a mi sucedía.

Volví a fijar mi vista en el televisor, habían cambiado posiciones, ahora la mujer se encontraba arrodillada frente al hombre, metiendo y sacando el enorme miembro con rapidez de su boca.

Sin soportar más ver estas imágenes y tener a Leo cerca,me levanté del sofá dirigiéndome hacia la cocina,mientras sentía la latente mirada de Leonardo sobre mi.

- a donde vas? - preguntó.

- a la cocina, tengo hambre - respondí restando importancia, y adentrándome en la cocina.

- bien,pues yo creo que iré a ducharme - soltó apagando la película.

Escuche sus pasos subiendo la escalera de madera, mientras sentía el aire volver a mis pulmones. Cerca de Leonardo era una bomba de tiempo.

Pero esperen, que hacía? Estaba sola en una cabaña condenadamente romántica junto a él, mi Mate, mi Leonardo. Solos los dos, pasando unos días tranquilos, y yo aquí controlando mis hormonas?

¡Diablos Alexandra! Eres una idiota. Él había esperado años por mi, y yo aquí como imbécil haciéndolo esperar.

Respire profundo, y comencé a caminar hacia las escaleras, sintiendo mi corazón martillear como loco en mi pecho. Subí las escaleras respirando mientras analizaba una y otra vez lo que estaba por hacer, estaba lista? Si, estaba lista. Era Leo, y pasaría toda mi vida quiera o no junto a él. Los dioses lo había querido así y también el destino mismo.

Recorrí los pasillos hasta llegar a la habitación de Leo, y si,anoche habíamos dormido en habitaciones separadas. Sin dudar abrí la puerta de su habitación, y la cerré despacio y sin hacer ningún ruido. Me adentre en la habitación escuchando el ruido de la ducha que estaba siendo utilizada por Leonardo.

Comencé a desvestirme, mi camiseta,mis shorts,mis bragas y mi sostén, quedando por completo desnuda. Inhale aire, y me acerque a la puerta del baño, sintiendo el corazón apunto de salir. La abrí despacio, entré e inmediatamente la cerré. Girando despacio presencié lo más hermoso que mis ojos había visto.

Leonardo se hallaba de espaldas totalmente desnudo, mientras las gotas de agua se deslizaban en su blanca espalda tonificada, su trasero ,redondo y apetecible era una verdadera maravilla. La tina se encontraba preparada a un lado, dispuesta a usarla por lo visto. Él aún no había alertado en mi presencia en el cuarto de baño,posiblemente por el agua que caía a su alrededor cubriendo sus agudos sentidos.

Tomé coraje, y me acerque lentamente pero con seguridad hacia él,que se encontraba con las manos apoyadas en los azulejos del baño. Me paré tras él y lo abrace sin más,pegando por completo mi anatomía a la suya. Él se sobresalto agarrando mis manos rápidamente y dandose la vuelta de un giro. Observó mis ojos probablemente sin dar crédito a lo que veía.

- Alexandra, que haces aquí? - preguntó con la voz ronca y los ojos medio desorbitados.

- que no es obvio? - pregunte elevando una de mis cejas.

- no - respondió lamiendo sus labios con nerviosismo mientras el agua seguía cayendo a nuestro alrededor. Verdaderamente se veía hermoso y perfecto su torso totalmente marcado y al descubierto solo aumentaba más mis ganas de estar con él.




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