La Hija De Grey (zimmey Libro 1)

—4—

Doy vueltas y vueltas por la cocina, tengo una bola enorme en el estómago. Recién he terminado de leer el periódico, la última crítica del libro ha sido muy buena, aunque siempre hay uno que otro excéntrico que le busca pelos a las papas para prender la mecha y tirar el trabajo de otros, no sé qué ganan con ello, pero estoy preparada para todo tipo de críticas, acostumbrada a vivir en el ojo del huracán, que todo venga a mí.

¿Por qué me siento tan nerviosa? No consigo sacar de mi cabeza que hoy es mi primera firma de autógrafos, a sólo una semana de que "Palabras del corazón" oficialmente fuese presentada, Editorial Grey ha tenido que organizar una firma, por pedido de los lectores. Como si no estuviese acostumbrada a la gente, las cámaras y los periodistas. Me siento como la primer vez que Thed y yo acompañamos a papá a la gala de aniversario de Grey Enterprises, aunque ya han pasado muchas lunas desde que eso ocurrió, ver tanta gente conglomerada, realizando preguntas a papá y no sólo sobre la empresa sino de su vida. Es mi momento, mi oportunidad de brillar con luz propia.

Que el mundo de prepare para conocer a Phoebe Grey. ¿Y si todo sale mal? Si nadie llega, bueno, ellos lo han pedido. ¿Y si al final solo me quieren ver de cerca para lanzarme el libro en la cara? No, confía en tí Phoebe.

— ¡Phoebe! —Grita desesperada, Gail. Lo sé con sólo verle la cara, al parecer ya la cansé 

— ¿Si?

—Toma asiento de una buena vez. —Noto mi taza con muesli sobre la mesa, acompañado de un vaso con leche. —Y busca como acabar tu desayuno. Debes parar, porque si das una vuelta más, abrirás un hoyo en el suelo o acabarás por hacer que se me revuelva el estómago. Niña de Dios, ven y te doy un té.

—No puedo parar, estoy tan nerviosa. Es mi primera firma de libros, voy a estar en contacto con todas aquellas personas que lo han leído y otras que piensan en hacerlo. Jamás creí que llegase a escalar puestos en las listas de libros más populares del mundo. —Subo al banco de la encimera. — ¿Puedes creerlo tú? Además de que por otra parte están aquellos a los que no les ha gustado, y es que para gustos los colores, no puedo Gail.

—Eres muy buena en lo que haces, mi niña. Tienes un poco de tus padres, no sólo en lo físico. Sino en esa cabecita loca. Visionaria como el señor Grey y emprendedora como Ana. —Deja una taza del TWININGS BREAKFAST TEA, debo dejar de tomar tanta cosa de ésta, luego se me creará una obsesión. ¿A quién engaño? Amo el té como a mi madre. —Debes tranquilizarte, ya verás como todo va a salir bien. Intentar es el primer paso para no fallar y si lo haces, te levantas, porque nada ha pasado. Déjate las uñas en paz, al señor Grey no le agrada que hagan eso. Ya conoces sus excéntricas reglas de la educación.

—Cuéntame el secreto para no huir del todopoderoso Grey.

—No decir cosas que no debes. —Dice muy segura. —Llevo años trabajando para él, desde antes de que apareciera Ana, y como que mucho tiempo en Escala no pasaba. A lo sumo un par de veces desayunaba y cenaba ahí, para luego irse a dormir. No le retes, aunque eso a tí parece no importarte en lo mínimo. —Río, es verdad. Desde que uso mi conciencia, soy la horma del zapato de mi padre. —Sin embargo, eres su hija y debe aguantarse, luego se le pone el corazón blandito. Desde muy pequeña has sido como fuego para su corazón de hielo.

Gail es la persona indicada para disipar muchas gracias mis dudas, siempre lo ha sido.

— ¿Tú sabes quién es la señora Robinson? Ayer escuché a mamá nombrarla, luego mi padre se le salió lo mandón y la hizo callar. ¿Ella habrá trabajado aquí? —La duda me carcome, los dos estaban ofuscados en una discusión sobre esa mujer. Mamá insistía en que ella hizo no sé que cosa, pero papá le decía que no. Ambos callaron en cuando me vieron.

—Trabajar, claro. —La mordacidad es latente en su tono. —Si estuvo aquí, no lo sé. O al menos no lo ha hecho en mi presencia. Desde que llegué a trabajar con el señor Grey, he sido la única a cargo.

—Vale, igual y les pregunto a ellos cuando cenemos. —Doy un trago de té, delicioso. — ¿Tu asunto con Taylor? ¿Cómo empezó el amor? Fue a primera vista, así muy romántico.

— ¡Dios, Phoebe! —Expresa divertida. —Eres una curiosa sin remedio. Esas cosas no debes preguntarlas, son privadas.

—El humor y la curiosidadson la más pura forma de inteligencia—Cito una frase de Roberto Bolaños. La habré leído en algún escrito de tantos, no recuerdo muy bien donde, pero eso sí, no la olvido.

No responde nada, sólo mira hacia la puerta. El ambiente se vuelve glacial, huele a Grey.




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