Es una mañana muy hermosa, al fin podré hacer algo que no sea estar todo el día en casa. Mi madre me ha propuesto poner en práctica mis habilidades. No sólo como escritora, sino, como ayudante de redacción, recientemente hubo una renuncia que me permite entrar al mundo editorial más allá de la presentación de un libro personal. Editorial Grey será mi primer puesto de trabajo, Que si me emociona? ¡Absolutamente! Mi libro se va vendiendo bien y pronto estará en Europa, no podría pedir más con respecto a ello, pero sí, cuando es mi primer día de trabajo, oficial.
—Phoebe, ten por seguro que si no te acabas el desayuno. Te.quedas.en.casa —Habla pausándose. —Terminalo ya.
—Dices eso porque no me viste antes de que bajaran, en la cocina he tomado trozos de todo, pregúntale a Gail si no me crees.
— ¡Gail! —Eleva la voz. Mamá cubre su oído derecho con el dedo y hace un gesto como si le hubiese dejado sorda. — ¡Ven aquí!
La pobre mujer aparece más rápido que un rayo.
—Señor Grey, ¿Qué necesita?
— ¿Has visto comer a Phoebe?
—Sí, señor. Ella es la razón por la cual no hay fresas en sus platos.
—Gracias. Puedes retirarte entonces.
—Sí, señor Grey.
Con leve asentimiento se despide y regresa a la cocina. Ted muy indignado me lanza un trozo pequeño de fruta.
Las fresas son sus favoritas.
— ¡Que cerdo eres! —Esbozo con el ceño fruncido. —Ahora mi ropa tiene tu asquerosa baba pegada en ella, ¡Puerco!
—No te comas las fresas, entonces. —Contrarresta. — ¡Lambiscona mañanera!
— ¡Silencio los dos! —Ay, Grey. Me provoca un mini infarto cuando grita poniéndose de pié. —Son tan infantiles, sus discusiones cada día son más absurdas, no sé cómo se superan. Theodore, te quiero en el auto en cinco minutos. Y Phoebe, el desayuno se hace con todos en la mesa, no en la cocina. Así que por favor, quítate esa costumbre horrorosa que tienes de comer a deshoras. No es agradable. —Se inclina para besar a mamá. —Nos vemos por la noche, no olvides el baile de beneficencia de mis padres.
Ella solo asiente, el jefe de familia ha amanecido de mal humor «Que raro» Me termino el jugo y dejo el vaso, ha quedado un silencio sepulcral en el comedor. Mamá se aclara la garganta mientras acaba con su leche.
—Phoebe, los dientes. Thed, tu padre te ha dicho algo. —Deja la servilleta que reposaba sobre sus piernas en la mesa y sin decir más, se va.
Me aseguro de que se haya ido para poder hablar. Esta discusión la gano yo, ya veo si no es así.
— ¿Ves lo que provocas, maleducado?
—En realidad, fue tu culpa. Habiendo diversidad de frutas, vas y te acabas las fresas, si serás.
—Camarón que se duerme... —suelto cantando, conteniendo la risa—, Ted que come kiwi.
— ¡Dejen eso ya! —Anastasia Grey, está gritando. Simplemente asoma la cabeza. Ya se le metió el diablo.
Elevo mis brazos a modo de rendición y me levanto de la silla, con el miedo que infunde ella cuando se enoja, trato de pasar lo más lejos de su persona, pero alcanza a darme una pequeña palmada en el brazo.
***
Mi madre y yo hemos llegado a la editorial, sugerentemente han realizado una breve reunión en la cual están congregados todos los pertenecientes a este negocio. Han insistido —Y por "Han" me refiero a C. Grey —en que se debe anunciar mi incorporación con bombos y platillos. Contra él, simplemente no se puede. Mi adorada madre toma lugar a mi lado y empieza con un breve saludo a todos.
—Buenos días a todos y cada uno de ustedes, sé que tenemos mucho trabajo y con esta breve reunión estoy restandoles tiempo valioso. Ésta es para informar que a partir de hoy, mi hija, Phoebe Grey, formará parte del cuadro de trabajo en esta editorial. Estará en edición y espero que consigan llevarse bien con ella, no quiero favoritismo ni ronroneo solo porque es la hija de la jefa. Deberá realizar su trabajo establecido cada día, ella será como uno más de ustedes. —Alzo la mano para moverla de un lado a otro y saludar, su recibimiento es una lluvia de aplausos. —Eso es todo, tengan buen día y regresen a sus labores.
De a poco el salón principal se va vaciando.
—Braulio Rouch, a mi oficina. —El chico asiente y camina tras ella. —Phoebe, tú también.
Le sonrío al chico y seguimos a mi madre. Ella misma abre la puerta de su oficina y nos deja entrar. Cuando cierra la puerta nos indica que podemos tomar asiento. Mamá se coloca en su lugar y autoritariamente empieza a decir que ambos al ser nuevos formaremos equipo y estaremos bajo las órdenes del jefe de edición, Thomas. Trabajaremos con el mismo libro y Braulio será mi compañero de respaldo la semana próxima, ya que el rey supremo de los negocios familiares Grey, ha autorizado tres firmas en tiendas resguardadas por un régimen de seguridad estricto. El señor al fin ha comprendido que con mi profesión, es necesario manejar el contacto con los lectores, que son los que al final compran mi libro. Al terminar nos deja ir.