La Hija De Grey (zimmey Libro 1)

—15—

El beso continúa, pero va disminuyendo en intensidad. Son segundos los que pasan tratando de que nuestras respiraciones se normalicen, no puedo abrir los ojos, no creo ser capaz de verle después de esto. Alguna vez soñé con tener un beso bajo la luna, hoy lo obtuve, pero no tanto como lo deseaba, pensaba que sería con alguien que me amaría y yo a él. Mi primer beso se lo he dado... A un amigo. Despacio abro los ojos encontrándome con su mirada, notando en la misma arrepentimiento, pero, ¿Por qué? ¿Por haberme besado? ¿O por ser yo con quien lo hizo?

—Phoebe, yo... —rasca su cabeza, esto es incómodo.

La voz cantarina y salvadora de Ava hace su conveniente aparición, aún está lejos, pero la escucho, es como un murmullo. Cada vez se hace más fuerte.

—No es necesario que digas nada, Paul. Porque esto no ocurrió. —Me niego a escuchar que fue un error, un impulso o lo que sea, eso solo llevaría a que me sintiese peor.

— ¡Phoebe Grey! —Mi prima se escucha muy cerca. — ¿Dónde te metiste, mujer?

—Ya voy, Ava. —Le miro a él. ¡Que mierda! —Es mejor que nos vayamos de aquí o ella se volverá loca. —Giro para irme.

—En algún momento hablaremos de esto. —Murmura cuando ya he caminado unos metros.

—Claro, pero no esta noche.

Ava aparece ante mis ojos, que mujer más insoportable.

— ¡Oh joder, Phoe! Me estaba volviendo loca buscándote. Ya va a empezar el show, vamos. —La emoción le brota de todos lados, tira de mí.

Va arrastrándome por todo el camino, con mis tacones haciendo un ruido horroroso. Y es que casi voy corriendo para conseguir llevar su veloz andar. Al entrar a la carpa, ella lleva sus dedos a la boca provocando un silbido exagerado y ruidoso, ¿Quién le enseña esas cosas a esta chica? El lugar se queda totalmente a oscuras, sin música, solamente se escuchan los murmullos de los presentes. Una luz liviana se enciende desde el reproductor sobre una manta que se va tendiendo poco a poco en el lugar que ocupa la banda, dejándolos detrás de la misma. Se escuchan latidos suaves y lejanos de un corazón. Esa no fue mi idea y menos estaba en planes. Ahorcaré a Ava, luego. La manta blanca se ve cubierta por...

—Ava, ese no era el plan. —La riño al descubrir una mancha uniforme de color rosado y celeste con las letras E y M. —No recuerdo haber dicho que sí a esta bobaba, nos quedamos con la foto de la ecografía. ¿No es así?

—Qué aburrida, Phoebe.

—Esto es una tontería, y ahora mismo lo arreglo. —Ella me toma del brazo, pero me suelto. Si ella hace lo que quiere, yo también. —La ecografía, ¿Está?

— ¿Qué vas a hacer?

—Quitarle lo ridículo a esto, nadie está prestando atención a nada. Todos, absolutamente todos, murmuran el hecho de que están a oscuras. A partir de ahora yo me encargo, tus descabelladas ideas van a terminar con la sorpresa y la fiesta arruinada. ¿La ecografía?

—No... —gruñe y se aleja. —La tiene el chico del sonido.

¿Por qué me dieron una prima tan... Jodida?

—Paul, ¿Puedes hacerme un favor? —Me atrevo a mirarlo, y siento mi estómago a punto de sufrir algo.

—Sí.

—Ve con el hombre de la entrada y que enciendan las luces.

—Bien.

Lanzo un suspiro al viento cuando este se va. Ese beso solo vino a crear una tormenta gigante. Poco a poco el lugar se va iluminando, me dirijo al escenario, donde pido que retiren la jodida manta que nada más estorba. La miradas de todas las mesas están en el escenario, carajos. Pido un micrófono, desde aquí puedo ver la mala leche que espolvorea Ava en la mesa, mientras la tía Mía le dice algo. Lo siento, pero su idea no era buena, habíamos pasado horas decidiendo detalle a detalle, y ahora sale con esta barbaridad. Colores explotando por todo el lugar, no es lo adecuado, sobre todo en este tipo de eventos, y lo de la luz fue nefasto. Ahora, a improvisar se ha dicho. Siento una presencia a mi lado y es el abuelo Carrick, parece desconcertado.

— ¿Qué es esto, Phoebe?

—Voy a disculparme por lo ocurrido hace unos instantes. Es un plan fallido.

— ¿Esto era lo que de traían entre manos ustedes dos? no me lo puedo creer, estas bromas no las hicieron ni de niñas.

—Abuelo, tranquilo. Esto no es... No importa. Yo voy a solucionarlo, quédate aquí, ¿Si? Te prometo que no es nada malo, me crees, ¿Verdad?

—Dios me ha dado mis canas para soportarlos a ustedes, está bien, me quedo aquí. Haz lo tuyo, pequeña Phoebe.

Le sonrío y beso su arrugada mejilla. Es un precioso.

—Buenas noches, lamentamos lo ocurrido, ustedes saben que los imprevistos siempre aparecen y en ocasiones son difíciles de controlar. No me mires así, Grey. —Señalo a mi padre que niega con la cabeza, no puede contener su sonrisa. —Me declaro inocente de cualquier acto.

Se escuchan leves y muy educadas risas por parte de los invitados. Muevo mi mano para que el chico muestre el vídeo de la ecografía. Me pican los ojos, voy a llorar.




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