La Hija De Grey (zimmey Libro 1)

—31—

Las flores se están secando.
Miro el jardín delantero y me parece que está algo descuidado, a primera vista se ve lúcido, pero si indagas un poco y revisas entre las ramas, es terrible. Ya luego lo arreglarán. El sonido del claxon del auto de llama mi atención, salgo de casa mientras Víctor mantiene abierta la reja, Sawyer ya está en mi auto esperando para seguirnos, ¿Será así toda la vida? Las cosas han mejorado, ya no creo que sea tan necesaria tanta seguridad. Subo al auto para saludarle con un beso en los labios, no puedo evitar sonreír al separarnos. Me comenta que se la ha pasado bien con su familia, extraña estar con ellos, pero que quedarse en Seattle vale mucho la pena, Luz y Flynn ya se han marchado, puesto que deben arreglar unas cosas en España sobre su boda por todo lo alto; en tanto Hannah y Eric han ido a Nueva York para un espectáculo de no sé qué puesta en escena que ella quiere ver antes de irse. Mañana todos regresarán a Múnich, y viéndole así, decaído, triste, a mi mente solo viene una pregunta: ¿Qué ocurrirá con nosotros cuando deba irse? Inevitablemente el sentimiento de melancolía me invade, desvío la mirada hacia la ventana. No había pensado demasiado en ello, cada vez falta menos para que se cumpla el plazo establecido para su estadía, yo estaré meses fuera del país, ¿Cuál es el futuro de una relación así? Es como si tuviese fecha de caducidad.

—Phoebe. —El auto se ha detenido y yo no me había dado cuenta. Evito hacer contacto con sus ojos. — ¿Me acompañarás?

—No, ve tú, yo aquí espero. —Hago un amago de sonrisa.

Unos minutos después, Picky está reposando sobre mis piernas, se le nota que aún no se encuentra del todo repuesto, acaricio su cabeza con suavidad, le miro y duerme.

— ¿Qué han dicho sobre él?

—Cuando lo traje, el diagnóstico es que es muy alérgico a la lactosa, Hannah le dio leche ese día, y por lo normal la toma con chocolate. Eso ha sido lo que empeoró la situación de Picky. —Pasa su mano con suavidad por la cola del perro. —Ahora tiene medicación tres veces al día y una dieta con croquetas de vegetales. Conforme pasen los días mejorará en su totalidad. 

─Me alegra. ─Murmuro con tono un tanto hostil.

Hay cosas en las que no debería pensar, pero tengo una cabeza demasiado inquieta, se supone que desayunaríamos juntos porque hemos arreglado nuestros problemas. En esta relación soy yo la que complica todo, analizando todo lo que ha ocurrido, yo soy quien inicia. Estaciona frente a una cafetería, nos quedamos fuera para poder tener a Picky vigilado ya que se ha quedado durmiendo en el auto. Pedimos jugos, pan dulce e inevitablemente, té. Me dedico a responder dentro de la conversación con puros monosílabos, toma mi mano acariciándola mientras habla de algo de su abuelo, sobre una comida o algo así. Siendo sincera, he perdido la línea de lo que me dice. Al hablar de su familia se le nota emocionado, es lo que lo hace feliz, ciertamente deberá volver con ellos y yo me quedaré aquí.

─Phoebe, ¿Puedes decirme que pasa?

─Nada. ─Me limito a responder. No quiero tocar más de lo que puedo tolerar el tema.

─No me digas eso, te noto extraña. Puedo asegurar sin el mínimo temor a estar equivocado, que algo ronda en tu cabeza, llevas ignorándome gran parte del tiempo en que hemos... Perdón, he estado hablando.

─No dormí bien, eso es todo. Estos días han sido extraños para mí, tengo tanto en lo que pensar, que a veces me pierdo.

─ ¿Sabes? No tenemos mucho tiempo juntos, pero puedo reconocer perfectamente cuando mientes.

Enarca una ceja dándole un sorbo a su jugo, sus ojos me penetran, soy terrible con las mentiras. Desvío mi atención a una pareja de niños que caminan delante de una mujer que parece muy entretenida en el móvil, el mayor le ayuda a la pequeña a cruzar la calle tomándole de la mano, me recuerda a Thed y a mi justo a esa edad, que momentos más hermosos. El garraspeo de Paul hace que vuelva a verle, ¿Qué demonios debo decirle?

─ ¿Qué? ─Espero incómoda bebiendo un trago de té.

─No te vayas por las ramas y respóndeme, ¿Qué ocurre?

─Nada, ya lo dije. Simplemente estoy nerviosa y expectante con respecto al viaje, es todo.

─Si tú lo dices, bueno. ─Susurra levantándose para ir al auto.

Llevo mi mano al pecho indignada, ¿No va a esperarme? Abre la puerta del copiloto dejando ver a Picky que aún duerme muy plácido en el asiento, mueve su pies impaciente. Me encojo de hombros, acabo mi té para llegar a su lado. Subo al auto no sin antes sostener a mi peludo en los brazos, cuando estoy sentada abrocha mi cinturón sin decir una sola palabra. Rodea el auto para tomar su lugar en el asiento del conductor, lo pone en marcha y se desplaza por las calles sin inmutarse en nada que no sea el camino, que le haya enseñado a conducir en Seattle ha sido un genio. En mi cara se forma un gesto de asco de solo imaginar que haya sido la fulana de Sylvia, ¡Ay, por Dios!

Picky se remueve en mis piernas, despierta poco a poco mientras paso mi mano por lo largo de cabeza, su cola se menea con singularidad, pese a estar enfermo puedo notar su alegría, lo tomo del encaje de las piernas para sostenerlo frente a mí.

─Hola peludito hermoso, ¿Te sientes mucho mejor? ─Llevo su nariz a la mía, su ladrido me hace brincar un poco. ─Veo que sí. Mira nada más lo hermoso que estás.

─Ha resucitado. ─Se mofa Paul abriendo al fin la boca, lo miro y pongo los ojos en blanco.

─No hablo con gruñones berrinchudos, ¿Verdad precioso? ─Picky gruñe en su dirección. ─Ya que tú trabajas, yo paso mucho tiempo en casa y él necesita cuidados ¿Podría llevarlo esta semana a casa?

─Claro, puedes. ─Responde sin despegar la vista del camino─. Ya te pasaré los cuidados que se debes tener, iremos a mi apartamento para tomar sus cosas y luego los llevaré a tu casa.

─Bien.

Intentaba encontrar una comparación con respecto a la situación que vivíamos en todo el trayecto: Yo entretenida con Picky y él con el ceño fruncido, ninguno cruzaba palabra con el otro. Las cosas no anda para nada bien, medio me miró cuando tuvo que detenerse en algún cruce de vía, casi una hora en perfecto silencio, hasta que ha tenido que molestarse en decirme que llegamos a su apartamento y debía bajar.




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