La felicidad viaja por todo mi cuerpo, toda yo soy la muestra viva de lo que es sentirse de maravilla. Tanta es mi alegría que se contagia, está mañana he decidido pasar mi escrito de la libreta a digital, he tecleado como loca durante una media hora ya que le he agregado unas cuantas cosas, en segundos lo envié al correo editorial, ya cuando llegue a casa lo descargo para continuar. En cuanto he estado lista, el tío Ethan me dice que nos podemos ir, nos despedimos de la tía Mía —Cada uno a su manera-— Nuestro tema de conversación interrumpido, ha quedado saldado el sábado en horas de la madrugada, cuando yo moría por un trago de agua y ella por helado. Aprovechamos el tiempo y nos hemos puesto a platicar, al final le he contado que Paul y yo lo arreglamos «Otra vez», Y casi llora cuando repetí lo más que recordé de sus hermosas palabras con acento alemán que derritieron mi corazón en ese instante. Tras dejarle comida a Picky que se encuentra totalmente cómodo debajo de la mesa del comedor y prometerle que volveré por él, nos dirigimos al centro de rehabilitación.
Phoebe G.
Buenos días, no te olvides de mí.
Besos.
Guardo el móvil tras enviar el mensaje. Mi curiosidad sobre lo que le sucede a Ava va en aumento desde que me enteré de lo ocurrido, en eso baso nuestro tema de conversación. Ella nunca ha sido la chica mejor portada del universo, es genuina y alocada, su comportamiento no es reciente, tienes meses con ello, casual, y desde que ha empezado el curso de comunicación con la chica esa. De no ser por el tío Ethan no se habrían dado cuenta de lo que sucedía, pero que asco esa gente con edad avanzada que busca jóvenes para satisfacer sus... Díscolos y muy pedófilos pensamientos, pero bueno, mi ley de vida dicta que no debo juzgar a nadie, cada quien comete sus errores y aprende de ellos. ¿Por qué Ava no me buscó? Si bien es cierto que últimamente nos nos relacionamos como antes, sabe que puede contar conmigo. No me extraña que no lo hiciese, si tenía tan mala influencia, somos tan diferentes.
El auto se estaciona, ni me enteré de qué tanto viajamos, ¿Me habré dormido en algún momento? Noto que estamos en las afueras de la ciudad, las paredes son de color blanco y al entrar el ambiente es sombrío, siento escalofríos de inmediato. Él habla con las personas encargadas, por los gestos de ambas partes sé que algo no anda demasiado bien, por breves instantes me resigno a que no le veré, supongo que le han de prohibir las visitas o algo así, pero no, él sabe muy bien cómo hacer las cosas. Mientras avanzamos veo a algunas personas reunidas en puntos específicos, me explica que quienes están en los jardines son jóvenes con su recuperación casi alcanzada que conversan con otros que recién empieza, pero que eso no va con Ava, ella parece odiar a todos y que han optado por terapia personalizada, sólo un médico y ella, que por supuesto no lo ha aceptado a él. Nos quedamos frente a una puerta y él saca la llave de su bolsillo, se detiene antes de girar el pomo, me mira y dice:
—La puerta no puede quedar sin llave, por lo cual, cuando pasen los diez minutos que nos dieron, yo vendré para abrir, ¿Si?
—Sí. —Respondo dudando, tampoco es que ella va a matarme.
La puerta se cierra tras de mí, la habitación solo se ilumina por la luz que se filtra por las ventanas, las cuales tienen un barandal de hierro, suelto aire. Doy un brinco del susto cuando la encuentro, está mal sentada sobre un sillón, parece que nada le importa, la poca luz me permite ver su cara. Denota cansancio, sus ojeras gritan su falta de sueño y constantemente mueve los dedos chocando uno con otros.
Tomó asiento a un lado de la cama, puesto que queda frente a ella y no hay dónde más poner las posaderas.
—Hola. —Susurro. Continúa con esa mirada fría sobre mí, se inclina hacia delante sin dejar de mirarme. Suelta el aire de su boca con exageración y pone los ojos en blanco.
—Vaya, pero si eres tú. Santísima Phoebe ha venido a visitarme. —Escupe con sorna. —Pero qué milagro, el señor Grey se ha dignado a dejar volar a su pajarita. Si querías ver que soy un desastre, ¡Mírame! —Grita tan fuerte que me hago un poco hacia atrás por instinto de protección. — ¿Lo has hecho? Fenomenal, ya te puedes largar por dónde has llegado.
—He venido hasta aquí para hablar contigo, Ava. Porque enserio me importas, y no me interesa que te equivoques o hagas las cosas mal, siempre te he dicho que puedes contar conmigo para todo, lo que quieras.
— ¿Lo que quiera? —En su rostro se dibuja una sonrisa malvada, yo asiento como un muñequito de esos que se ponen en el auto. —Ayúdame a salir de aquí, no estoy loca y no merezco que me encierren. Todo ha sido por culpa de Ethan, ¡Puta mierda! Como si fuese la primera persona en el mundo que se enrolla con alguien mayor, salgo de fiestas y disfruto de mi vida, ¿Qué malo hay en eso? No he matado a nadie, aún.
—La forma en que lo haces, Ava. Eres perfecta, tienes muchas cosas por las cuales salir de este hoyo en el que te has metido, vas cayendo en un precipicio, pero aún tienes tiempo para tomar la mano que te ofrece ayuda. Muchos te queremos, y no, jamás te ayudaría a salir, porque estás aquí por tu bien, aunque ahora no lo veas así, en algún momento te centrarás y reflexionarás sobre lo que estás haciendo con tu vida, sólo entonces entenderás que tus padres, el tío Ethan, los abuelos y todos queremos que estés bien.
— ¿Bien? —Ríe sarcástica. —No puedo estar bien cuando me encierran como a una maldita loca. —Se levanta del sillón con agresividad, por instinto de protección, nuevamente, me subo a la cama para alejarme. — ¡Yo no necesito ayuda de nadie porque no tengo nada! ¿Te corres? ¿Me temes? —Se suelta a reír, me bajo de la cama para que sea mi barrera. —Tú no sabes nada, de la vida ni de nada, eres una jodida niña que a su edad, su padre es quien la maneja, ¿Cuándo serás tú misma y no lo que tus padres quieren? Vives en las faldas de Ana y no haces nada que tu padre no autorice. Mírate, eres débil, una sumisa de Grey.