La Hija De Grey (zimmey Libro 1)

—41—

Viajes, viajes, viajes.
Al final acabo volviéndome loca de una vez. 
Estrés.
Cansancio.
Agotamiento.

Tras dos meses recorriendo ciudad tras ciudad , puedo afirmar que no puedo más. Las horas para descansar se hacen pocas y el sueño demasiado. La visita por España, Portugal, Italia y Alemania fueron fructíferas, he aprendido a conocerme y conocer a muchas personas, ha nacido en mí una fuerza de labia muy interesante. Pese a las horas de viajes, cambios de clima constante y una que otra contingencia, el resto todo ha estado perfecto.

Me he enamorado de Alemania —Incluyendo un alemán, que no estaba allí— Sería un lugar perfecto para visitar en vacaciones, claro, sin tantas presiones y las horas contadas para posar en un lugar. Pese a que el frío era inclemente, no era nada que no solucionara un abrigo calientito. Dos largos meses en los que hablar con Paul ha sido difícil, sus horarios y los míos no son fáciles de organizar, siempre es demasiado temprano o muy tarde, pese a ello, los pocos más de quince minutos cada dos días que conseguimos mantener el contacto, han sido suficiente, encontramos temas para charlar, su día a día en Muller Seattle, mi hermano con su distante novia, en un inicio parecían uña con mugre pero desde días atrás se ven pocas veces. — ¿Qué si me alegra? Lo suficiente, ella no es la adecuada para él, y no habla la hermana celosa, sino las que quiere lo mejor para su hermano— Mis estresantes horas de trabajo, las ciudades, la comida, la verdad, cualquier cosa es buena. En cuanto a la relación, la distancia no ha hecho nada, lo sé porque en ocasiones sigue trabajando cuando estamos en videollamadas, entonces le digo que podemos dejarlo para otro momento, se rehúsa ha hacerlo, sus ojos cantan lo que los míos. Y un te quiero revolotea al final. El último día en que tocaba estar en Múnich, pensé que quedaría loca con tantas cosas por hacer y a la misma vez, el día había estado terrible, recorrimos dos librerías, un canal de televisión, emisoras y para terminar, dejar firmados libros para su venta póstuma. El cansancio era abrumador, esa noche tocaba dormir en la ciudad para salir de madrugada a nuestro siguiente destino, mi madre había regresado al hotel unas horas atrás, sus ánimos no andan bien, papá y Theodore no han podido viajar por problemas con una de las empresas afiliadas, comprende la situación, no lo dice, pero sé que le estresa, lo sé por sus suspiros cuando acaba una llamada o simplemente recuerda, llegué a decirle que fuese a Seattle, yo estoy perfecta, una semana no sería nada, pero tampoco quiere dejarme, aunque sabe a la perfección que me llevó fenomenal con los del equipo. Tras darle las buenas noches con un fuerte abrazo en dimensión tres personas, al fin podía ir a mi habitación para perderme en un sueño profundo y olvidarme de todo.

Vaya error. 
Plan descartado.

— ¡Hola, Phoebe! —Antes de poder abrir la puerta de mi habitación alguien saltó sobre mí. Que susto, sentía mi corazón bombardear como loco, asustada y todo le devolví el abrazo a pesar del susto inicial, también me hizo feliz verle.

¿Qué tienen los Zimmerman con querer matarme del corazón?

—Hannah, qué sorpresa verte por aquí, ¿Cómo estás? —Estoy altamente sorprendida, de verdad no la esperaba por estos lados.

—De maravilla, mejor que nunca diría yo. —Dice con un brillo especial en los ojos, ese mismo que yo suelo tener desde que... Frunzo el ceño.

— ¿Te has enamorado, Hannah? —Ella asiente, su cabeza se mueve cual muñequito de auto.

— ¡Vaya! Entremos, entremos, que esto se oye muy interesante.

—Oye, ni se te ocurra decirle a Paul. Con eso de que son grandes "amigos" —Hace énfasis en amigos. —Venga ya, que sé lo de ustedes.

— ¿A qué haces referencia con "lo de ustedes"?  —Me hago la loca, si hablan con alguien, conmigo no es.

— ¡Ea, preciosa! —Se mofa, lanzándose a la cama riendo  —Mira tú, conozco al hombre desde antes que lo parieran, hipotéticamente lo hago. Yo le pregunto por tí y a aquél se le suben los colores, no me llevó demasiado tiempo saberlo y le he preguntado, pese a que ya estaba segura de  su respuesta, le he llenado de palabrerías hasta ponerlo loco, al punto de que solo dije: ¿Y es bonita para ti? Ni siquiera tuvo que responder, su sonrisa lo dijo. Luego ataqué con: ¿Son novios? Al inicio no quiso decirlo, pero yo soy tan jodida como mi madre y me lo soltó, con la promesa de no abrir la boca. Paul es un experto en marear la perdiz, pero mira que son unos pillines ustedes. Mi madre, Flynn, hasta Eric lo sabían, y yo, que te considero mi amiga y la hermana favorita, nada de nada.

—Esto es malo. No, no, no. —Repito una y otra vez. —Poco a poco todos van sabiéndolo, ¡Cristo, Cristo, Cristo!

—Phoebe, tranquila y respira. —Apenas nota lo alterada que me he puesto. —Un, dos, tres, respira.

Un, dos, tres, respira. 
Un, dos, tres, respira. 
Un, dos, tres, respira.

—Tranquilízate, créeme que ninguno de nosotros va a abrir la boca, es asunto de ustedes.

—No es tan fácil, así como... ¡Ay, Dios mío!

—Mira, a lo que entendí, están evitando problemas con padres y socios a su vez. Pero que yo te diré una cosa, si lo que ustedes tienen es tan bonito como yo lo imagino, ni mil Eric Zimmerman con cara de mala leche y controladores Christian Grey, van a poder contra ello. Ellos deben tener muy en claro dentro de esas cabezotas que no toda la vida nos van a retener, hay que crecer, aprender, sufrir tal vez, pero al final, tomar la experiencia. —Habla como si de una anciana se tratase. —Ya si no lo comprenden, toman su rabo y les toca joderse.

Me tiro en la cama a su lado.

—Íbamos a hablar de tí, y mira en lo que quedamos.

— ¿Tú a qué le temes de todo esto? Porque si puedo dar mi opinión, a Paul, le preocupas tú.




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