Pasamos un buen tiempo así, abrazados, minutos en lo que no sucede nada, simplemente disfrutamos de por fin poder estar juntos. Acaricia mi espalda antes de soltarme. Paso mi mano por su barbilla, trae una barba rubia que le hace ver como un vagabundo.
—Esto debe desaparecer, ¿Hace cuánto no te rasuras? —Pica, joder.
—Una semana. He tenido un ataque depresivo desde que alguien ha decidido no responder a mis llamadas—. Dice en tono de reclamo, me río. —Y ahora le parece muy gracioso. Además, he estado demasiado ocupado, no he dormido del todo bien, mis padres llegan en estos días y quiero tener todo en orden por acá. Volviendo a lo mío, ¿Por qué no me respondías?
—Niza, esa es la razón. Ha sido la última semana y por lo tanto la más pesada, argumentando en mi defensa he de decir que de toda mi vida. Eran compromisos, firmas, comidas, reuniones, entrevistas y tantas cosas que al caer la noche solo quería mi cama. Lo siento, de verdad. Ah, pero al final no conseguía dormir, ¿Recuerdas que te mencioné un escrito que andaba por ahí y quería retomar. —Asiente pasando sus pulgares por mis mejillas. —Cuando el mundo pensaba que dormía, en realidad estaba sentada en el sillón o la cama dándole vida a mis ideas, ¿Sabes? Ya tengo el material para mi nuevo libro.
—Vale, te perdono porque he de comprender que el cansancio es criminal y que la mente de un escritor nunca descansa. —Me da un beso en la punta de la nariz. — ¿Por qué no has avisado que vendrías hoy? Hubiese ido por tí al aeropuerto.
—Punto uno: quería que fuese sorpresa. Y lo he conseguido. —Digo muy orgullosa de haberlo conseguido. —Y punto dos: Mi padre ha estado ahí para recibirme. ¿Cuál hubiese sido tú razón para aparecerte?
—Me confundí de fecha, creí que mis padres vendrían hoy—. Suelta sin pensarlo demasiado. —O mejor esto, vengo por su hija, porque es mía. Tan simple como eso.
— ¡Oye! ¿Tú cuando me has comprado para decir eso?
—No creo tener que recordarte el porqué lo digo. —Mueve sus cejas divertida. ¡Ay, por favor!b Siento el calor avanzar por mí cara. —Además, así nos ahorramos tiempo. ¿A caso crees que el señor Grey sería capaz de armar un escándalo en pleno aeropuerto?
—Jamás subestimes el actuar de un Grey. Créeme si te digo que sería capaz de pagar cuanto fuese necesario por despejar todo el lugar para hacerte seguir por los guardias de seguridad y luego cortarte trozo por trozo en la banda eléctrica de las maletas para finalmente darte de comer a los perros del escuadrón antinarcótico. Claro, eso sí se toma a mal que le hayamos mentido por meses, hayas viajado varias veces a verme, estemos escondidos y más.
—No es mentir, yo le diría actuar por omisión. —Niego con la cabeza mentir es mentir, ¡No me jodas! —Oye, ¿No se te ha olvidado decirme algo?
—No.!—Enarco una ceja, ¿Qué más podría decirle? Llevo mi dedo índice a la barbilla. Dos frases. —Te extrañé mucho. —Hace un mohín para que siga. —Y te amo, muchísimo.
—Justo lo que esperaba. —Me da un poco, alejándose despacio rozando nuestros labios. — ¿Cenamos hoy?
—Es la razón por la cual he venido. —Me mofo burlona. —Anda, cumple con buen novio e invítame a algo delicioso.
—Dañas mi ego, Phoebe. No se puede ser más corta rollos que tú, desde luego. No soy rencoroso, y para que te cerciores de ello, cocinaré para ti.
Sin poder evitarlo se me escapa una risita, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me fui?
—Como quieras. —Vuelve a tomar lugar en su asiento, asumo que debes continuar trabajando. — ¿Te falta mucho?
—Solo terminar de leer este contrato para pasárselo a Theodore, es por lo del proyecto social. Espero que aún continúe aquí.
— ¿Tiene una oficina en este edificio? —Asiente dirigiendo la vista a sus papeles. —Vaya, todo un hombre de negocios. Iré a ver si lo encuentro.
—Solo tengo cuidado de no interrumpir nada. —Dice divertido. —Fui a buscarle ayer y creo que detuve algo entre los dos que ya sabemos, fue bochornoso para los tres.
—Eso no se hace hombre. —Golpeo su brazo, moviendo un poco el lápiz sobre el papel que por fortuna está vacío, ¡Opss! —Bueno, mientras te desocupas, iré a fastidiar a mi hermano. Y Paul —me mira — ¿Habrá algo para picar por aquí? Me he tomado muy en serio aquello de « Cómete el mundo»
Se inclina hacia la derecha para buscar algo en el cajón, saca un paquete de galletas y lo deja sobre la mesa. Tiene su huaca bien guardadora, se me escapa la risa, vaya alto ejecutivo.
—No te rías, no se puede sobrevivir de otra manera a estar encerrado entre cuatro paredes, ocasionalmente el hambre me ataca y utilizo las galletas como recurso
—Paul, creo que debemos empezar a controlar el hambre o acabaremos rodando.
—Gorditos, pero felices. —Se mofa. —Anda, ve en busca de Theodore y déjame terminar esto para irnos y disfrutar de una deliciosa cena preparada por estas bien cuidadas manos.
—Vete a joder, Paul. —Me inclino para dejarle un beso. —No tardes demasiado.
Escucho su risa a mis espaldas, me despido de Isabella que ya tiene sus cosas recogidas puesto que es su hora de salida, ella me sonríe mientras se dirige a la oficina con más carpetas en mano. Joder con la vida empresarial. Antes de que entre recuerdo un pequeño detalle.
—Isabella. —Detiene la mano antes de ponerla en el pomo.
—Dígame, señorita Grey.
— ¿Mi hermano continúa por estos lados?
—Sí, acaba de llegar con Grace. —Mi reina interior sonríe pícara. —Su oficina es la última de la derecha. Yendo hacia allá. —Señala a la izquierda, yo me perdí. —En esta dirección, en la división gira a la derecha, la del final.
—Está bien. Gracias. —Tremenda dirección.
Empiezo a marearme, andando. Camino por el pasillo hasta encontrar la famosa división, mi lado curioso hace que me incline hacia el otro pasillo, no hay nadie. Regreso a mi focus inicial y sigo el pasillo de la derecha, hay dos oficinas cerradas y una con la puerta abierta, pervertida. Avanzo despacio hasta quedar cerca de la entrada. Joder, se me está haciendo costumbre esto de estar tras las puertas, uish, mi padre se infartaría de saberlo. Pongo cara de asco al identificar la voz de esa, dentro de la oficina, ¿Qué mierda hace aquí?.