La Hija De Grey (zimmey Libro 1)

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Las emociones en casa están a flor de piel, aún tenemos algo pendiente. Un trozo de baguette relleno con pavo, lechuga, tomate, salsas y yogurt griego —Para mi suena muy apetecible— después, mi padre no se encuentra del todo feliz pero se ha quedado tranquilo al verme comer. Estamos los cuatro sentados en el despacho, esperando a tener una plática que me he negado a llevar a cabo, pero él ha insistido en que debe hacerlo. Parte de las revelaciones de secretos familiares para evitar más sorpresas inesperadas. Theodore y yo nos encontramos juntos, como cuando nos reñían a ambos por hacer alguna loca travesura, mientras ellos dos están de frente.

Ella, es mi madre biológica. —Deja una fotografía en a mesa del centro. A simple vista es muy bien parecida a papá, es hermosa, pero no se parece en nada a mi madre como la mujer aquella quiso hacerme creer. Me siento un poco aliviada.

— ¿Cuál era su nombre? —Pregunta Theodore.

Ella, ¿No escuchaste? —Le doy un galletazo. Mamá suelta una risita.

—Pensé que hacía referencia a... Ya entendí. Puedes continuar.

—Murió cuando tenía cuatro años, la edad en que muchas cosas cambiaron para mí. Durante mucho tiempo le odié, pero ya no. —Mira con agradecimiento a mamá. —Tenía un resentimiento incalculable hacia ella como madre, porque nunca me defendió de los tipos que estaban como su pareja, viví marcado por el dolor que eso producía y más, cuando uno de ellos me utilizaba de cenicero, quería que por una vez ella se moviera de su rincón e hiciera algo por mi, pero estaba tan perdida y drogada que yo quedaba a merced de él. Antes de que Grace y Carrick me adoptasen, no era nada, solo un niño indefenso del que nadie cuidaba, conviví por varios días con el cadáver de ella, quería protegerla esperando a que despertara, mismo tiempo en que ni siquiera comía, solo me quedé a su lado. —Mi labio inferior tiembla, me lo imagino de pequeño, sufriendo todo aquello y se me parte el corazón. —A partir de que ellos fueron por mí a la casa de acogida donde estuve mientras duró el proceso de adopción, mi vida se llenó de amor, pero no sabía cómo valorarlo, nunca lo había tenido. Solía ser egoísta con Lelliotno me caía bien, hasta que llegó Mía, ella fue un punto de inflexión para mí. Con los años aprendí a convivir con ellos, pero me reservaba al mundo, las relaciones personales no me interesaban. Luego llegó la juventud, y con ella, una rebeldía muy jodida. Era un chico solitario, al que no importaba nada, que se dejó llevar por los bajos instintos de una bella mujer que conocía mis puntos débiles. No quiero entrar en demasiados detalles, entré a un mundo en donde muy al contrario de lo que se puedan imaginar, encontré la escapatoria perfecta a un pasado que me seguía cada instante. —Cierra los ojos recordando, al abrirlos el dolor se posa en ellos. Entonces mi madre le toma la mano deslizando el pulgar por la misma una y otra vez. —Al crecer y entrar a una etapa de madurez, dejé de obedecer para transformarme en quien llevase las riendas. Sanaba mi dolor, decepción, el resentimiento, ni siquiera tengo en claro porqué lo inicié. Lo único que tenía seguro era que sentirme poderoso, a veces humillar, saber que esa persona debía cumplir con lo que pidiese, me hacía sentir increíblemente bien. Era un tipo viviendo en un mundo de mierda, totalmente jodido, con las sombras del pasado que no podía controlar y que se apoderaron de mí, era la forma perfecta para encontrar lo que creí era mi libertad.

—No continúes —murmuro llorando. Tengo el alma herida.

—Ya no duele, Phoebe. Recordarlo, hace que valore lo que ahora tengo. —Besa el dorso de la mano de su esposa. —Ese era mi mundo, un mundo donde los sentimientos no tenían lugar, solo la satisfacción y el poder que eso me daba era lo importante. Pero, en el mundo existen muchas ángeles, rebeldes, marañas con dos pies izquierdos con entradas peculiares a las oficinas de alguien que no conoce, castaños, carismáticos e imprudentes, que preguntan en entrevistas: ¿Es usted Gay, señor Grey? —Ella se sonroja apenada. Mamá pese a tener los ojos húmedos, sonríe. —Tozuda y romántica, se convirtió en el centro de mi mundo, y bastó con que me abandonara una sola vez,para comprenderlo. En el preciso instante que se han cerrado las puertas del ascensor supe que debía tenerla a mi lado. Esta mujer que ven aquí, me enseñó que el amor es el arma más potente del mundo. Ha conseguido cazarme, si con z.

—Oye. —Se queja dándole un manotazo en el brazo, ante lo cual el ríe contagiándonos. —Tú eras quien me acosabas por correo, con paseos en el Charlie Tango. Me siguió hasta Savannah y me dijo: Te llevaré a perseguir el amanecer. Era un romántico de clóset, decía cosas bonitas sin saberlo. Ah, odiaba las flores y corazones, pero el suyo era todo un jardín. Vamos Christian, confiésate.

¿En qué momento he pasado del llanto a la risa? Él eleva los brazos rendido, con un gesto divertido en su rostro.

—Si ha llenado con flores la casita del embarcadero, repleto, creo que se consiguió las flores de todo Seattle para que no hubiese un solo hueco vacío. Que no los engañe don "no soy un hombre de flores y corazones". Este obsesivo compulsivo del control, tiene el corazón más hermoso sobre la tierra. —Los dos se sonríen, miro a Theodore que tiene su reluciente sonrisa al máximo esplendor. —Dícelo, sé que aún los recuerdas, anda.

— ¿Decir el qué? —Interviene el indiscreto de mi hermano. Están hablando entre ellos no con nosotros.

—Christian Grey, si no quieres dormir en el sillón, di tus votos matrimoniales.

— ¿La ven? Pero luego se queja de que soy mandón. —Susurra para nosotros, ella hace como que no escuchó. Él le toma la mano izquierda. —Señora Grey, prometo amarte fielmente, renunciando a las otras, a través de los buenos y los malos tiempos, en la enfermedad o en la salud, independientemente del lugar donde la vida nos lleve. Te protegeré, confiaré en tí y te respetaré. Compartiré tus alegrías y penas y te consolaré en los momentos de necesidad. Me comprometo a cuidarte y mantener tus esperanzas y sueños y mantenerte a salvo a mi lado. Todo lo que es mío ahora es tuyo. Te doy mi mano, mi corazón y mi amor desde este momento por tanto tiempo como ambos vivamos.1




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