El rojo del amor se enlaza con el amarillo, el color de la cúrcuma. El verde primavera abre los nuevos caminos en la vida. El cielo luce los colores que lanzan libres a la par de los cantos. El sonido danza junto con las personas, las risas abrazan los corazones y las bendiciones abren puertas.
Me siento volar con la música…
Escucho el retumbar de mi corazón, pero no dejo de bailar. Es la misma adrenalina de la primera vez, la misma euforia que me envolvió. El sudor brilla en mi piel junto con los polvos que caen sobre mí y otras personas que bailan a mi lado.
Desde muy temprano en la mañana desperté a Uma extremadamente emocionada por el día y nos preparamos. Los pantalones churidar son un tipo de pantalones que utilizan tanto hombres como mujeres, que son diferentes de los salwar, los cuales se cortan de par en par en la tapa y el estrecho a la altura del tobillo. En cambio, los pantalones churidar se estrechan antes de llegar mostrando los contornos de la pierna.
Las dos vestimos una blusa de manga corta por encima de nuestro ombligo. Una tela de seda cruza de nuestro hombro y se amarra con ambos extremos en la cintura.
Las dos luciendo de rojo con detalles en los bordes en dorado, al igual que el resto de la chicas que bailan a los pies de Shiva. Nuestros cabellos sueltos lucen un hermoso y complejo Maan Tikka.
Es una de las joyas más bellas que he tenido en mis manos. El significado de Maan se interpreta como “partición del cabello”, Tikka es el punto de la frente en donde se marca el tercer ojo, el Ojo de Shiva.
Tres hileras de piedras plateadas a cada lado de nuestro cabello se unen en la parte trasera, de donde sale la cadena que pasan por el centro del cabello que sostiene la piedra rubí que descansa en nuestra frente. Junto con el ligero maquillaje que nos aplicábamos. Así lucíamos Uma, yo y el resto de la chicas-casi un centenar-cada año en la danza hacia Shiva
Es la más elegante y sublime de ellas, la cual es una clara representación de la creación del universo al principio de cada ciclo cósmico.
La danza de Shiva es el movimiento de la creación, la preservación y la disolución; es el impulso sin fin que existe en cada uno de nosotros y dentro del universo en vibración. Todos estamos danzando con Shiva y Él a la vez con nosotros.
Cada año a sus pies, miles de personas ponen ofrendas para pedir bendiciones. Leche fría, las hojas de bilva, el mijo, el arroz y el trigo son ofrendas dignas para Shiva. Estas pueden aumentar el favor del dios.
La mayor de las ofrendas es este baile, el movimiento conocido como la “danza de la dicha furiosa”. Una diferencia de otras danzas es que esta enfatiza que Shiva baila al ritmo del universo. Nuestras piernas se mueven para simbolizar la liberación de los deseos terrenales y el ciclo de renacimiento. Este gesto llena de júbilo porque es una promesa eterna de liberación.
Nunca me imaginé bailando de esta forma tan eufórica. Olvidándome del mundo, de las personas a mi alrededor. Solo siendo yo, la música, el movimiento de mis manos y piernas. Mi cabello vuela por los aires cortando el sonido, porque es el quien marca el ritmo. Hace tres años que bailo pidiendo por todos, salud, felicidad y prosperidad.
Pero hay un momento exacto en el acto en donde una de las bailarinas representa a Shiva. Mientras el resto hace un circulo a su alrededor sentadas sobre sus talones con las manos dobladas con las palmas al cielo, la otra chica baila representando a Shiva.
Siempre fue una chica distinta… pero siendo sincera nunca me imaginé que sería yo la que bailaría este año.
Un loto sagrado se marca en el centro en donde me posiciono, el cual simboliza la renovación eterna. A diferencia del baile grupal, yo tengo que levantar las piernas de forma consecutiva dando vueltas con las palmas al aire.
Cinco vueltas, para luego seguir el ritmo del damaru: el tambor de Shiva, que dio los primero sonidos de la creación. A ese ritmo doy vueltas sin parar en el mismo lugar con las palmas al aire.
Ese sería el final de todas las bendiciones que se piden a su nombres, yo soy quien termina la ofrenda a sus pies. Es agotador, bastante siendo sincera, pero no puede importarme poco. Veo la sonrisa en los rostros de las personas que me miran, veo sus brillos de agradecimiento ante mi esfuerzo para que sus anhelos, sueños y bendiciones sean cumplidos.
Yo también me esfuerzo. He pedido por las personas que quiero, por las que amo. Pero también por cada ser que pisa esta tierra. Mi sonrisa va en aumento aunque cuando mis pies arden y las puntas de mis dedos llaman a un descanso. No puedo parar, mi corazón va al ritmo del damaru.
Siento que al igual que Shiva, estoy creando. Trazo caminos, cumplo sueños, doy felicidad y limpio lágrimas.
Con un retumbe final, caigo de rodillas a los pies de la escultura de Shiva que está sobre nuestras cabezas. La respiración la siento en mi oído, pero escucho sobre ellos los alaridos de las personas agradecidas. Y yo solo puedo sentir ese mismo agradecimiento, pero en enlazado con la felicidad.
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Recojo mi pelo y me ajusto la tela de mi sari al hombro. Luego de la ceremonia me relajé tomando un baño para alistarme de nuevo, y esta vez disfrutar el festival como una transeúnte más. El cansancio de mis pies se fue volando cuando la idea de navegar por el mercado surgió en mi mente.