La Hija de Jesús: El comienzo de un camino

21

El día fue largo, más de lo que yo misma hubiera deseado. Pero todos los días son así para mí, y no precisamente por el fuerte trabajo. Desde mucho antes de empezar a trabajar, el esfuerzo no ha sido ningun problema para mí. Pero de alguna forma los enfrentamientos con las personas son más difíciles que el mismo trabajo pesado. 

También ha sido una sorpresa para mí. Pensé que me había enfrentado a todo tipo de personas en mi camino, pero parece que la vida sigue siendo más sabia que yo. Pero de igual forma, creo los caminos de la vida, por donde sea que camines está llena de piedras, y eso es algo que yo también he aprendido.

Camino con el cansancio sobre mis hombros, faltando poco para llegar a mi hogar. Nuestra casa pudiera decirse que estaba en el centro del pueblo, pero no se nota mucho por la lejanía de las casa. Todas las casas tenían algo que las diferenciaba de las demás, pero todas en general eran iguales.

Eran cuadradas con paredes de rocas y un techo de barro soportado por columnas de madera. La única fuente de luz era la chimenea o ventana cavada en el techo. Cada casa tenía un hogar abierto con un horno de barro situado sobre un estrado, y algunas casas también estaban equipadas con chimeneas, en mi caso ese era cierto.

No había mucho con que amueblar los hogares, somos más prácticos y sencillos. Lo básico para nosotros era una alfombra, una pila de colchas, colchones y camas otomanas a lo largo de la pared. 

Utilizamos nichos con puertas como gabinetes y llenamos la casa con cajoneras y estantes donde colocamos utensilios de barro, cobre y madera. Usamos graneros móviles para almacenar los granos y la harina.

A la hora de comer se utilizaba una mesa baja alrededor de la cual la familia se sentaba en el piso para las comida. Sin embargo, a veces, el mantel era utilizado directamente en el piso. 

Por eso cuando atravieso la puerta de mi hogar no hay mucho que mirar excepto la ligera mota de luz que regala la chimenea casi extinguiéndose por estar prendida todo el día. Y a la sombra se podía notar dos bultos sobre la cama que había a mi izquierda. Dejé el saco de comida que me daban como pago al lado de la puerta luego de cerrarla y me acerco a la cama.

En ella reposa mis padres enfermos. Havhamnes de 70 años y Aghavni de 55 años. La diferencia de edad se nota mucho entre ellos, son 15 años después de todo pero puedo decir que eso no importa porque se aman mucho, eso puedo asegurarlo. Se casaron cuando mi madre tenía 17 y él 32 años. 

Lo poco que sé por mi padre es que mi madre era la joven más hermosa del pueblo y él no se atrevía a acercarse. Pero fue ella misma quien se acercó a él sin importar lo que decían de los dos por la diferencia de edad. Un año después nací yo, pero durante el parto hubo muchas complicaciones por lo que le robó la oportunidad de volver a tener hijos.

Cosa que complica más todavía la situación. Porque como no soy hombre no puedo hacer que nuestro apellido marque una huella durante las futuras generaciones, y menos todavía puedo dar la cara por nosotros a la hora de trabajar. 

Razón por la cual mi padre nunca ha estado contento con el hecho de que yo soy mujer. Lo único que he hablado han sido los buenos días, y lo poco que me dijo del pasado con mi madre. 

Todo estaba bien hasta que yo me casara, sabía que en ese momento mi padre iba a ser otro conmigo. Pero yo misma no podía hacerme daño. No iba a casarme con alguien desconocido solo por contentar a mi padre, pero por sobre todas las cosas… yo misma no podía traicionar mi amor por él.

Creo que después de todo, esa es la principal razón…

Pero todo empeoró cuando mi padre enfermó hace diez años. Desde entonces mi madre se dedicó a cuidarlo y yo tomé su lugar en el trabajo donde crucé palabra por primera con Pargev. 

Cuando aún podía hablar mi padre tuvo la genial idea de casarme con él, cuando me negué diciendo que yo podía trabajar por mi propia cuenta… creo que fue la primera vez que me dijo más de dos palabras juntas.

Y todas fueron para resaltar mi fracaso como hija y como miembro de la familia. Fue bueno para los dos que luego de eso me ignorara por completo, y yo misma lo estaba deseando aun cuando anhelaba que su salud mejorara. Pero todo fue para peor por más que luchara, porque no solo empeoró, sino que también mi madre enfermó.

Ahí todo se desbordó…

Pero no podía irme, no podía dejarlos, eran mis padres. Y a pesar de todo son los segundos padres que he tenido, son el segundo recuerdo que me alejaba de la soledad. Eso era lo que evitaba que yo me rindiera.

—Sara… has vuelto.

—Madre descansa, en un rato vas a cenar—Mi padre estaba al lado de la pared con los ojos abiertos pero sin hablar. Vi cómo me miro pero volvió la mirada al techo—buenas noches, padre—acomodé la colcha para asegurarme de que no pasara frio y volví hacia la chimenea para avivar el fuego.

—Hoy regresaste temprano—lo bueno de todo es que mamá no había empeorado tan rápido como mi padre. Aun podía mantenerse sentada aunque no tenía fuerzas para caminar, pero lo mejor de todo es que aun podía hablar.

Con padre era mucho más difícil. Cuando perdió por completo la movilidad del cuerpo ya mamá había enfermado y él había dejado de hablar ya hacía unos años antes. A la hora de asearlo es una ardua tarea que a él le desagrada por completo porque soy yo quien lo hace, no se la razón, pero sé que se molesta por completo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.