Prólogo

¿Alguna vez ustedes han pensado lo increíble que sería cambiar de vida? ¿Han visto a una persona que parece tener todos sus problemas solucionados y han pensado: "Yo quiero eso "? Pues si lo han hecho, tengan cuidado. Las apariencias suelen engañar. Donde vemos una familia perfecta se puede distinguir varios problemas si se ve detrás de las cortinas.

Los Mitchum eran una familia con un nombre impecable. La madre y el padre tenían empleos estables. Sus hijos habían sido educados humildemente. Los dos mayores estaban en uno de los mejores colegios del mundo y las dos menores eran las mejores estudiantes de su colegio actual. Sin embargo, detrás de una foto familiar perfecta, siempre hay un pasado.

— ¡Allie! —se escuchó una risueña vocecita infantil haciendo eco en los pasillos de la enorme mansión Mitchum.

Dos segundos después varios torpes pasos se escucharon detrás de los primeros junto con la risa de otra niña.

— Kalin. —habló la segunda pequeña sin dejar de reír tras su compañera de travesuras.

De pronto una de las puertas se abrió y un niño más grande atrapó a la primera con fastidio. A pesar de su corta edad cualquiera se hubiera dado cuenta del claro desprecio que sentía este por la niña de coletas castañas.

— Deja de correr —se quejó soltando bruscamente a la niña y haciéndola caer al suelo—. Esta no es tu casa —frunció su ceño infantil y su hermano no tardó en aparecer detrás de él.

— ¿Y tu mamá? —habló el segundo niño cruzándose de brazos sin ayudar a la niña.

Allison no tardó en llegar y estiró su infantil manito hacia su amiga, pero los otros dos rápidamente la agarraron para separarla.

— Aléjate. —amenazó uno de los castaños poniendo a su hermana detrás de el—. Solo eres la hija de una de nuestras sirvientas.