La hija de mi amigo

5. Trabajando en mi día libre.

Sin darme cuenta transcurrió un año, Deva ya intentaba ponerse en pie agarrándose a los muebles, era adorable verla intentarlo una y otra vez. 

Recordaba cómo sí fuese ayer cuando me reuní con mi familia y les hablé sobre la situación, queriendo su opinión… Debía llevar a Deva al orfanato con la madre superiora o quedarme con ella y arreglar todos los papeles para adoptarla legalmente como mi hija. 

Decidí hacer lo segundo y mi familia apoyó mi decisión, siendo la hija de Jacobo ellos también la querían en la familia. Mateo no estuvo muy de acuerdo con mi decisión pero, aún así, me quiso ayudar. 

 

— Mamá. — Deva me echó los brazos, queriendo que la cargará en mis brazos. Apoyada en un sillón me miraba con sus ojitos castaños. 

Era festivo y estábamos en la casa de mis padres, íbamos a almorzar en familia. Mis padres, mi tía Fabiola y también mi primo Javi. 

 

— Ven. — Dije acercándome a ella y cargándola en mis brazos.

 

— Cada día es más guapa. — Habló mi tía Fabiola que preparaba la mesa, ella y mi madre prepararon la comida. 

 

— Sí. — Contesté mirando a Deva. 

 

— ¿Alguna vez has visto a la madre de Deva? — Me preguntó Fabiola. — Quiero decir, mientras estuvo con vida. 

 

— En alguna ocasión, pero solo fue cuando estábamos en la Universidad y tampoco es que la viera mucho ya que éramos de departamentos distintos. — Respondí, dejando a Deva sentada en una de las sillas y dándole un trozo de pan. — Pero era una chica muy guapa y amable. 

En lo poco que la vi, siempre parecía una chica encerrada en sí misma, a la que Jacobo trató como si fuese importante para él pasando más tiempo con ella que conmigo… Me preguntaba porqué por entonces no me di cuenta. 

 

— ¿Y ese chico, aún no sabes nada de él? — Me preguntó mi tía Fabiola y sonreí para no lamentarme por lo patética que era, estaba por adoptar a la hija de mi amigo y de la chica de la cuál él estaba enamorado. 

 

— No, aún no sé nada de él y tampoco creo que me interese. — Hablé molesta, pero lo oculté con una máscara de sonrisas falsas. 

 

— No hables así de Jacobo. — Apareció mi madre, regañándome al tiempo que dejó en la mesa el primer plato. — Todos estamos preocupados por el papá. 

Mi madre acarició el cabello de Deva, cogiéndola en sus brazos y besando su rostro. 

 

— Tenemos hambre. — Dijo Javi entrando en el salón comedor y con él, mi niño Biel. 

 

— Enseguida comemos. — Contestó mi madre y mi tía Fabiola me miró colocando su mano en mi brazo. 

 

 

La comida pasó igual que siempre cuando nos reunimos, mi padre hablando del restaurante y mi tía alabando a su hermana y a su cuñado por la fama que había adquirido el local. Pero ahí no se quedó la cosa, ya que, nuevamente, como en otras ocasiones tocaron el tema. 

 

— ¿Cuándo te decidirás a dejar tu trabajo de maestra y trabajar en el restaurante? — Me preguntó mi padre. 

 

— No pienso dejar mi trabajo, no estudié enseñanza para ponerme a trabajar en el restaurante. — Respondí, dándole a Deva de comer. — Sería más correcto que se lo propusieras a Jacobo, eso sí, si algún día se digna a aparecer. 

 

— Aunque queramos a Jacobo como un miembro de la familia, él no es nuestro hijo. — Contestó mi padre molesto. — Tienes que abrir los ojos y colaborar con la familia, el restaurante lleva muchos años abierto y tu abuelo y tu bisabuelo trabajaron en él. 

Cada vez que visitaba la casa de mis padres ellos tenían que sacar a relucir que el restaurante era un negocio familiar, no entienden que eso no era lo mío. 

 

— Cuñado. — Habló mi tía Fabiola y mi madre agarró a mi padre del brazo. 

 

— Echaré una mano esta noche, ¿no es eso suficiente por ahora? — Dije queriendo calmar el ambiente. 

Biel que miraba mientras comía y miraba también a su abuelo, me daba mucha pena ya que un día él sufriría la misma situación que yo o tendría a Mateo diciéndole que debía ser abogado. No sabía que era mejor o que era peor… Coloqué mi mano en su cabeza y Biel me miró cuando le mostré una sonrisa. 

 

— Tío Adolfo, ¿podría ir yo también al restaurante y echarles una mano? — Preguntó Javi y mi padre se negó. 

 

— Hijo, tú preocúpate de estudiar, la carrera de medicina necesita mucho tiempo de estudio. — Respondió mi padre, admirando a su sobrino. — Serás el médico de nuestra familia. 

Javi sonrió, sintiéndose satisfecho y dejándome a mí tirada… Me sentía tan poca cosa cuando lo alababa y despreciaba mi carrera. 

 

 

Más tarde dejé a mis hijos al cuidado de mi tía Fabiola, Deva lloraba queriendo volver a mis brazos pero en cambio Biel entró en la casa con mi primo Javi, sin tan siquiera despedirse de mí. 

 

— Yo cuidaré de los niños, tú intenta que a tu padre se le pase el enfado. — Me habló mi tía calmando a Deva. 

 

— Es difícil calmar su enfado, solo cuando deje mi trabajo será feliz. — Contesté acercándome a mi coche. — Volveré a por ellos mañana. 

 

— Claro, cariño. — Dijo mi tía, besando a Deva en la cara. 

Subí en el coche y vi como mi tía entró en la casa, después recibí un mensaje y cogiendo mi teléfono móvil le eché un vistazo. 

 

«Te estaremos esperando en el restaurante, intenta no llegar tarde».

El mensaje era de mamá, suspiré recordando que la última vez que ayudé en el restaurante llegué unos segundos tarde y mi padre me echó la bronca delante de los demás empleados. "No por ser su hija era más que nadie" Era su frase favorita. 

 

«Voy de camino, así que controla a tu marido».

Respondí al mensaje de mamá y dejé el teléfono en el asiento de al lado. 

Mañana sábado estaría muerta… Tenía el día de hoy como un día extra de descanso y me veía ayudando en el restaurante familiar en vez de estar descansando. 



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En el texto hay: familia, hijos, amor

Editado: 02.01.2023

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