La hija de mi amigo

6. Seamos una familia, Adi.

 

Cuando por fin terminó la jornada de trabajo nos sentamos, mirando la hora vi que eran las dos de la mañana. 

Cogí mi teléfono móvil de la falda de mi uniforme y revisé los mensajes, tenía algunos de mi tía Fabiola, diciéndome lo que estaban haciendo en cada momento los niños y vi también un mensaje de Jacobo que me dejó sin aliento. 

«¿Dónde estás, Adi?».

Cerré los ojos apagando mi teléfono móvil y me acomodé en la silla, obligándome a no pensar en Jacobo, quería empezar con la limpieza del restaurante y marcharme lo más rápidamente posible a casa… 

 

— Muy buen trabajo todos. — Nos habló mi padre. — Ahora recojamos y vayámonos a casa. 

Miré a mi padre que siguió dedicando algunas palabras a sus empleados, cuando sentí la mano de mi madre en mi hombro y mirándola la vi darme las gracias moviendo solamente sus labios. 

 

— ¡Cariño! — Me dijo entonces mi madre y de sorpresa mi padre colocó en mi nariz una servilleta blanca. 

 

— Te sangra la nariz. — Habló mi padre y ni siquiera reaccioné.

 

— Estoy bien. — Pronuncié, agarrando la mano de mi padre y siendo el centro de atención de los empleados. 

El rostro de mi padre era de preocupación pero, no podía decirle que no me extrañaba que me sangrara la nariz, había estado tan estresada últimamente queriendo arreglar todo lo necesario para obtener la custodia de Deva y ahora aparecía Jacobo de nuevo… preguntándome dónde me encontraba. 

 

 

Tras terminar con mi parte de la limpieza en el restaurante, ni siquiera me cambié de ropa, tan solo agarré mis cosas y me marché hacia mi coche, quería regresar a casa y comprobar si de verdad Jacobo estaba de nuevo allí, parado en la puerta de mi apartamento como la otra vez. 

 

— ¿Seguro que puedes ir sola a casa? — Me preguntó mi madre que me agarró del brazo haciendo que me detuviera. 

No esperé que me siguiera hasta el aparcamiento y menos que me sorprendiera de esa forma. 

 

— Mamá, puedo irme sola a casa, así que no te preocupes. — Contesté abriendo la puerta de mi coche. — No es la primera vez que me sangra la nariz, ¿vale? 

 

— No te sangraba la nariz desde que terminaste la universidad, ¿cómo no me voy a preocupar? — Se lamentó mamá. — Si ves que no puedes sola con la crianza de los niños, regresa a casa con papá y conmigo. 

Sabía que mamá se preocupaba demasiado por los niños y por mí, pero no podía decirle que mi sagrado era debido al estrés que me producía saber que Jacobo apareció después de un año. 

 

— Lo pensaré. — Hablé para calmar a mi madre. — Ahora regresa al restaurante con papá. 

Mi madre me soltó del brazo y me agarró de la cara, besándome cariñosamente en el rostro. Después la vi caminar hacia el restaurante y suspiré subiendo en mi vehículo. 

Me abroché el cinturón y metiendo la llave en el contacto arranqué el motor del coche. Regresar a casa y encontrarme con que él estaba de nuevo esperando allí… no sentía la misma emoción, la misma felicidad que sentí la primera vez, en esa ocasiones tenía miedo a que volviera y se llevara a Deva. 

 

 

Cuando aparqué mi coche no tuve ni que subir para ver a Jacobo esperándome. Se encontraba sentado en uno de los escalones bajo el techado del edificio y se levantó nada más verme, quitándose el gorro de su abrigo. 

Salí de mi coche y caminé hasta pararme frente a Jacobo, mirándonos a la cara sin que nos salieran las palabras. Era obvio que esa noche no íbamos a dormir ninguno de los dos, teníamos mucho de lo que hablar. 

 

— Gracias. — Me dijo más tarde, cuando le serví una taza de leche. 

 

— La noche está fría, es lo mínimo que puedo hacer después de que me hayas esperado tanto. — Respondí sin ningún interés real en hablar con él. 

 

— ¿Dónde está Deva? — Me preguntó Jacobo mirando por el salón. 

 

— ¿Para qué has venido? ¿para hacer más daño? — Pregunté sin importarme su sufrimiento.

 

— Adi. — Me llamó y se levantó agarrándome de los brazos. 

 

— No me dijiste de tu relación, me metiste y desapareciste medio año, luego cuando regresaste me dejaste a tu hija con la excusa de no poder y, ¿ahora qué? ¿Qué debería hacer? ¿Calmarme y dejar que te lleves a Deva? — Le reproché sin controlarme, sentía que sus manos apretaba mis brazos. — Me utilizaste cuando te interesó, sin contar nunca nada, sin importarte mis sentimientos. 

 

— Adela. — Me dijo con sus ojos llenos de preocupación y me di cuenta que de nuevo me sangraba la nariz. 

Jacobo se quitó su camiseta negra, poniéndola en mi nariz y quedándose con tan solo su camiseta interior puesta.

 

— Déjame. — Quise quitármelo de encima, pero Jacobo se mantuvo ahí, agarrando su camiseta para contener mi sangrado. 

 

— Deja de llorar, me rompes el corazón cada vez que lo haces. — Me dijo Jacobo, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando. — Y también de hablar sin dejar que me explique. — Pronunció, obligándome después a sentarme en uno de los sillones y sentándose él en la mesita que había enfrente. 

 

— Pues no me hagas llorar. — Lo acusé, agarrando su molesta mano que presionaba la camiseta para cortar mi sangrado nasal. 

Jacobo me hizo inclinarme hacia adelante y apoyó su barbilla en mi cabeza. 

 

— No pretendo quitarte a mi hija Deva, solo quiero estar en su vida. — Me habló, no quería escucharlo. — Adi, por favor, créeme. 

Jacobo me obligó a ponerme derecha en el sillón y miré entonces el lunar en su mejilla, su perfecto y redondo lunar que era como una pequeña luna. 

 

— ¿Y qué? — Pregunté, sintiendo el olor de Jacobo en su camiseta. 

 

— Cásate conmigo, seamos una familia Adi. — Me pidió, me acababa de proponer matrimonio. — Por favor, cásate conmigo… 



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En el texto hay: familia, hijos, amor

Editado: 02.01.2023

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