La hija de mi paciente

Capítulo cinco

Capítulo 5

 

En ese instante se escucharon unas corridas en el porche del bungalow, él soltó su mano, se alejó un par de pasos y la miró como diciendo, <<“esto no queda acá”>> Ella pensó << Salvada por la campana>> aunque en realidad se quedó pensando si deseaba ser salvada por ella.

—¡Papi! ¡Papi! con la tía encontramos una serpiente y unos sapos y también entre los árboles vimos un zorro —dijo entusiasmado Mateo el hijo más pequeño de 9 años de edad— yo solo los había visto en la ruta de lejos, pero nunca tan cerca, nos dijo el señor del camping que un hombre los tenía para vender, era un cazador… ¿Cómo era tía?

—Era un cazador furtivo y tenía varios animales exóticos para vender, le avisaron que iba la policía al lugar para un allanamiento y los liberó, y por eso andan por la zona —dijo Analía tratando de descifrar que pasaba con su hermano y esa mujer, alternando su mirada de uno a otro, sentía que había interrumpido algo.

—Espero entonces que los pueda ver—agregó Juani y nervioso por la mirada escrutadora de su hermana comenzó a guardar el desinfectante, el paquete con la gasa y el alicate en su maletín.

—¿Vos cómo te llamás? —dijo Mateo a Julieta y sin esperar respuesta se dirigió a su padre— ¿Papi ella se lastimó?

—Mateo, ella es Julieta, es la mamá de tu amigo que acabas de conocer Julián. Julieta, él es mi hijo Mateo —ambos estrecharon la mano y ella le regaló una amplia sonrisa— ese pequeñín era muy parecido a su padre.

—Mucho gusto Mateo, te llamas igual que mi hermano.

—¿Y tu hermano también va a mi colegio? ¿tiene mi edad?

—No, no —sonrió— él es más viejo que yo.

—Uuu no sabía que mi nombre era tan viejo —todos rieron y mirándola de arriba a abajo agregó— ¿dónde te lastimaste?

—Yo no me lastimé, se lastimó mi hijo Julián, tu nuevo amigo… pero la culpable fui yo —el niño abrió los ojos como huevos fritos y ella se apresuró a decir— no fue apropósito, solo que estaba tratando de tirar el reel por primera vez y lo pesqué a él —mientras hablaba le hacía la mímica de lo que relataba— Tu papá tuvo que sacarle el anzuelo y desinfectar.

—¿Y dónde se lastimó? —Ella lo dijo en voz baja inclinándose a su oído. Mateo tapó su boca y reía bajito— el problema es cómo se va a sentar.

—Sí es cierto ¿Qué te parece si me acompañas y vamos a verlo? —Ella extendió la mano mirando a su papá y él asintió con una sonrisa. El niño tomó su mano y ambos salieron del bungalow mientras Juani los miraba atentamente.

—” ¿Que mirá bobo? anda pa´ allá” —dijo aguantando la risa Analía.

—¿Qué? —dijo Juani saliendo de su ensimismamiento.

—Creo que se te cayó la baba ¿no me habías dicho que te había pegado la hija de un paciente tuyo hace un año y medio? y ahora resulta que ya encontraste reemplazo.

—Es ella —su hermana lo miró tratando de procesar lo que le decía— dejá de mirarme así, es ella y da la casualidad que un año y medio después me la vengo a encontrar acá. Y lo más extraño y al mismo tiempo emocionante es que siento exactamente lo mismo.

—Eso es obvio porque tu cara te vende. —él la miró sorprendido— esa cara de pollito mojado te vende. Cuando su papá la llamó y vos la mirabas con esa cara me dije: que disimule un poco. Lo bueno es que mi intuición y su lenguaje corporal dice que le pasa lo mismo. 

—Enserio —dijo esperanzado.

—La vi a ella super nerviosa, pero sobre todo la forma en que te mira. No soy experta en mis propias relaciones, pero sí en analizar relaciones ajenas, de hecho, como ya sabes tengo tres parejas amigas que lo confirman y una de ellas lleva diecisiete años juntos. Ustedes son grandes, vayan al grano. Andá con ella y aprovechá este fin de semana para conocerla, para ver si conectas y al menos te conseguís una cita.

—¡Eso es lo que intentaba hacer hasta que llegaron y me interrumpieron!

—Bueno hubieras puesto un cartel afuera que diga: “me la estoy chamullando, no interrumpir”—ella le sacó la lengua en son de burla como cuando eran chicos. Él sonrió meneando la cabeza, apoyó el maletín en el suelo, al lado del aparador vajillero y salió del bungalow.

En el muelle se veía una imagen de postal, ella acariciando el rostro de su hijo que se sentaba de costado en la reposera y Mateo con una mano en los hombros, como tratando de consolarlo. Cuando se acercó escuchó…

—Estoy seguro que te vas a poner bien, mí papá es un gran médico. La gente que atendió siempre le dicen cosas lindas —hablaba, muy seguro de sus palabras, Mateo con Julián y le palmeaba la espalda.

—Estoy seguro —dijo sonriendo Julián— solo te aviso que por las dudas no te acerques a nadie que está por tirar el reel, pero sobre todo a mí mamá —un crujir de hojas y ramas hizo que giraran para ver qué era, a unos metros del muelle y rodeado de árboles está Juan Ignacio.

—Eso fue accidente de principiante —dijo risueño Juani— pero tenemos este fin de semana para seguir intentando, al final no pudimos ver si funcionaba porque pescaste antes de terminar de tirar —dijo mirando tan fijamente a Julieta que la hizo poner colorada. Después de lo que había dicho su hermana, le empezaba a gustar causar ese efecto en ella. Había olvidado cómo enamorar a una mujer, pero ese era su objetivo, y esto recién empezaba.




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