La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 2| Entrenamiento

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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Los molestos ruidos en mi habitación me despertaron, no eran las ninfas que a pedido de mi madre me venían a despertar para vestirme para el desayuno, no nada de eso, era mi primo que se había puesto a saltar en mi cama gritando que era hora de levantarse. Que hasta Morfeo ya había comenzado el día y que yo seguía metida en la cama como toda una princesita de mami y papi. Abriendo un ojo lo vi saltando y gritando, con las fuerzas apenas despabiladas de mi sueño le arrojé una almohada a la cara, esto lo tomó por sorpresa y se cayó de mi cama con un fuerte golpe que resonó entre las cuatro paredes. En ese momento el sueño me abandonó por completo y me senté en la cama asustada de haberle hecho daño y me asomé al borde donde lo vi caer, vi a mi primo tirado en el suelo conteniendo su risa con la palma de su mano hasta que me vio y ambos estallamos en carcajadas.

—Buenos días, o debería decir pido tregua porque tremendo golpe me has dado con la almohada primita —se queja desde el suelo el pelinegro con una sonrisa de burla en su rostro. Él mejor que nadie sabe que no suelo golpear a las personas o ser violenta, pero la manera en que me despertó saco mi peor lado —¿Lista para tu primer día de entrenamiento? —se puso de pie rápidamente acomodando su ropa negra que se arrugó con la caída y no contento con eso me tiró de nuevo el almohadón que lo hizo caer en picada como Ícaro al intentar escapar de la isla de Creta.

—Apolión dame cinco minutos más —me quejo extendiendo mis brazos en la cama cerrando los ojos para tener otros cinco minutos más de sueño, estaba muy cansada la cena de anoche con los dioses fue agotadora.

—No, vamos a desayunar y luego comenzar a entrenar que esto lleva tiempo y si quieres salir ya debes trabajar duro —responde volviendo a subir sobre mi cama para saltar y golpear mi cara con la almohada para que me levante de una vez.

—¡Deja de hacer eso! —chillo tomando su pie derecho con fuerza, lo que ocasionó que pierda el equilibrio y caiga de cara en mi cama. Lo rescatable del asunto es que no cayó al piso de nuevo.

—Muy graciosa te has despertado hoy —hablo contra la colcha de mi cama, con cierto tono de enfado.

—Fuiste tú el que se puso a brincar en mi cama, no es mi culpa que te caigas apenas te toco —contuve mi risa cuando él me miró serio, pero apenas se giró comencé a reírme contra las almohadas intentando protegerme con las sábanas para que no me golpeé con un cojín de nuevo.

—Anda vamos a desayunar, luego entrenamiento en mi casa y apresúrate antes de que mi padre se dé cuenta de que no estoy e intente hacer una hermanita para mí con mi mamá —alega el pelinegro poniéndose los zapatos para salir de mi habitación dejando pasar a las ninfas que se encargan de ayudarme cada mañana.

—¡Sería lindo tener otra prima, te imaginas teniendo una hermanita! —me burlo a gritos mientras él me enseña el dedo medio, desapareciendo por el pasillo, mi primo a diferencia de mi no tiene hermanos es hijo único y sé que le agrada serlo. Por lo que solo pensar en tener que compartir a sus padres con un hermano o hermana lo vuelve loco y no quiere ni pensar en esa posibilidad que conociendo a mis tíos no es tan poco probable.

—¡Mejor cállate no te vaya a oír mi papá diciendo esas cosas! —responde a gritos tras la puerta que una de las ninfas cerró tras pasar, salgo de mi cama quitándome el pijama que llevaba puesto y viendo los vestidos que estaba colocando frente a mi las ninfas.

—¡Soy la sobrina favorita del tío Hades, él siempre me escucha! —le contesto entre risas ahogadas descartando todos los vestidos eran demasiado formales para ir a entrenar, necesito algo más práctico y cómodo. —Hoy tengo entrenamiento con mi primo, necesito algo que me permita correr y sudar —les hablo a las ninfas que asienten y vuelven a mi armario en busca de lo que les pedí.

—¡Te espero en el comedor de mi casa, desayunaremos con mis padres!

Las ninfas me presentaron tres distintos atuendos, el que más me llamo la atención fue uno que consistía en una camiseta de manga larga negra, un jogger negro y converse negros a juego. Elegí ese y me encerré en el baño para tomar una placentera ducha rápida de agua caliente, dejando que los chorros de agua caliente relajen cada músculo de mi cuerpo. Mientras lavo mi cabello cantó una canción que estaba rondando en mi cabeza, Apolo es uno de los mejores cantantes, pero sin dudas los humanos componen mejores temas de los cuales cantar que los adulterios de los dioses o chismes. Luego de unos veinte minutos bajo el agua salgo para envolverme en una toalla y secar un poco mi cabello rubio. Las ninfas entran en el baño sentándome en una silla y secando mi cabello mientras otras hidratan la piel de mi rostro con distintos productos, no me maquillaré porque entreno, pero eso no significa que dejaré mis cuidados de piel básica. Una vez mi cabello estaba seco les pido que lo dejen suelto y no me pongan la corona, no la usaré para entrenar. Me vestí con la ropa que habían elegido previamente para mí y me fui al armario a verme en el espejo, entrenamiento o no debía verme fabulosa. Mi madre siempre decía que aunque fuera a ver a su madre al tártaro ella siempre debía estar arreglada para demostrar su estatus delante de todos, una reina nunca se muestra débil. Dando el visto bueno a mi aspecto me envolví en rayos y viajé hasta el inframundo, apareciendo en el comedor donde se encontraba la familia Black desayunando tranquilos.

—Buenos días —saludo tomando asiento al lado de mi primo que me ofrece unas tostadas francesas que son mis favoritas y las cocineras del inframundo preparan de manera exquisita.




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