La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 3| Una princesa...

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

A I L E E N
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—Princesa Aileen —la delicada voz de una de las ninfas me llama haciendo que vuelva al reino de los vivos para abrir los ojos de manera perezosa.

—Mmm —me escuchó murmurar apenas en un tono audible, seguía estando algo adormilada, siempre me cuesta despertar y eso que me duermo temprano para que no me salgan ojeras por falta de sueño.

—Está listo el desayuno y el príncipe Apolión está aquí. Llamaré a las otras ninfas para que vengan a ayudarle para alistarse —salió de mi habitación dejándome sola con el ruido de mi respiración y el tic tac del reloj. Hora de levantarse una princesa siempre se levanta lista para comenzar el día.

Mi mamá siempre me decía eso cuando tenía pereza de despertarme, debo dar el ejemplo como princesa de estar siempre lista y alegre no dejando mostrar que estoy triste. Nunca he tenido que fingir estar feliz, siempre estoy alegre, me gusta alegrar el día de los demás. Quito las sábanas de mi cuerpo lo que me causo un escalofrío. Bostecé estirándose en la cama y me puse en pie. Mi cabello alocado tapó un poco mi rostro en estos momentos mi cabello se parecía a la melena de un león. Enredado y alborotado por todos lados. Camine hacia el baño frotando mis ojos aún bostezando, estaba algo cansada el entrenamiento había servido mucho, pero es cansador. En el baño me despojé de mi short y mi remera holgada que usaba como pijama y la ropa interior. Entre en la ducha dejando que el agua caliente me despierte. Estuve unos cinco minutos dejando que el agua corriera por mi espalda despertándome y los chorros de masajes me golpearon logrando que cada músculo se relaje por completo.

Al salir de la ducha me envolví en una toalla, las ninfas ingresaron en el baño aplicando mi tratamiento habitual para el rostro y dejando todo listo para que yo misma me pase las cremas corporales. Dos ninfas más entraron al baño sosteniendo conjuntos de ropa que podía elegir para vestir ese día, uno era un ostentoso vestido de princesa y el segundo consiste en un top con vuelos blanco y un jean clásico con unas botas blancas cortas. Opté por esta segunda opción y las ninfas me dejaron terminar mi rutina diaria y vestirme tranquila, una vez vestida entraron de nuevo para peinar mi cabello, maquillarme y colocar mi corona sobre mi cabeza.

Las ninfas siempre me ayudaban a alistarme por órdenes de mi madre, ella siempre dice que una princesa no anda mal arreglada y que a las ninfas se les paga para que nos sirvan. Esto último sí me molesta un poco, pero no le digo nada porque es un pensamiento que arrastra desde hace siglos y por el simple hecho de ser una divinidad sienten la necesidad de que los sirvan y los veneren. Algo que a mi no me pasa por ser la menor de la familia, pero si me molesta tener que estar todo el tiempo arreglada como si fuera a recibir visitas cuando los únicos que nos visitan son mis tíos y mis hermanos. Pero mantener feliz a mamá hace que me deje tranquila y pueda visitar a mi primo, pasar tiempo decorando habitaciones en el olimpo o ver a los humanos en el estanque de los dioses. Una vez lista caminé hacia el comedor a desayunar con mi familia y primos.

—Buenos días para todos —saludo apenas entró al comedor viendo a mis padres, algunos de mis hermanos y Apolión.

—Buen día, princesa —saludó mi madre señalando un asiento libre a su lado.

—Buen día, rayito —contestó mi papá sonriendo. Mi papá por lo general no sonríe más que lo necesario, pero conmigo es diferente. Soy su debilidad como muchas veces me dijo.

-Buenos días, hermanita -hablan al unísono Apolo y Ares.

—Buen día —mi primo saludó con la mano y tomó un sorbo de su café, nada podía distraer a Apolión de comer.

—Tengo mucha hambre ya quiero desayunar —frotando mi estómago me pongo de pie para tomar unos panecillos y algo de jugo de frutas, la mesa siempre estaba repleta de comida como si de un banquete para cincuenta personas se tratara.

—Aprovecha ahora si no Apolión acabará con todo él solo —bromeó mi padre carcajeándose de mi primo que ya iba por la tercera medialuna que se comía desde que entre en el comedor.

—Cinco minutos más en mi cama y no tendría para desayunar —le seguí la broma de mi papá causando las risas de todos en la mesa. Continuamos desayunando tranquilos hasta que mi madre quien no podía contener más su curiosidad preguntó.

—¿A qué se debe tu visita tan temprano Apolión? —cuestiono mi madre, apoyando ambas manos sobre la mesa prestando su entera atención en mi primo.

—Necesito a Aileen para que me ayude a preparar la llegada de Ylenia al campamento —responde el pelinegro estirándose para agarrar de una bandeja un mafke. Son como panqueques rellenos de una mermelada de frutas que se cultivan en los jardines de Artemisa. Mi primo se los comía uno detrás de otro, este chico no tiene fondo.

—Que buen gesto —mi mamá sonrió limpiando su boca con una servilleta, mire sorprendida a mi madre, pensé que no me dejaría viajar al campamento, pero tampoco dije nada para que no cambien de opinión.

—Si es lo menos que podemos hacer por nuestra prima, Electra irá al campamento para niños y el tío Poseidón quiso encargarse personalmente y nos encomendó a Ylenia.

Acabando el desayuno nos fuimos con Apolión al bosque donde fuimos a entrenar ayer, un lugar aislado y tranquilo para que nadie nos interrumpa ni les parezca extraño los cambios de clima. Practique cambiar el clima, los rayos y los truenos, queme algún que otro árbol, pero logre controlar el fuego con la lluvia. Costó al principio, pero fui dominando el poder para hacer que caigan los rayos lejos de los árboles y vayan directo al suelo.




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