La hija de Zeus y Hera [1.2]

Capítulo 4| Cabeza de uva

A L Y S A💜💜💜

A L Y S A
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—Siéntate Alysa —Agatha se veía furiosa tenía la cara colorada y las venas de su frente parecían querer estallar —¿Cómo se te ocurre meterte en una pelea con una de las hijas de Artemisa? —puso sus brazos en sus caderas inclinándose al frente para mirarme.

—Ella estaba hablando con Artemis —nadie podía hablar con Artemis y mucho menos la tonta de Eira cuanto la detesto. Piensa que no me doy cuenta que le está coqueteando a mi crush, se metió con la chica equivocada.

—Estás obsesionada con ese chico Alysa, Artemis no se fija en ti entiéndelo morita —relajo un poco su voz dejando caer sus brazos y pasando su mano suave por mi cabello

—Agatha por favor yo lo amo, él es mi crush —junte mis manos suplicando. Me gusta Artemis desde que llegué a este campamento y choque con él en la clase de arquería.

—No te diré nada más si tú no te metes en otra pelea —me miró con seriedad por lo general mis hermanos y hermanas no tomamos mucho en cuenta las decisiones de Agatha, pero cuando se enoja es mejor no llevarle la contra —Ahora vamos a curarte —Agatha me llevó hasta el baño donde saco el botiquín. Tomo un par de bolas de algodón y algo de agua oxigenada para pasarme en las heridas del rostro colocando algunas banditas. También me curó los brazos, las piernas y el abdomen estaba lleno de rasguños por todos lados. El dolor en mi cuerpo era insoportable por lo cual me acosté en la cama.

Cuando escucho el sonido del timbre no me muevo dejo que alguna de mis hermanas valla. Hasta que escuchó la inconfundible voz de Artemis, levantándome tomando el respaldo de la cama. Camine despacio ya que ahora mi cuerpo me dolía por los golpes que había recibido por parte de la salvaje de Eira, tardé un poco hasta que llegó a las escaleras.

—Artemis —camine hacia él a pasos apresurados sin que me importara el dolor que sufrían mis piernas. Lo rodeé con mis brazos encerrándolo en un abrazo sentía su aroma en mis fosas nasales es lo que necesitaba para sentirme mejor.

—¿Alysa como estas? —se separó de mi analizándome con la mirada reflejaba preocupación. Con una mano levantó mi mentón para analizar mi rostro que tenía varios cortes y el pómulo algo hinchado.

—Toda golpeada la bruta de Eira me dejó muy lastimada —intenté poner cara de niña buena pero no me salió. Él me miró con desaprobación y negando con su cabeza el argumento.

—Oye que Eira no es ninguna bruta es mi amiga y para golpearte tanto debiste enfadarla mucho —se cruzó de brazos mirándome con seriedad, rodé los ojos ante sus palabras no entiendo cómo puede conocer tanto a una chica que por lo que supe no habla con muchas personas.

—Lo siento Artemis —agache la cabeza mordiendo mi labio para no gritarle cosas que luego me arrepentiría odiaba cuando hacía las cosas mal y debía pedir disculpas.

—No pasa nada pequeña uva —acarició con delicadeza mi mejilla. Artemis me había puesto el apodo de pequeña uva por mi cabello morado. Nos conocemos desde que entré al campamento, él fue la primera persona en ser amable conmigo además de mis hermanas. Venir al campamento fue un cambio muy fuerte ya que el que pensé que era mi padre resultó que no lo era y al final pase una vida encerrada por alguien que no llevaba mi sangre. Cuando entré en este lugar apenas si quería salir y cuando lo hacía todo me daba miedo ya que jamás había estado en un espacio abierto. Siempre estuvo Artemis para ayudarme y superar mis traumas es por esta razón que nos volvimos mejores amigos.

—¿Podemos ir al bosque encantado a dar un paseo? —verlo sonreír es lo que más me gustaba en todo el mundo. Su amistad me había llevado a olvidar mi pasado poco a poco mis sentimientos hacia Artemis fueron cambiando. Todo un cliché, pero que puedo decir, amo los chiles son los más fáciles para maniobrar y mi hermano Eros también los genera por docena.

—Ahí van sólo las parejas Alysa —tomo mi rostro entre sus manos acariciando mis mejillas con sus pulgares. No sabe el sentimiento de furor que causa ese gesto en mi interior.

—Pero me gusta ir ahí —lo mire a los ojos con picardía en verdad no me gustaba mucho ese lugar por la cantidad de criaturas mágicas, pero durante la noche se veía terrorífico y eso si me gustaba.

—¿Qué te parece si mejor vamos al muelle? —soltó mi rostro, un frío me recorrió al perder el contacto con su piel.

—Está bien, vamos al muelle, pero la próxima quiero ir al bosque encantado —le sonreí si él está conmigo qué más puedo pedir. Salimos de la cabaña directo al muelle ahí se podía ver que en la cabaña de Poseidón ya había llegado su hija.

—¿Sabes quién es la nueva semidiosa? —Artemis comentó arrojando unas rocas al agua que chocaban con esta saltando dos veces y luego se hundían.

—Dicen que es parecida a su madre pero que tiene el cabello y temperamento de su papá —también tomé algunas rocas arrojándolas al lago, hacer esto me relajaba de cierto modo es mejor que arrojar piedras a la cabaña de Eira esa chica no me cae muy bien.

—¿Quién la trajo al campamento? —arrojó más rocas al agua, pero esta vez más pequeñas estas rebotan más lejos y forman ondas en el agua más grandes.

—La trajo la princesa Aileen —tomó otra roca arrojándola con más fuerza, pero dio contra algo duro. Se escuchó como cayó al agua sin rebotar como las veces anteriores.

—¡Auch! —escucho que algo se queja en el agua —Ten más cuidado cabeza de ciruela —una sirena rubia asomo su cabeza fuera del agua sus ojos azules me veían con odio mientras se movía en el agua con gracia.




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